Aqu¨ª no ha pasado nada
Hay ciertos retos al destino que uno nunca debe atreverse a lanzar, porque la fatalidad suele recoger el guante. No decir jam¨¢s, por ejemplo, "si vuelves a quemar las lentejas, me marcho de casa", porque las lentejas se quemar¨¢n entonces indefectiblemente y uno se quedar¨¢ sin saber ad¨®nde ir. A varias personas muy estimables les o¨ª decir hace poco: "Si sale elegido Ruiz-Mateos, me voy de este pa¨ªs". No dir¨¦ que Ruiz-Mateos haya terminado elegido por su culpa, pero tales desplantes eran jugar con fuego. Ahora los retadores no saben si irse o quedarse, con Ruiz-Mateos votado nada menos que por partida doble. Es el cumplimiento de una pesadilla pol¨ªtica para mucha honrada progres¨ªa; por si alguien se atreve a filmar esta pel¨ªcula de terror propongo un t¨ªtulo: ?Zoilo ante el peligro!.De todas formas, yo aconsejar¨ªa a los emplazados que no dejen este pa¨ªs por tan poca cosa. Al fin y al cabo, en otras peores nos hemos visto, y adem¨¢s, como en casa, en ninguna parte. Me da la impresi¨®n de que hay una especie de necesidad de cat¨¢strofes pol¨ªticas, residuo nost¨¢lgico de las conmociones hist¨®ricas de ¨¦pocas m¨¢s agrestes de estas tierras. Si todo marchara m¨¢s o menos normal, se dir¨ªa que padecemos la paz de los cementerios, y a toda costa hay que promover la amenaza -afortunadamente ilusoria- de cementerios menos pac¨ªficos. Cuando no es la abstenci¨®n es Ruiz-Mateos o Herri Batasuna o todo a la vez. Comprendo el rechazo est¨¦tico que suscita el abejorro -ni a t¨¢bano llega- jerezano en paladares un poco exigentes. Es el adefesio hortera que mejor quintaesencia cuanto de crispante ha tenido y tiene el franquismo sociol¨®gico (mucho m¨¢s amplio y duradero que el pol¨ªtico, como se sabe). Pero precisamente por ello ha salido elegido, qu¨¦ le vamos a hacer. A riesgo de escandalizar dir¨¦ que el suceso no me parece motivo de la m¨¢s m¨ªnima alarma para la gente de bien.
Hay que mirar a las cosas de frente. La m¨¢s elemental estad¨ªstica ense?a que en cualquier colectivo de bastantes millones de votantes, tiene que haber, tirando por bajo, cientos de miles de tontos del bote, que al llegar el per¨ªodo electoral se convertir¨¢n con toda naturalidad en tontos del voto. Normalmente estos ejemplares se alimentan intelectualmente -sic venia verbis- con las portadas de esas revistas zaragateras de esc¨¢ndalo sexopol¨ªtico. Y tales portadas, durante los ¨²ltimos meses, han sido ocupadas las semanas pares por la pareja Boyer, y las impares, por el vertiginoso Ruiz-Mateos. Adem¨¢s, la televisi¨®n ha mostrado ampliamente los escarceos pugil¨ªsticos del folcl¨®rico, que a cualquier tonto del bote le tienen que resultar irresistiblemente seductores. Votar Ruiz-Mateos es asegurar que sigue la diversi¨®n televisiva y que ahora se ampliar¨¢ la posibilidad de escandalillos y zapatiestas hasta Estrasburgo: ?c¨®mo resistirse a tal perspectiva? Y luego est¨¢ lo del voto de castigo. Si hasta pol¨ªticos serios han hablado del voto de castigo (como si votar fuese ponerle una chincheta en el asiento al maestro para ver qu¨¦ cara pone al sentarse, ja, ja), el tonto del bote no va a renunciar a tal gratificaci¨®n. Lo gracioso del caso es que ha intentado ser s¨¢dico, pero la fuerza de la costumbre le condena al masoquismo. Para castigar tanta corrupci¨®n pol¨ªtica como le han dicho que hay votar¨¢ a un defraudador; como cree que los pol¨ªticos no se ocupan lo bastante de sus problemas votar¨¢ al ¨²nico candidato que no quiere sino resolver su contencioso privado con el Gobierno; para fastidiar a Alfonso Guerra y a Fraga dar¨¢ la ocasi¨®n a un par de indocumentados pol¨ªticos de que decidan en su nombre las leyes sociales, econ¨®micas, etc¨¦tera, que van a organizar su destino europeo. Yo tengo un sobrinito de dos a?os que cuando se enfada con alguien se da bofetadas en su propia cara para quitarse los malvenidos besos con los que intentan apaciguarle. Seguramente cree que as¨ª castiga a su ocasional enemigo. Los tontos del voto hacen lo mismo, pero con urnas.
Nada de esto tiene excesiva importancia, como se ve. El zool¨®gico europeo es muy amplio y ser¨ªa democr¨¢ticamente injusto pretender que s¨®lo las personas sensatas tuvieran representaci¨®n en ¨¦l. Me conformo con que los dementes m¨¢s peligrosos sean minoritarios. Por lo dem¨¢s, hay ya en el Parlamento de Estrasburgo cada p¨¢jaro raro que a su lado Ruiz-Mateos parecer¨¢ Max Weber, de modo que no es cosa de preocuparse mucho por la mala impresi¨®n que podemos causar por all¨ª fuera. Y tampoco me parece demasiado grave la cuesti¨®n de la abstenci¨®n, pues el derecho a no participar activamente en pol¨ªtica es una conquista democr¨¢tica que debe empezar a ser valorada positivamente en lugar de deplorada. Los espa?oles son uno de los colectivos m¨¢s netamente interesados por la construcci¨®n unitaria de la Europa posible, pese al localismo semitribal de la mayor¨ªa de nuestros pol¨ªticos y a las pr¨¦dicas de esos anarcorrid¨ªculos t¨ªpicos del pa¨ªs, que est¨¢n siempre contra el poder, salvo a la hora de opositar a c¨¢tedra o pedir subvenciones. Los que se desentienden en el momento de votar, bien pueden hacerlo por confianza pasiva en el juicio de sus conciudadanos m¨¢s versados en cuestiones pol¨ªticas. Como se callan, otorgan, y todo el que otorga merece respeto (a diferencia de los que hablan en lugar de los que se abstienen o les interpretan a su modo, que no merecen respeto ni cr¨¦dito ninguno). En el fondo, lo importante no es deplorar la ceguera de tantos, sino ir instituyendo lo mejor para todos. Ya Rousseau dec¨ªa que en pol¨ªtica hay que tomar "a los hombres como son y a las leyes como deber¨ªan ser", mientras que todos los idealistas vacuos del regeneracionismo hacen exactamente lo contrario.
En cuanto a la campa?a electoral misma, lo m¨¢s deplorable de ella ha sido la descarada primac¨ªa de las querellas de campanario sobre la consideraci¨®n europe¨ªsta transnacional. Pero ese mal no podr¨¢ ser sol-
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ventado mientras la circunscripci¨®n electoral no rebase los l¨ªmites de cada Estado y se mantengan las coercitivas listas cerradas seg¨²n inter¨¦s de cada uno de los partidos locales. Las fobias soberanas e insulares de Mrs. Thatcher son desdichadamente compartidas por muchos de los que se proclaman en otros campos adversarios pol¨ªticos de la f¨¦rrea se?ora. Es obvio que lo primero para poder pensar en europeo (o simplemente en cuerdo) es renunciar a la perspectiva nacionalista y estatalista vigente. No entiendo, en cambio, las cr¨ªticas a la "propaganda machacona" de los partidos para captar votos. ?se es uno de los reproches m¨¢s indigentes en perspicacia que quepa imaginar: ?hubiera sido preferible convertir la campa?a en algo reservado y semisecreto, guardar la informaci¨®n para los ciudadanos que se hubieran molestado en ir a buscarla y que s¨®lo una elite de enterados o de tenaces hubiese llegado a conocer las propuestas ideol¨®gicas de los distintos grupos pol¨ªticos? Tambi¨¦n resulta especialmente significativo, y no para bien, el ¨¦xito de la f¨®rmula derogatoria "la Europa de los mercaderes" en soflamas de cierta audiencia. Que esta expresi¨®n joseantoniana gane adeptos entre los neofalangistas de Herri Batasuna no tiene nada de extra?o (por cierto, ?han advertido ustedes que en Euskal Herr¨ªa es donde menos se ha votado a Ruiz-Mateos?; lo bueno de tener delirios propios es que vacuna contra la moda de los ajenos), pero choca un poco verla en bocas pol¨ªticamente m¨¢s estimables. Pues, vaya, pobres mercaderes, como si no fueran ellos los que, oponi¨¦ndose con su bendito af¨¢n de lucro a monjes y soldados, no hubiesen contribuido m¨¢s que nadie a civilizar Europa. En el fondo, sigue latente el viejo oscurantismo cat¨®lico que desprecia el sucio af¨¢n de bienes y placeres materiales, pur¨ªtanismo renunciativo cuya heredera directa es la ideolog¨ªa marxista. Guitton y Althusser, Althusser y Guitton. Contra ellos, nada mejor que repetir los versos del poeta pamplonica Ram¨®n Eder, en sus grat¨ªsimas L¨¢grimas de cocodrilo: "Excelente ¨¦poca para ser un europeo / que sepa que la ¨¦tica / no es sino el ego¨ªsmo perfeccionado por la prudencia".
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