El placer de bailar
Los abucheos a Televisi¨®n Espa?ola por parte del p¨²blico numeroso y entusiasta que hab¨ªa acudido a la hist¨®rica presentaci¨®n en Madrid del grupo de 15 solistas del Ballet Real de Dinamarca, por el retraso, las incomodidades y los accidentes que la transmisi¨®n en directo del espect¨¢culo produjo, estaban plenamente justificados. Pero los daneses triunfaron con profesionalidad y buen humor de todas las dificultades y convirtieron la noche en el esperado ¨¦xito.La herencia m¨¢s preciosa de la coreograf¨ªa de Bournonville (1805-1879) no es tanto la caracter¨ªstica riqueza de sus pasos y variaciones como la alegr¨ªa y el placer de bailar que emanan de la l¨®gica y la coherencia de las combinaciones -y, por supuesto, de la preparaci¨®n t¨¦cnica espec¨ªfica de los bailarines- haciendo que todo el baile se desarrolle como un juego, en verdad deslumbrante, pero donde nunca se sacrifica ese placer al espect¨¢culo.
Solistas del Ballet Real de Dinamarca
Extractos de: Festival de las flores en Genzano, Polka militar, De Siberia a Mosc¨², La s¨ªlfide, Una f¨¢bula popular, El toreador y Napoli. Coreograf¨ªa: Auguste Bournonville. Canciones tristes (Christe / Mahler). Direcci¨®n art¨ªstica: Dinna Bjorn. Cuartel del Conde Duque. Madrid, 27 de junio.
Paso a siete
Tanto los extractos m¨¢s conocidos de Festival de las flores en Genzano, Napoli o el paso a dos de La s¨ªlfide, como aquellos que s¨®lo preservan los daneses (el paso a siete de Una f¨¢bula popular o las reposiciones recientes, de las que es responsable la propia directora de este excelente grupo y espl¨¦ndida int¨¦rprete del estilo del gran core¨®grafo dan¨¦s, Dinna Bjorn) hicieron gozar a los aficionados de Madrid, a pesar de que en algunos momentos de la actuaci¨®n del Ballet Real de Dinamarca se notaron ciertos desajustes y faltas de sincronizaci¨®n, especialmente entre algunas parejas, debidas quiz¨¢ a no haber podido hacer un ensayo general.Las variaciones de Napoli cerraron el programa y supusieron un brillante despliegue de la asombrosa opulencia coreogr¨¢fica de la tradici¨®n Bournonville, que se ha preservado en Dinamarca -y esto es quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente- no como una reliquia de museo, sino como parte de una herencia viva, asimilando mucho de los adelantos de la escuela rusa posterior, pero sin perder ni su car¨¢cter ni su estilo propios, ni un ¨¢tomo de su complejidad.
El dominio de las direcciones y el ¨¦paulement tradicional franc¨¦s, la velocidad y multiplicidad de batido, la suavidad almohadillada y alegre de los saltos, la flexibilidad de los pies, la gracia antigua del encuadramiento recogido de los brazos, son compatibles con una proyecci¨®n, nada exhibicionista pero siempre clara, del movimiento abierto.
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