Desinformaci¨®n
LA PRIMERA operaci¨®n salida de las vacaciones veraniegas se ha saldado este a?o con la cifra de m¨¢s ciudadanos muertos desde la tarde del viernes d¨ªa 30 de junio a las ocho de la tarde del domingo 2 de julio. Los que hayan muerto en las cuatro horas que restan hasta la medianoche de esta ¨²ltima fecha -t¨¦rmino oficial de la operaci¨®n- siguen siendo un misterio que la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico se ha mostrado incapaz de desvelar. La oscuridad sobre este dato casa bien con la abundante pero muy deficiente informaci¨®n oficial que se ha venido suministrando al automovilista mientras ha transcurrido la operaci¨®n. Bajo la apariencia de un mayor esfuerzo informativo muy de agradecer, se han transmitido en ocasiones datos no totalmente veraces, atrasados o carentes de utilidad que han inducido a error, en lugar de ayudar, a muchos conductores.El balance siempre tr¨¢gico de estos movimientos masivos de veh¨ªculos -entre cinco y seis millones en cada ¨¦xodo vacacional- no parece haber impresionado esta vez a los responsables de Tr¨¢fico, quienes han difundido por diversos medios el mensaje de que, con ser elevadas y graves, las cifras "no son escandalosas ni muy superiores a las de a?os anteriores". Sin embargo, el hecho de que no se reduzcan y que en cada salida vacacional, sea en verano o en Semana Santa, se superen es algo que deber¨ªa preocupar a quienes tienen la responsabilidad de que el tr¨¢fico en Espa?a no se convierta en una absurda sangr¨ªa de vidas. Nuestro pa¨ªs sigue soportando, en proporci¨®n a su parque automovil¨ªstico, una de las siniestralidades en carretera m¨¢s altas del mundo. En esas condiciones, el anuncio de que para final de a?o puede elevarse el l¨ªmite de velocidad en las carreteras espa?olas resulta cuando menos inquietante.
Desde siempre la propaganda oficial ha echado sobre las espaldas del conductor la culpa principal de la permanente tragedia que origina el tr¨¢fico. Si bien es innegable que la impericia y, sobre todo, la irresponsabilidad insolidaria de una minor¨ªa importante de conductores est¨¢ en el origen de muchos accidentes, es un ejercicio de cinismo pretender desligar lo que ocurre en las carreteras de su mal estado y de su insuficiencia en relaci¨®n con el tr¨¢fico que soportan. La mayor¨ªa de los conductores espa?oles est¨¢ haciendo frente con su iniciativa personal a las flagrantes carencias de la infraestructura vial, como lo demuestra su cada vez m¨¢s habitual costumbre de iniciar la aventura vacacional de manera escalonada. Que a pesar de esta conducta ciudadana la siniestralidad aumente a?o tras a?o deber¨ªa ser un serio motivo de meditaci¨®n para los responsables del tr¨¢fico.
As¨ª, muerto a muerto, ¨¦xodo a ¨¦xodo, y mientras llega el ansiado 1991, a?o para el que se ha prometido que, por fin, los espa?oles dispondr¨¢n de carreteras dignas y se habr¨¢n librado de las obras permanentes que convierten el tr¨¢nsito por ellas en una carrera de obst¨¢culos, hay cosas que el automovilista agradecer¨ªa que se hicieran mejor de lo que ahora se acostumbra. Como, por ejemplo, evitar que un mal entendido control de tr¨¢fico se convierta antes en un obst¨¢culo que en un elemento dinamizador. Y, sobre todo, que se le suministren datos fiables sobre la situaci¨®n del tr¨¢fico cada vez que se aventura por una carretera.
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