Despertar de una Pesadilla
Como si se despertara de una pesadilla, la c¨²pula del Partido Comunista Chino (PCCh) trata de asentarse en una realidad nacional e internacional cuyos v¨¦rtices se le escapan.Este, como otros de los muchos vaivenes de la historia del PCCh, se ha saldado con sangre deshaci¨¦ndose de un amigo, mientras se toma conciencia del poder de los enemigos. Se ha suprimido a Zhao Ziyang y al movimiento estudiantil a favor de la democratizaci¨®n del pa¨ªs, pero en el borr¨®n y cuenta nueva iniciado se siguen las directrices de ¨¦stos, al menos en el terreno econ¨®mico.
La crisis vivida es el primer pelda?o de la transici¨®n del posdenguismo. A un amago de la salud del anciano l¨ªder, de 85 a?os, el ala m¨¢s ortodoxa del partido ha tratado de hacerse con el poder, que le fue usurpado por Deng Xiaoping y sus reformistas.
Son dirigentes sin m¨¢s preparaci¨®n que el recitar de memoria el pensamiento de Mao Zedong. Hombres mediocres y envidiosos que la pol¨ªtica de modernizaci¨®n y apertura al exterior de Deng ha dejado relegados a ser simples n¨²meros del PCCh.
Ellos mejor que nadie saben que ¨¦sta es su ¨²ltima oportunidad de ocupar el Zhongnanhai (sede de la c¨²pula del partido y del Gobierno), y se han atrincherado tras las banderas de la vieja guardia, de la que tratan de obtener el prestigio que ellos de por s¨ª no tienen. No han sido capaces de percatarse de la fuerza de arrastre que tiene la nueva clase intelectual china y el empuje de sus tecn¨®cratas, que est¨¢n decididos a arrancar el pa¨ªs del subdesarrollo en la primera mitad del pr¨®ximo siglo.
El poder de los reformistas
En la lucha entablada por el poder, los reformistas han perdido terreno en el ¨®rgano m¨¢s decisivo -el comit¨¦ permanente del Bur¨® Pol¨ªtico-; sin embargo, sus hombres contin¨²an ocupando otros muchos niveles de la pir¨¢mide del poder chino.
A las temidas purgas ha sucedido un echar tierra para apagar el fuego de Tiananmen. As¨ª, se ha revelado que 38 miembros del comit¨¦ permanente de la Asamblea Popular Nacional firmaron, en apoyo de Zhao, una carta para solicitar una reuni¨®n urgente de este comit¨¦ y destituir al primer ministro, Li Peng. Todos ellos contin¨²an en sus puestos.
Ajustadas, al menos superficialmente, las cuentas en el partido, se esperaba que se arremetiese contra el Gobierno, en el que hay nombres claramente identificados con la l¨ªnea m¨¢s aperturista. Los ¨²nicos cambios habidos han sido para nombrar a dos liberales -Ruan Chongwu y Gu Xiulian- para ponerse al frente de dos importantes ministerios, Trabajo e Industria Qu¨ªmica, reemplazando a ministros m¨¢s conservadores.
Tanto Jiang Zemin, el nuevo secretario general del PCCh, como Li Peng saben que Tiananmen ha sido s¨®lo un incidente, que la simiente del cambio est¨¢ plantada en todo el pa¨ªs. A ellos les ha tocado la sucia tarea de evitar que la rieguen, pero tambi¨¦n est¨¢n dispuestos a defender el campo de depredadores.
El liderazgo chino ha tomado hoy la bandera de la lucha contra la corrupci¨®n como el s¨ªmbolo de una cierta comprensi¨®n hacia las demandas de la poblaci¨®n. Deng, Jiang y Li afirman que hasta que estos problemas no se solucionen no es posible la apertura pol¨ªtica y, anquilosados en el pasado, no son capaces de comprender a los estudiantes e intelectuales que les han repetido, que la forma m¨¢s f¨¢cil de tener ¨¦xito en la lucha contra la corrupci¨®n, el nepotismo y los se?or¨ªos es a trav¨¦s de la libertad de prensa.
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