El triunfo de la extravagancia
Parece que la media de asistentes por concierto en la pasada edici¨®n del Festival de Jazz de San Sebasti¨¢n apenas sobrepas¨® las 1.000 personas. El objetivo de la nueva organizaci¨®n es que el aficionado vuelva al jazz a trav¨¦s de cuatro d¨ªas de programaci¨®n ecl¨¦ctica, en la l¨ªnea de algunos cert¨¢menes prestigiosos como Montreaux o La Haya. El primer d¨ªa del festival donostiarra super¨® la media del a?o pasado, pero no se llenaron los recintos, alcanz¨¢ndose media entrada y un triunfador fuera de pron¨®stico: The Lounge Lizards, el grupo del extravagante John Lurie.Abri¨® el festival en la plaza de la Trinidad el pianista Ramsey Lewis, que hac¨ªa su presentaci¨®n en Espa?a. Composiciones a lo George Benson, interpretaci¨®n basada en acordes -"en mi m¨²sica hay un 70% de improvisaci¨®n-, dijo despu¨¦s del concierto, una poderosa mano izquierda y los consabidos gui?os a la audiencia a trav¨¦s del inevitable Concierto de Aranjuez y el Armandos rumba, de Chick Corea. Rarnsey Lewis siempre ha elaborado una m¨²sica pr¨®xima al p¨²blico, pero en San Sebasti¨¢n se acerc¨® demasiado. A continuaci¨®n, John Lurie celebr¨® el d¨¦cimo aniversario de su grupo The Lounge Lizards con la mejor actuaci¨®n de la jornada inaugural. Actor -Par¨ªs, Texas-, compositor de la m¨²sica de nueve pel¨ªculas -la ¨²ltima, Stranger than paradise-, Lurie es mejor compositor que saxofonista. Mezcla con energ¨ªa fraseos t¨ªpicos del be-bop con rupturas del free-jazz, y a veces evoca con cierta dignidad el esp¨ªritu de Mingus. Todo esto aderezado con los toques minimal de su hermano Evan al piano. Tambi¨¦n hizo tangos y temas a lo Kurt Weil, un popurr¨ª fruto de una mente calenturienta como la de John Lurie. Estuvo acompa?ado por un magn¨ªfico septeto que logr¨® dar sentido al aparente caos y en el que destacaron el bater¨ªa Calvin Weston y el percusionista E. J. Rodr¨ªguez.
Intelectual
Tras la m¨²sica intelectual -conceptual, seg¨²n algunos- de John Lurie, otro saxofonista norteamericano inaugur¨® el festival en el vel¨®dromo de Anoeta y convirti¨® la comercialidad de Rainsey Lewis en un juego de ni?os. Kenny G recorri¨® el polideportivo tocando el saxo mezclado entre el p¨²blico y demostrando que su m¨²sica est¨¢ pensada para pasar un rato agradable, mientras vende millones de discos de su ¨²ltimo trabajo, Silhouette. En su grupo destac¨® Bruce Carter, un preciso bater¨ªa, verdadero rompeb¨¢sculas de peso cercano a los 200 kilos.
Y, paradojas de la vida, el bater¨ªa fue el punto flaco de la banda de Robert Cray, guitarrista norteamericano que cerr¨® la velada. Cray lleva un a?o de gira ininterrumpida por todo el mundo y su experiencia se aprecia en la conjunci¨®n de su grupo y en el cansancio. "Tengo ganas de regresar a California, hacerme la comida y tocar mi guitarra espa?ola, declar¨® a EL PA?S antes de la actuaci¨®n y despu¨¦s de comentar su magn¨ªfica cena en Arzak. Robert Cray es un excelente cantante y buen guitarrista, que mantiene influencias de sus maestros Sam Cooke y Albert Collins. Voz profunda, de tesitura amplia e improvisaciones entrecortadas de guitarra forman la esencia de su m¨²sica. Puro blues continuador de la tradici¨®n norteamericana a la que Cray aporta la posibilidad de la sorpresa en cada interpretaci¨®n. En San Sebasti¨¢n esta sorpresa apenas se produjo y se limit¨® a cumplir su papel.
A las dos de la madrugada finalizaba su actuaci¨®n y la primera jornada del festival. Una hora m¨¢s tarde, el eterno Lou Bennet comenzaba su ¨²ltimo pase en el bar Altxerri, mientras a pocos metros, en el Be-Bop, actuaba el cuarteto del guitarrista Dan Rochils, ofreciendo un ejemplo de jazz cotidiano, alejado de los grandes escenarios y verdadero impulsor de la afici¨®n de cualquier ciudad.
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