Una asignatura pendiente
El autor, durante varios a?os profesor de la Academia General Militar, entiende que el sistema de ense?anza militar heredado del franquismo no sirve ya para un r¨¦gimen democr¨¢tico, para un verdadero ej¨¦rcito nacional que debe olvidar sus funciones de gendarme. Por su incidencia clave en los militares, "la Espa?a democr¨¢tica y europea debe contemplar con mucho cuidado este tema".
Desde hace una docena de a?os, Espa?a se halla inmersa en la reforma de su ense?anza militar. Es ¨¦sta, sin duda, una tarea ineludible, pues, dado que cada r¨¦gimen pol¨ªtico posee su modelo de ense?anza, es claro que el modelo heredado del franquismo no puede resultar v¨¢lido a la Espa?a democr¨¢tica y europea surgida bajo el reinado de Juan Carlos I. En todo caso, hay en el fondo de esta aventura reformista algo mucho m¨¢s trascendente que el mero prop¨®sito de adecuarse a una nueva situaci¨®n pol¨ªtica. Se trata, en fin, de contribuir a forjar un verdadero ej¨¦rcito nacional, capacitado para abordar las misiones que le son propias, apart¨¢ndose, as¨ª, de una determinada orientaci¨®n, tan persistente como nefasta. Todo ello, por cierto, debe merecer la aprobaci¨®n de quienes, sintiendo la vocaci¨®n militar, aspiren a ser unos aut¨¦nticos profesionales de la milicia.Precedentes
Tras las guerras napole¨®nicas Espa?a pas¨® a convertirse en potencia de segundo orden, a la par que quedaba desplazada de las ¨¢reas de conflicto europeas; ello, unido a las dificultades econ¨®micas, condujo al abandono de los instrumentos de pol¨ªtica exterior, es decir, el ej¨¦rcito y la diplomacia. Por otra parte, los problemas internos en lo pol¨ªtico-social y la falta del tradicional control monarco-aristocr¨¢tico sobre los militares, fueron factores que condicionaron el desarrollo del "ej¨¦rcito gendarme", adquiriendo esta instituci¨®n una iniciativa hasta entonces desconocida. Las consecuencias derivadas de todo este estado de cosas iban a resultar graves para Espa?a, que perder¨ªa el tren europeo en el momento clave en que se estaba fraguando el ej¨¦rcito nacional y se proced¨ªa a la institucionalizaci¨®n de la ense?anza militar. Es durante las guerras de la revoluci¨®n, en efecto, cuando se crean en Europa las academias para las armas (la inglesa Sandhurst, en 1799; la francesa Saint-Cyr, en 1808; la prusiana Kriegsakademie, en 1810...), como respuesta a la apremiante necesidad de proporcionar a los militares una capacitaci¨®n profesional, ante la creciente complejidad del hecho b¨¦lico. En Espa?a no existi¨® tal respuesta.
En 1825, Fernando VII inaugura el Colegio General Militar, un centro (el primero importante creado por el Estado) que, en verdad, se aparta bastante de la t¨®nica europea. En la reacci¨®n producida tras el Trienio Liberal (1820-1823), Fernando hab¨ªa disuelto el ej¨¦rcito, y, m¨¢s o menos transcurrido un a?o, decidi¨® levantar uno nuevo "purificando" a los oficiales del antiguo. Las academias hab¨ªan sido clausuradas, y por eso fue fundado el Colegio General..., que se encargar¨ªa de formar a los oficiales del nuevo y "purificado" ej¨¦rcito. Obviamente, la ense?anza en el Colegio se organiz¨® de acuerdo con los principios del reaccionarismo m¨¢s puro (por ejemplo, vuelven a exigirse las pruebas de nobleza a los cadetes, abolidas en 1811), estableci¨¦ndose un severo r¨¦gimen de internado y un reglamento en el que, entre otras cosas, se advert¨ªa a los profesores (art¨ªculo 20) que "el m¨¢s principal y sagrado objeto de sus obligaciones y responsabilidad" consist¨ªa en "inspirar a los cadetes el reconocimiento, amor y respeto al Ser Supremo (...) y una entera obediencia y sumisi¨®n a los preceptos del Soberano".
A la muerte de Fernando VII, el poder real se debilita, lo que, unido a la situaci¨®n de guerra civil (carlista) en el pa¨ªs, precipitar¨¢ la intervenci¨®n directa de militares en la pol¨ªtica.
El Alc¨¢zar de Toledo
Durante el denominado Sexenio Revolucionario (1868-1874) se manifest¨® en Espa?a un impulso hacia el liberalismo democr¨¢tico; consecuentemente, se plante¨® la reforma del ej¨¦rcito y de la ense?anza militar, lleg¨¢ndose incluso a proyectar una "Escuela Nacional Militar", que representa el intento m¨¢s interesante del siglo y que, obviamente, se qued¨® en mera utop¨ªa.
Con la Restauraci¨®n va a surgir la Academia General Militar (1882), instalada en el Alc¨¢zar de Toledo (y clausurada en 1893). En 1890, C¨¢novas decide asignar al ej¨¦rcito el papel de "mantenedor del orden social" ante el auge que iba tomando el movimiento obrero. As¨ª, pues, en una Espa?a de espaldas a los conflictos internacionales, el ej¨¦rcito, con su hipertr¨®fico Cuerpo de Oficiales, hab¨ªa devenido en un organismo pobre y destartalado, que se dedicaba a funciones at¨ªpicas y gastaba casi todo su presupuesto en sueldos. El doloroso fracaso conocido con el nombre del "desastre del 98", y producido al primer contacto con el mundo exterior, puso en evidencia la insensatez de quienes tuvieron responsabilidad en la pol¨ªtica militar espa?ola durante todo un siglo.
El "desastre del 98" va a conseguir ensanchar el abismo existente entre la "sociedad civil" y la "sociedad militar", lleg¨¢ndose a crear un clima de enfrentamientos absurdo, que culminar¨ªa en la malhadada ley de Jurisdicciones de 1906. Ciertamente, la ense?anza militar pagar¨ªa las consecuencias de esta desdichada situaci¨®n, como denunci¨® en 1931 el comandante de Infanter¨ªa y abogado E. Benzo: "La generaci¨®n del 98 inicia el resurgimiento brillante y esplendoroso de la Universidad. Pero el estudiante universitario y el que se educaba en las aulas de las academias militares edificaba su formaci¨®n espiritual e intelectual sobre cimientos de estructura, no ya diferente, sino antag¨®nica (...). Se desintegraba a los cadetes del esp¨ªritu de ciudadan¨ªa y se les inculcaba la suspicacia y el recelo hacia los hombres que se formaban en las universidades".
El africanista general Mola se encargar¨ªa (en 1933) de corroborar, "desde la acera de enfrente", estas afirmaciones de Benzo. Mola, en efecto, se atrever¨ªa a acusar al ministro de la Guerra, Aza?a, de atentar contra el ej¨¦rcito, por haber dispuesto que los futuros oficiales, antes de ingresar en la Academia, cursaran en la universidad asignaturas de matem¨¢ticas y qu¨ªmica. En su paso por la Universidad, razonaba Mola, los alumnos quedar¨ªan "intoxicados de toda clase de ideas disolventes", de modo que ya no podr¨ªan arraigar en ellos "las virtudes militares".
No cabe duda de que Benzo y Mola eran dos representantes de las dos tendencias que se manifestaron vigorosamente en el seno del ej¨¦rcito durante "los felices a?os veinte": la civilista-democr¨¢tica y la militarista-fascista. Las campa?as de Marruecos, en las que se embarc¨® Espa?a en contra de la opini¨®n popular y de los m¨¢s elementales principios de la pol¨ªtica y, por tanto, de la ciencia de la guerra, hab¨ªan servido para forjar un grupo, los africanistas, caracterizado por su intransigencia y su militarismo radical. Este grupo fue derivando hacia las formas de pensar y de sentir que el emergente fascismo estaba imponiendo en la Europa de entreguerras.
As¨ª que, cuando el dictador Primo de Rivera inaugur¨® la Academia General Militar de Zaragoza (en 1928) y la puso en manos de los africanistas, con el general Franco como director, dio motivos m¨¢s que suficientes para sospechar que la formaci¨®n de los futuros oficiales hispanos no iba a ajustarse, precisamente, a los esquemas de la tendencia civilista-democr¨¢tica. Los alumnos de la AGM, en efecto, educados por Franco y su cohorte de africanistas, habr¨ªan de formarse en el esp¨ªritu de sus profesores, hecho de m¨ªstica de la violencia, nacionalismo a ultranza, irracionalismo voluntarista, odio a la cr¨ªtica, desprecio por las actividades intelectuales, obediencia ciega, culto a la muerte y otras lindezas. Como adecuado punto de apoyo de esta formaci¨®n espiritual se estableci¨® en la Academia un riguroso r¨¦gimen de internado, con un r¨ªgido horario salpicado de formaciones, controles, revistas, liturgias, parafernalias..., lo que, unido a las inevitables sesiones de instrucci¨®n en orden cerrado, deber¨ªa forjar en los cadetes los h¨¢bitos del soldado-aut¨®mata del siglo XVIII, que los africanistas, verdaderamente, hab¨ªan logrado fijar en los soldados mercenarios de las unidades de ?frica. Por lo dem¨¢s, los esforzados "m¨ªlites africanos" poco podr¨ªan ense?ar a sus alumnos sobre la t¨¦cnica militar moderna. Los africanistas, que hab¨ªan derrochado las energ¨ªas y el dinero nacionales en una guerra primitiva, feroz, irregular, de bajo nivel t¨¦cnico..., no estaban al tanto de los sistemas, medios y procedimientos ensayados y desarrollados durante la Gran Guerra europea, concluida 10 a?os antes de que la AGM abriera sus puertas.
Franco, director
La Academia ser¨ªa clausurada en 1931 por Aza?a, pero Franco la pondr¨ªa a funcionar nuevamente tras la guerra civil. En su etapa de director del centro, Franco tuvo ocasi¨®n de constatar que la formaci¨®n acad¨¦mica no se orienta s¨®lo al aprendizaje de la t¨¦cnica militar (a veces, incluso, la ignora), sino que atiende, adem¨¢s, de forma especial, al adoctrinamiento de los educandos, imprimiendo en ellos un sistema de normas y valores, una determinada mentalidad, unas ciertas pautas de comportamiento... Todo ello puede ser controlado, manipulado y capitalizado por el d¨¦spota de turno, para unos fines no precisamente b¨¦licos. Franco, sin duda, hab¨ªa tomado buena cuenta de ello.
La Espa?a democr¨¢tica y europea de la hora presente, empe?ada en crear un verdadero ej¨¦rcito nacional, que olvide las funciones del gendarme y se dedique a las misiones que le son propias, debe contemplar con mucho cuidado el tema de la ense?anza militar.
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