El poder de una voz
El cantante brit¨¢nico Joe Cocker ha vivido y bebido mucho, y esto se refleja en toda su obra. El alcohol le proporciona una peculiar aspereza vocal y un notable deterioro f¨ªsico; vivir intensamente le ha convertido en un viejo lobo de rock, en un bluesmen sabio capaz de aunar su experiencia de m¨¢s de 20 a?os con la energ¨ªa de una banda explosiva. El c¨®ctel funciona a la perfecci¨®n, y su actuaci¨®n madrile?a fue una ejemplar mezcla de madurez y fuerza, siempre al servicio de un rhythm and blues blanco de connotaciones atemporales.Cocker forma parte de esa serie de cantantes brit¨¢nicos que se,inspiraron, en la d¨¦cada de los sesenta, en estilos negros norteamericanos. De ¨¦l y de Eric Burdon dec¨ªan que, pese a ser blancos, ten¨ªan el alma y la garganta negras. Es en esa aproximaci¨®n a m¨²sicas de color donde Cocker se muestra m¨¢s c¨®modo y expresivo. Pese a ello, insiste en tantear zonas comerciales y blandas. Un desperdicio art¨ªstico que ha mantenido a flote su econom¨ªa en los ¨²ltimos a?os.
Joe Cocker, The Waterboys y Fifher Z
Joe Cocker (voz), Deric Dyer (saxo), Phil Grande (guitarra), Maxine Green y Doreen Chanter (coros), Steve Holley (bater¨ªa), Jeff Levine (teclados), Glenn Nightingale (guitarra), Chris Stainton (teclados) y T. M. Stevens (bajo). Auditorio de la Casa de Campo. Madrid, 18 de julio.
Canciones actuales y cl¨¢sicas se intercalaron h¨¢bilmente, y nadie qued¨® defraudado despu¨¦s de poder escuchar, interpretadas por la misma c¨¢lida garganta, piezas tan dispares como With a little help from my friends, Up where we belong o Unchain my heart. Toda una lecci¨®n impartida por un maestro de 45 a?os que, sorprendentemente, mantiene un alto nivel art¨ªstico, profesional y pasional.
Despu¨¦s de actuar en Valencia, en Alsasua y en Gij¨®n, Cocker se acerc¨® a Madrid para presentar su ¨²ltimo elep¨¦, One night of sin, en un concierto t¨ªpicamente veraniego. El cartel se completaba con dos bandas brit¨¢nicas de caracter¨ªsticas bien distintas: Fisher Z y The Waterboys. Un programa muy atractivo, que supuso una de las mejores entradas en la nueva etapa del remozado Rock¨®dromo.
A las ocho en punto Fifher Z hizo su aparici¨®n, con un volumen ensordecedor y unos arreglos de guitarras atronadores. De la banda original s¨®lo permanece su cerebro, John Watts. Causaron, una magn¨ªfica impresi¨®n, como sucediera unos minutos despu¨¦s con los tambi¨¦n brit¨¢nicos Waterboys. ?stos juegan con sonidos ac¨²sticos y ritmos foIk, muy bien dirigidos por un cantante y compositor llamado Mick Scott. Scott escupe las frases entrecortadamente, como Dylan, y escribe sus canciones pensando en los Chieftains y Van Morrison, por lo que el resultado no pod¨ªa ser negativo. El p¨²blico no par¨® de bailar durante su actuaci¨®n: lograron mantener la frescura de un ensayo sin perder la seriedad que pide el directo.
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