Gracias, Jorge
Siempre me gustaste como futbolista. No eras uno de mis ¨ªdolos, pero a¨²n te recuerdo con gusto consiguiendo la Copa del Mundo en M¨¦xico 86, o poniendo un poco de orden en la escuela de alevines que era el Madrid en los primeros tiempos de la quinta del Buitre. Tampoco olvido tu fugaz paso por Televisi¨®n Espa?ola (la SER hizo un regate digno de GarrincHa despu¨¦s de aquel inolvidable Madrid-N¨¢poles; inolvidable por tus comentarios), ni tus comentarios en EL PA?S (iperd¨®name, pibe; mi horario de trabajo no me permite asistir a tu c¨¢tedra en la radio! Por eso no opino acerca de ella). Y hoy quiero agradecerte tu art¨ªculo Lazaroni, publicado en EL PA?S del 12 de julio de 1989.Trat¨¦ de explicarlo mil, un infinito de veces. Pero siempre me fallaron mis recursos de aprendiz de futbolista, de proyecto de escritor o de comunicador oral.
Y hoy lo encontr¨¦ en tu art¨ªculo, en tus palabras y en las de tu desconocido paisano Jorge Rosso: "Brasil ya hab¨ªa marcado su cuarto gol [fue Carlos Alberto, viniendo desde atr¨¢s, en una carrera imposible, a pase de Pel¨¦] cuando Jorge Rosso, alucinado de belleza, nos ley¨® el pensamiento a todos: 'Dios existe', dijo. No era para menos".
Gracias, Jorge, por haber dado forma, con tu sensibilidad y con tus palabras, a lo que durante 19 a?os trat¨¦ en vano de expresar.-
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