Bancos exang¨¹es
LAS FRECUENTES apelaciones por radio reclamando urgentemente sangre de uno u otro tipo han convertido la emergencia en una situaci¨®n habitual, y el riesgo de quedar exang¨²e, en una seria amenaza que se suma a las m¨²ltiples deficiencias de la sanidad nacional.Espa?a posee uno de los ¨ªndices m¨¢s bajos de donantes de toda la Comunidad Europea, y no hay visos de que esta situaci¨®n vaya a cambiar a corto plazo. Exactamente la media nacional es de 23 donaciones anuales por 1.000 habitantes, mientras que el nivel adecuado exigir¨ªa entre las 40 y 50 por millar de ciudadanos y a?o. La raz¨®n de la penuria en el n¨²mero de donantes suele imputarse oficialmente a una falta de mentalizaci¨®n en la poblaci¨®n, efecto tanto de la ausencia de una pol¨ªtica educativa desde la edad escolar como de la debilidad de las campa?as emprendidas hasta ahora, discontinuas cuando no equivocadas.
Esto no deja de ser cierto. En estos momentos se encuentra proyectada una campa?a a nivel estatal que, aplazada para septiembre, no favorecer¨¢ las donaciones en per¨ªodo estival, que es cuando el incremento de accidentes de tr¨¢fico la hace m¨¢s precisa. De otro lado, cabe recordar la abortada campa?a del pasado a?o basada en un anuncio cuyo desatino y mal gusto -un cuerpo de mujer se trataba como un surtidor- oblig¨® a suspenderla. Pero ¨¦sta no es toda la verdad del conflicto. La realidad es que se han escatimado recursos, personal, unidades ambulantes, ante un problema cuya gravedad salta a la vista y subrayan los desesperados llamamientos de los hospitales.
En Europa, siguiendo las recomendaciones de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, se proh¨ªbe la donaci¨®n retribuida, pero, al cubrir la donaci¨®n altruista s¨®lo el 23% de sus necesidades de plasma, se ve abocada a importarlo de Estados Unidos, donde se retribuye econ¨®micamente al donante. Espa?a sigue a rajatabla esta disposici¨®n, pero algunos pa¨ªses europeos han encontrado f¨®rmulas para suavizarla o eludirla. En Austria, Rep¨²blica Federal de Alemania y Suecia se retribuye la donaci¨®n con restricciones. En Francia se compensa mediante viajes de recreo, y en Finlandia o en la Uni¨®n Sovi¨¦tica se gratifica con permisos laborales. La causa de la prohibici¨®n es evitar que determinadas personas, atra¨ªdas por la recompensa, no informen sobre circunstancias de su salud que las descalificar¨ªan para ser aceptadas como donantes.
Pero esto dicho, el sector espa?ol de la sangre y de los hemoderivados, el plasma y las plaquetas, se encuentra poblado de contradicciones. En primer lugar, si bien la sanidad estatal no acepta el comercio con la sangre, admite, mediante una disposici¨®n transitoria de 1985, que los bancos privados paguen por ella. El descr¨¦dito de la donaci¨®n retribuida ha calado socialmente, sin embargo, y las afluencias se han resentido hasta provocar recientemente la clausura del mayor de ellos. Este laboratorio seguir¨¢, junto a los otros dos existentes en Espa?a, produciendo hemoderivados, pero lo har¨¢ utilizando plasma importado de Estados Unidos, donde se obtiene de donaciones retribuidas, aunque, eso s¨ª, sometidas a un riguroso an¨¢lisis.
De nuevo es la falta de fondos e instalaciones lo que impide seguir el mismo procedimiento y confiar en que la sangre extra¨ªda re¨²na las condiciones exigidas. Un Plan Nacional de Hemoterapia con cuatro a?os ya de vigencia prev¨¦ con toda parsimonia para 1992 el funcionamiento de centros regionales de transfusiones en todo el territorio nacional que solventar¨¢n el problema. Pero ?puede pedirse cabalmente a la poblaci¨®n que aguarde hasta ese fausto a?o sin desangrarse?
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