Tremendismo a tope
ENVIADO ESPECIAL Jos¨¦ Luis Parada instrument¨® tres redondos gustosos al toro que abri¨® plaza, Joselito cuaj¨® en su primero una faena con ribetes cl¨¢sicos, y la gente estaba encantada. Eso es torear, y al p¨²blico le gusta. Pero el delirio lleg¨® cuando Espartaco se puso tremerdista a tope en el quinto. Fue su recurso -perfectamente l¨ªcito, por otra parte- porque el toreo verdadero, gustoso o cl¨¢sico, no le sal¨ªa.
Habr¨ªa sido milagro que le saliera el toreo -gustoso o cl¨¢sico- a Espartaco en ese quinto toro, pues citando fuera de cacho, doblado por la cintura, el brazo tieso cuanto diera de s¨ª para llevar la muleta al pit¨®n contrario, no se torea. El toreo es lo de Parada aquellas tres veces, o lo de Joselito y sus ribetes -bambas de la pa?osa al hocico, tirar suavemente, embarcar cargando la suerte, rematar atr¨¢s-, y entonces los paladares de los aficionados se aromatizan.
Navarro/ Parada, Espartaco, Joselito
Toros de Concha Navarro, discretos de presencia, sospechosos de afeitado, inv¨¢lidos, de escaso juego. Jos¨¦ LuisParada: bajonazo descarado (aplausos); pinchazo, media ladeada, rueda de peones y tres descabellos (pitos). Espartaco: pinchazo, estocada trasera y rueda de peortes (silencio); estocada corta baja, vertig¨ªnosa e insistente rueda de peones y cinco descabellos (oreja con algunas protestas). Joselito: pinchazo -aviso- y estocada ladeada perdiendo la muleta (oreja); estocada trasera (ovaci¨®n y salida al tercio). Plaza de Valencia, 28 de julio. Sexta corrida de feria.
As¨ª que, pegando pases fueracacho y todo lo dem¨¢s, el p¨²blico valenciano coreaba a Espartaco ol¨¦s testimoniales. Y no era eso, no era eso. Espartaco, cabeza del escalaf¨®n, necesitaba consolidar su liderazgo, que ya le hab¨ªa disputado Joselito. Pudo proce der de dos maneras: poni¨¦ndole un somn¨ªfero en el agua a su competidor o arrim¨¢ndose. Opt¨® por la ¨²ltima. Y, dicho y hecho, cambi¨® el repertorio, se tir¨® de rodillas delante del moribundo torejo, le dio la espalda, le dio el pecho, acerc¨® los alamares de la chaquetilla a los romos pitones, bes¨® uno -aclamaciones, gritos desgarrados, soponcios en el tendido-; alucinaba el torejo y lo desafi¨® Espartaco de pie, entre hastas; arrodillado de nuevo, dio otra vuelta al repertorio... Muchos juraron que se trataba de una tentativa de suicidio.
Cierto que el toro no val¨ªa un duro. Agarr¨® al caballo por los pechos en la primera vara, derrib¨¢ndole, y eso fue cuanto le picaron. La corrida entera result¨® de semejante fuste. El toro anterior de Espartaco ni pod¨ªa embestir, de pura debilidad, por lo que abrevi¨® sus sufrimientos. El cuarto pesaba 638 kilos y no ten¨ªa fuerza (pitones, tampoco). Con ese no se flo ni un pelo parada, le prob¨® mucho por ambos pitones y le machete¨®. En el primero, un mortecino top¨®n, instrument¨® los redondos aquellos, para luego ahogarle la embestida con la izquierda, dejando la muleta atr¨¢s y oblicua.
El tercero estaba inv¨¢lido y perd¨ªa manos, patas, pelendengues, alternativamente o todo a la vez. Cuando embest¨ªa, Joselito le tore¨® reunido, relajado y mand¨®n, construyendo una faena que aunaba t¨¦cnica, calidad y repertorio. Termin¨® con unos toques tremendistas tambi¨¦n, seguramente para der?ostrar que se sabe poner de espaldas y de rodillas igual que el colega; por si acaso.
No era su camino, desde luego. Joselito tiene buen cartel de torero y esperaban los aficionados que en el sexto dar¨ªa el ejemplo del bien torear, en contraposici¨®n con el trernendismo a tope. Se quedaron con las ganas los aficionados. Porque, al iniciar Joselito la faena sentado en el estr¨ªbo, el toro se le col¨® por el pit¨®n izquierdo, y esta fue raz¨®n suficiente para que diera los -restantes pases por el derecho. Docenas de ellos dio, inoloros, incoloros e ins¨ªpidos, como el agua del grifo. Con lo cual, el toreo bueno qued¨® en mera referencia de eruditos, y el pabell¨®n tremen dista batiendo a todo trapo, para mayor gloria del portaestandarte. Espartaco, claro.
Babelia
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