Cita en febrero

LOS PRESIDENTES centroamericanos se re¨²nen este fin de semana en Guatemala para estudiar el progreso de los acuerdos de democratizaci¨®n en la zona, especialmente en Nicaragua, y extender o no su imprimatur al Gobierno sandinista ante el proceso pol¨ªtico que ha de conducir a la celebraci¨®n en este pa¨ªs de elecciones presidenciales, legislativas y municipales en febrero pr¨®ximo. Al mismo tiempo, un convidado de piedra, la diplomacia norteamericana, estar¨¢ tambi¨¦n presente a trav¨¦s de sus subrogados en Centroam¨¦rica, notablemente Honduras y El Salvador, sin necesidad de mayor invitaci¨®n.El sandinismo se ha comprometido a un juego plenamente libre ante las elecciones, a consensuar una ley electoral y sobre todo un marco de acci¨®n pol¨ªtica democr¨¢tico con la oposici¨®n. Las conversaciones para ello se hallan bastante avanzadas, y aunque en un l¨®gico tira y afloja los grupos opositores se han quejado en repetidas ocasiones de los l¨ªmites en los que los fuerza a moverse el poder, parece m¨¢s que probable que al menos la gran mayor¨ªa de esos partidos participen en unas elecciones que no podr¨¢n ya considerarse decantadas de antemano.

Paralelamente, sin embargo, la diplomacia del presidente Bush, aun no oponi¨¦ndose frontalmente al curso de los acontecimientos, pretende que los presidentes centroamericanos mantengan una censura de principio sobre el r¨¦gimen sandinista y que aprueben con ello la continuaci¨®n de la ayuda humanitaria a la contra hasta febrero. ?sta es una conclusi¨®n adquirida de antemano, aunque en la ¨²ltima reuni¨®n de presidentes centroamericanos Honduras aceptara la repatriaci¨®n de la contra y el desmantelamiento de sus posiciones en el pa¨ªs. Esa ayuda humanitaria permite en la pr¨¢ctica que la guerrilla siga actuando militarmente contra Managua, aunque con un vigor cada vez menor. Ni el presidente hondure?o, Jos¨¦ Azcona, ni el salvadore?o, Adolfo Cristiani, van a oponerse a la prosecuci¨®n de esa pol¨ªtica carente de ideas que, habiendo abandonado una postura de agresi¨®n activa, no sabe, sin embargo, m¨¢s que instalarse a la espera de los resultados electorales. Una victoria en debida forma de los sandinistas deber¨ªa obligar a Washington a enfoques m¨¢s imaginativos en sus tratos con la revoluci¨®n nicarag¨¹ense.

El sandinismo, de otro lado, parece convencido de que no corre peligro de perder por la v¨ªa democr¨¢tica el control del sistema que obtuvo por las armas contra Somoza; sin embargo, aunque, como parece probable, Daniel Ortega fuera reelegido presidente, la capacidad que tuvieran los elegidos de la oposici¨®n en la C¨¢mara para ejercer alg¨²n control sobre el poder permitir¨ªa calibrar las profundas intenciones democratizadoras del r¨¦gimen.

La gira que Daniel Ortega realiz¨® en abril pasado por Europa en busca de ayuda econ¨®mica tuvo un eco avaro de respuestas, y parece claro que la comunidad occidental no va a regalar nada antes de los comicios de febrero. El que una parte del mundo desarrollado acuda entonces en socorro de Nicaragua depender¨¢ en gran medida de lo convincente de esa marcha hacia la democracia con cita establecida. La oposici¨®n tiene por ello una gran responsabilidad hist¨®rica, ante las elecciones. Si bien est¨¢ claro que no debe ceder en la exigencia de garant¨ªas, y s¨ª jugar a fondo sus posibilidades, no le corresponde tampoco romper la baraja sin suficientes razones para ello. No se entender¨ªa, sobre todo, que sus dificultades para elegir candidato ¨²nico, lo que merma sus posibilidades electorales, se convirtieran a posteriori en un argumento contra la homologaci¨®n del r¨¦gimen. Si ¨¦sta se produce en febrero, habr¨ªa llegado el momento de concertar un plan de ayuda internacional para la reconstrucci¨®n de una Nicaragua que comenzara a ser la Nicaragua de todos.