?Julio, te queremos!
El cantante inici¨® el viernes en Benidorm una gira por Espa?a, Portugal y Francia
El chaval miraba al cantante con ojos como platos: "?Y c¨®mo se ha salido usted del disco?". Julio Iglesias estall¨® de risa, se agach¨®, bes¨® al ni?o de cinco a?os, zaragozano, que de la mano de su padre ped¨ªa un aut¨®grafo. Una se?ora grit¨®: "?Julio, te queremos!". Mediaban algunas horas a¨²n antes del revent¨®n de la plaza de toros de Benidorm, coso de arranque, el viernes ¨²ltimo, de su gira estival por tierras de Espa?a, Portugal y Francia.
Noche entrada en el aeropuerto de Alicante. Julio Iglesias, en Madrid, hab¨ªa embarcado en su avi¨®n P¨¢jaro loco a Pl¨¢cido Domingo; los dos firman aut¨®grafos, reciben aplausos de pa sajeros y gentes paralizadas por la visi¨®n; parejas de turistas los fotograf¨ªan.Y listo, camino de Benidorm, donde un 18 de julio de 1968 un rapaz larguirucho, para que lo inscribieran en el entonces c¨¦lebre festival de la ciudad tuvo que ligar a una secretaria m omentos antes de que apareciera en el escenario diciendo La vida sigue igual que, 21 a?os despu¨¦s, los julistas de la tierra la sue?an como el semen de todo lo que repele inapelablemente a los anti: el cantante que m¨¢s dinero gana, hoy, en el mundo; el que ha batido todos los r¨¦cords de Elvis Presley en los casinos de Las Vegas; el cantante vivo que m¨¢s ha vendido: 160 millones de discos (s¨®lo Hey ha llegado a la frontera de los 20 millones); el que ha grabado en m¨¢s idiomas (franc¨¦s, ingl¨¦s, japon¨¦s, espa?ol, italiano, alern¨¢n); el objeto del que la firma Mirurgia acaba de lanzar un perfume tras una encuesta que lo revel¨® como el "europeo m¨¢s c¨¦lebre en el mundo"; el "Ciudadano de Honor" de Benidorm, "medalla de oro" de la misma ciudad, que le dedicar¨¢ el a?o que viene el Paseo de Julio Iglesias, que cruzara el parque de la Higuera, actualmente en contrucci¨®n, firmado por el arquitecto catal¨¢n Ricardo Boffill.
Ya era la primera hora de la madrugada cuando llegaba al hotel. Mot¨ªn de gente, gritos, voces, exclamaciones. "?Que est¨¢s en Espa?a y te querenios!" (una se?ora). "?Que aqu¨ª empezaste hace 20 a?os!"
Minutos m¨¢s tarde, un restaurante espera abierto a Iglesias y a su gente. Jam¨®n, conejo a la cazadora, lubina a la sal, y entre bocado y sorbo de vino, Julio, rodeado de una, dos, tres, cuatro, cinco se?oritas absolutamente inocentes: "?sabe usted?, si me conocieran a fondo ser¨ªa un minoritario, y en tal caso asustar¨ªa a la mayor¨ªa".
Los cuatro hijos del restaurador piden aut¨®grafos. Y sigue Julio Iglesias: "A m¨ª me gusta tanto el ¨¦xito que me disciplino en todo, y rejuvenezco m¨¢s y m¨¢s". ?Fuera el vino tinto!, que est¨¢ ajerezado por caliente. Y con el blanco: "Yo creo en los fen¨®menos que atraviesan una generaci¨®n por lo menos". Se acab¨® la cena. A dormir a las tres de la madrugada.
Una se?orita se cuela
Pr¨®logo del concierto nocturno. Julio Iglesias, solo, en la terraza del hotel, toma el sol todo el d¨ªa, come un filete y bebe agua mineral, mientras cumple con las dos horas diarias de gimnasia. Una se?orita de estilo belleza vertical se cuela. Julio: "En este momento pienso en lo qu¨¦ va a ser mi vida en los proximos tres a?os". ?Y qu¨¦?. "No lo s¨¦, vender¨¦ discos, supongo. Es m¨¢gico esto de vender discos, no tiene l¨®gica ninguna; comprar un disco es una cosa sociol¨®gica. Tambi¨¦n volver¨¦ a leer libros, digo. Ahora no los leo; no he le¨ªdo a Garc¨ªa M¨¢rquez, pero he hablado 12 horas con ¨¦l y me lo s¨¦ todo".
Mientras Julio Iglesias duerme la siesta, Daniel Barbadano, un responsable de cultura del ayuntamiento: "No me interesa personalmente Julio, pero arrastra una movida tal que eso favorece a este Benidorm que tenemos que vender; luego adelante con Julio. A la gente le gusta, porque llena las plazas de toros. Y a m¨ª no me molesta que sea un embajador espa?ol, como en su medida lo son Ballesteros o la Caball¨¦. Esto es un hecho y no se discute".
Esta semana todas las calles de Benidorm, se?alizadas con el nombre de Julio Iglesias, conducen a la plaza de toros. Un matrimonio franc¨¦s, en Mercedes: "Naturalmente que iremos a verlo". Irene Mar¨ªn, graduada social: "Es la primera vez que voy a verlo. Es atractivo, me gusta y tiene voz. A los que no les gusta son hombres en mayor¨ªa". Playa del Levante, atasco de sol, mar y cuerpos: "Es un fenomeno". "Lo que m¨¢s le envidio son las chavalas". "Hace ¨¦l m¨¢s por Espa?a que todo el gobierno". ?Donde hay un anti?.
Salida del hotel, camino de la plaza de toros. ?Quinientas, mil personas?. El colapso es temible. Acordonado por dos docenas de polic¨ªas, su escolta y colaboradores, firma un aut¨®grafo a un parapl¨¦jico que esperaba desde mediod¨ªa. En la plaza, ensaya dos horas, se retira, y aparece ante 10.000 enloquecidos, mujeres en su mayor¨ªa, j¨®venes y maduras por igual, hombres, parejas de novios mano en la mano. Aurora y Mar¨ªa ?ngeles llegan a tocarlo y se preguntan: "?Nos lo creer¨¢n?" Mar¨ªa Jes¨²s, Carmen y Mar¨ªa Pilar son fulminantes: "Es ¨²nico". Aparece en escena. El delirio. Canta. El frenes¨ª. Cuatrocientas personas, polic¨ªas y paisanos consiguieron, al final, meterlo en el coche camino de Mallorca.
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