Coalici¨®n para La Paz
LAS RECIENTES elecciones presidenciales bolivianas indicaron que la opini¨®n no sent¨ªa una pasi¨®n particular por entregar el poder a ninguno de los tres principales candidatos. S¨¢nchez de Lozada, en representaci¨®n del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR); Jaime Paz Zamora, a la cabeza del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y el ex general Hugo B¨¢nzer, por la derechista Acci¨®n Democr¨¢tica Nacionalista (ADN), quedaron separados por poco m¨¢s de 50.000 votos de diferencia, con una ligera ventaja del MNR.Ese equilibrio ha hecho que ninguno de los tres candidatos disponga de mayor¨ªa suficiente como para garantizar su ratificaci¨®n por el Congreso, forzando acuerdos muy complejos y finalmente sorprendentes. El tercer clasificado, Jaime Paz -sobrino de Paz Estenssoro, f¨²ndador del MNR y presidente saliente del pa¨ªs-, ha accedido a la jefatura del Estado por un acuerdo con el partido del antiguo dictador militar B¨¢nzer. ?ste ha acusado a S¨¢nchez Lozada de haber roto unilateralmente el compromiso entre las dos fuerzas derechistas y que, de haberse respetado, hubiera concedido la presidencia al ex dictador, en virtud del principio de alternancia en ¨¦l establecido.
El acuerdo Paz-B¨¢nzer concede a la ADN 10 de las 18 carteras ministeriales y, si bien es cierto que el MIR se beneficiar¨¢ de la presencia de su l¨ªder en la presidencia de la naci¨®n, el complejo equilibrio entre los dos partidos prev¨¦ la creaci¨®n de un llamado consejo de convergencia, presidida por B¨¢nzer, y que, a falta de una definici¨®n m¨¢s precisa de sus funciones, parece perfilarse como una especie de c¨¢mara de apelaci¨®n por encima del propio Gobierno. En cualquier caso, ser¨¢ la pr¨¢ctica -incluyendo la mayor o menor capacidad de Paz Zamora para conectar con la opini¨®n p¨²blica- la que determinar¨¢ qu¨¦ clase de copresidencia habr¨¢ en Bolivia.
En segundo lugar, hay que entender c¨®mo las cuestiones personales condicionan el pacto entre los seguidores del ex general que en los a?os setenta encarcelaba a los izquierdistas de toda condici¨®n, incluido al nuevo presidente, y los de este ¨²ltimo. En este caso, las rivalidades personales, la b¨²squeda de un electorado relativamente sin¨¢lar entre MNR y MIR, y hasta el parentesco entre t¨ªo y sobrino, han hecho imposible el pacto, conduciendo por,exclusi¨®n al acuerdo entre izquierda y derecha.
De otro lado, en la situaci¨®n econ¨®micamente dificil -aunque el Gobierno de Paz Estenssoro haya domesticado la inflaci¨®n con un dr¨¢stico plan de austeridad- y pol¨ªticamente plagada de peligros con un plan de lucha contra el narcotr¨¢fico, parece encomiable la capacidad de entendimiento que han mostrado las principales fuerzas del pa¨ªs. El pacto puede ser de dificil ejecuci¨®n, la desilusi¨®n o el escepticismo entre los seguidores de uno y otro partido ser¨¢n inevitables, pero ya el Gobierno del MNR hab¨ªa mostrado el camino para el restablecimiento del cr¨¦dito y de la salud internacionales de Bolivia, y no es probable que la alianza de los extremos vaya a poder separarse mucho de esa l¨ªnea. La hora de la austeridad gubernamental se impone desde M¨¦xico hasta Buenos Aires, de Caracas a Lima, y no habr¨ªa que pensar que La Paz hubiera de ser diferente.
El verdadero problema para el pr¨®ximo presidente boliviano es el de si esa austeridad, con los graves costes sociales que comporta, bastar¨¢ para mejorar en un plazo razonable los ¨ªndices de bienestar de la poblaci¨®n, que hoy son en gran medida de supervivencia. La coalici¨®n MIR-ADN quiz¨¢ no es una mala receta para hacer esa averiguaci¨®n.
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