Tres en raya
CON O sin adelanto de las elecciones legislativas, entre este oto?o y la primavera de 1991 -es decir, en un plazo de 18 meses-, habr¨¢n de celebrarse no menos de seis o siete elecciones: adem¨¢s de las legislativas, las auton¨®micas de Galicia, Andaluc¨ªa y el Pa¨ªs Vasco; las municipales en toda Espa?a; las auton¨®micas de las comunidades que se rigen por el art¨ªculo 141 de la Constituci¨®n, y, seguramente, las auton¨®micas de Madrid. La celebraci¨®n de elecciones de diverso orden cada poco tiempo podr¨ªa parecer un factor de democratizaci¨®n, en la medida en que aumentar¨ªa el control de los gobernantes por los ciudadanos. Sin embargo, la experiencia concreta ha demostrado que, a medio plazo, el efecto de ese eventual exceso de participaci¨®n es la ausencia de participaci¨®n: los ciudadanos se sienten saturados de pol¨ªtica y aumenta en ellos la apat¨ªa electoral, con el. efecto de deslegitimar las instituciones en que se fundamenta el sistema representativo.De otro lado, la democracia es cara. Las elecciones cuestan mucho dinero, sin que las diversas medidas ensayadas, en Espa?a y en otros pa¨ªses, para poner l¨ªmite al despilfarro a que lleva la emulaci¨®n propagand¨ªstica entre partidos y Candidatos haya tenido efecto alguno. Lo ¨²nico que cabe, entonces, es intentar agrupar diversas elecciones en las mismas fechas, de forma que se evite en lo posible tanto ese despilfarro como reacciones de hast¨ªo y apat¨ªa. De ah¨ª que parezca razonable el intento de consensuar una reforma de la legislaci¨®n electoral tendente a unificar diversas convocatorias electorales. El principio de acuerdo -o "acercamiento sin acuerdo concreto", en palabras del interlocutor del PP Jos¨¦ Antonio Segurado- al que parecen haber llegado socialistas y populares es coherente con la opini¨®n en tal sentido reiteradamente expuesta por Fraga y, recientemente, por Felipe Gonz¨¢lez. Ese acuerdo, que a¨²n debe perfilarse de manera m¨¢s precisa y abrirse a la consideraci¨®n de otras fuerzas, se refiere en principio a las auton¨®micas y municipales, pero podr¨ªa servir de pauta para otras agrupaciones, en la perspectiva de ir configurando un mapa relativamente concentrado y sometido al m¨ªnimo posible de imponderables. En cualquier caso, deber¨¢ ser un acuerdo lo suficientemente flexible como para que situaciones excepcionales puedan resolverse sin gran conmoci¨®n.
Esa flexibilidad deber¨¢ ser m¨¢xima en lo referente a las comunidades aut¨®nomas vasca y catalana, cuyos presidentes disponen de facultad para disolver sus propios Parlamentos. Y ello por razones estrictamente pol¨ªticas: las virtualidades del sistema auton¨®mico para producir la plena integraci¨®n de los nacionalismos en el sistema constitucional dependen en buena medida de la posibilidad de singularizaciones de relieve en el terreno m¨¢s espec¨ªficamente pol¨ªtico. Y pocos asuntos tienen, en ese aspecto, la carga simb¨®lica que se atribuye a la capacidad para disolver la c¨¢mara y convocar elecciones.
El anuncio del posible acuerdo se ha producido al mismo tiempo que Fraga propon¨ªa hacer coincidir las elecciones auton¨®micas gallegas con las legislativas, si por fin se adelantasen ¨¦stas al pr¨®ximo oto?o. Resultando coherente con ese criterio general de concentraci¨®n de comicios, parece una buena iniciativa, especialmente por referirse a una comunidad caracterizada por sus elevados ¨ªndices de abstenci¨®n. La coincidencia de las dos elecciones estimular¨ªa probablemente una mayor participaci¨®n, por lo que quien se oponga a esa iniciativa de Fraga deber¨¢ exhibir poderosas razones, sin que baste aducir que esa mayor participaci¨®n podr¨ªa favorecer la candidatura del l¨ªder del PP a la presidencia de la Xunta. Finalmente, existe la posibilidad de que la crisis abierta en la Comunidad de Madrid se resuelva mediante un acuerdo que conduzca al adelanto de elecciones en esa autonom¨ªa por una v¨ªa diferente a la de la reforma del Estatuto, demasiado larga y complicada. Si as¨ª fuera, lo que sin duda es deseable desde la perspectiva de los intereses de los ciudadanos, podr¨ªa estudiarse la conveniencia de hacerlas coincidir tambi¨¦n con las legislativas, si ¨¦stas se adelantan, y, en todo caso, con las gallegas.
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