Washington, capital del crimen
El distrito de Columbia, con 270 asesinatos en lo que va de a?o, supera a Nueva York
Washington se sigue ganando el nada honroso t¨ªtulo de capital del crimen de Estados Unidos a golpe diario de pistola y de navaja. Hasta el pasado mi¨¦rcoles, el n¨²mero de asesinatos en el distrito de Columbia, el ¨¢rea metropolitana de la capital norteamericana, ascend¨ªa a la escalofriante cifra de 270, un incremento de 79 sobre los cometidos el a?o pasado por estas mismas fechas.
En 1988, Washington bati¨® el r¨¦cord de homicidios por cada 100.000 habitantes del pa¨ªs, arrebat¨¢ndole la primac¨ªa hasta las hasta entonces capitales del crimen: Detroit y Nueva York. Con una poblaci¨®n de s¨®lo 638.000 almas, el ¨ªndice de asesinatos durante 1988 en la capital federal fue de 60 por cada 100.000 habitantes, mientras que el de la meg¨¢polis neoyorquina s¨®lo ascendi¨® a 25. Sin embargo, y a pesar de estas crudas estad¨ªsticas que su pol¨¦mico alcalde, Marion Barry, considera normales, "no peores que las de cualquier otra ciudad", el Washington blanco y oficial no se considera todav¨ªa amenazado de forma directa. La raz¨®n no es otra que todos los cr¨ªmenes se cometen pr¨¢cticamente en los barrios situados al noreste y sureste del distrito de Columbia, ocupados en su casi totalidad por ciudadanos negros o hispanos. La l¨ªnea divisoria que separa a los dos mundos que viven pero no conviven en la capital es el parque de Rock Creek. El motor de m¨¢s del 90% de esos cr¨ªmenes es la droga, principalmente el crack, que se vende tranquilamente en m¨¢s de 80 bazares callejeros a pesar del incremento de la vigilancia policial.
Se calcula que cada 16 horas se comete un asesinato en las calles de Washington, aunque a veces el ritmo es infinitamente superior. Entre las ¨²ltimas horas del pasado martes y las primeras del mi¨¦rcoles, cinco personas perdieron la vida por heridas de arma blanca o de fuego en diversos lugares de la capital. Entre ellas un joven de 16 a?os que muri¨® en brazos de su abuela. Ninguno de los asesinatos ha sido resuelto todav¨ªa, aunque la polic¨ªa detuvo a un sospechoso de 16 a?os al que se acusa de otros dos asesinatos m¨¢s.
Intentos fracasados
Todos los intentos de combatir la violencia emprendidos hasta la fecha por las autoridades municipales han fracasado, a pesar de que la polic¨ªa controlada por el Ayuntamiento de Washington cuenta con unos efectivos superiores a los 4.000 hombres, de los que s¨®lo 250 son verdaderos especialistas en la lucha antidroga. El pasado marzo, el Ayuntamiento aprob¨® por unanimidad la imposici¨®n de un toque de queda entre las once de la noche y las seis de la ma?ana para los menores de 18 a?os que no pudiesen demostrar que regresaban a sus casas procedentes de clases nocturnas o de un espect¨¢culo. Pero el alcalde Barry se neg¨® a firmar la orden, como consecuencia de una disposici¨®n de un tribunal del distrito de Columbia que cuestionaba su constitucionalidad.
Por su parte, ante el clamor de diputados y senadores de Capitol Hill escandalizados por el rosario de asesinatos diarios, el presidente George Bush anunci¨® que estar¨ªa dispuesto a utilizar el Ej¨¦rcito y la Guardia Nacional para combatir la violencia desencadenada por la droga en las calles de Washington. A los mandos militares y de la Guardia Nacional no pareci¨® entusiasmarles demasiado la propuesta de Bush y desde finales de marzo no se ha vuelto a hablar del tema, quiz¨¢ a la espera de que el zar antidroga, William Bennet, un ex secretario de Educaci¨®n de Ronald Reagan nombrado por Bush coordinador de la lucha nacional contra el narcotr¨¢fico, anuncie en septiembre sus planes para intentar controlar lo que se denomina en este pa¨ªs "la verdadera guerra a la que se enfrenta Estados Unidos". Hasta entonces, la responsabilidad de controlar la violencia sigue en manos del alcalde Barry cuya eficacia hasta el momento ha sido nula.
El nuevo jefe de polic¨ªa, Isaac Fulwood hijo , alarmado ante los cinco asesinatos registrados en la noche del 8 al 9 de agosto, ha ordenado que los polic¨ªas bajo su mando realicen en la calle turnos de 12 horas como "demostraci¨®n de fuerza". Pero nadie conf¨ªa en que esa "demostraci¨®n de fuerza" consiga resultados positivos en la lucha contra el narcotr¨¢fico, cuyos jefes, entre otras cosas, superan a la polic¨ªa en medios econ¨®micos y en potencia de fuego.
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