Una mansada

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Los taurinos vienen reclamando de la autoridad una modificaci¨®n a la baja, o supresi¨®n, del peso reglamentario. Invocan como argumento que los toros se caen por exceso de kilos. Ayer, cuatro de los seis lidiados sobrepasaban en m¨¢s de 100 kilos el peso reglamentario de esta plaza. No se cay¨® ninguno, y apenas abrieron la boca durante la lidia, como s¨ªntoma de asfixia. La generalidad de las corridas se lidian con notable super¨¢vit de kilos sobre lo reglamentario. Luego el tema no est¨¢ en el peso, sino en el trap¨ªo.

Los de ayer ten¨ªan peso y trap¨ªo. Lo que no ten¨ªan era sangre brava, y alguno, como el segundo, tuvo, adem¨¢s, muy malas ideas. Fueron seis mansos sin paliativos.

Jos¨¦ Luis Parada consigui¨® sacarle a su primero una tanda de redondos, que no tuvo continuidad en el resto de su labor, ya que su oponente enseguida empez¨® a defenderse, especialmente por el lado Izquierdo. El cuarto, que ten¨ªa un inc¨®modo cabeceo, disfrutaba de cierto recorrido, que no aprovech¨® el de Sanl¨²car para centrarse con ¨¦l, al que intent¨® torear sobre anibas manos, con m¨¢s voluntad que brillo.

Jug¨¢ndose el pellejo

Fernando Lozano, sin quitarle la muleta un momento de la cara a su primero, consigui¨® muletazos muy estimables de corta trayectoria. Estuvo claramente por encima del manso. En el sexto, su tarea careci¨® de lucimiento, pues por el lado izquierdo el toro era impotable, y por el derecho consigui¨® algunos muletazos de muy corto recorrido.En M¨¢laga se viene practicando diariamente la rueda de peones, sin que la autoridad, a trav¨¦s de los alcuacilillos, ponga coto a esa corruptela.