El com¨²n contra la democracia
?bamos diciendo, como recordar¨¢n, que la mayor¨ªa no es igual que todos y que entender esa diferencia era para usted de importancia pol¨ªtica capital. Es m¨¢s, esa diferencia monta a tanto como a contradicci¨®n: todos es lo contrario de la mayor¨ªa.Esto se oye bastante claro en los restos de un libro de un tal Her¨¢clito o Heraclito que nos han llegado, donde en un lugar (n¨²mero 2) suena "com¨²n a todos es el pensar" y en otro (n¨²mero 4) dice: "Pero, siendo la raz¨®n com¨²n, viven los m¨¢s como teniendo [cada uno] un pensamiento privado suyo".
Es decir, que la mayor¨ªa est¨¢ compuesta de cada cuales, como usted, por ejemplo, que sabe cada uno ad¨®nde va, qu¨¦ es lo que quiere: de eso es de lo que est¨¢n formadas las masas que Estado y capital necesitan para su imperio y desarrollo: de individuos como usted (y como yo, hombre, no se me amoh¨ªne), porque formar desde arriba necesidades y gustos personales es procedimiento bien sabido de la m¨¢quina, y luego ya basta con la idiocia personal de cada uno que se crea que es ¨¦l el que quiere lo que quiere y el que sabe lo que sabe. ?No era verdad que cada alma es Dios?
Y as¨ª, no tiene por qu¨¦ extra?arle que cualquier producto que se gane a la mayor¨ªa para su fe y su compra haya de ser falso, in¨²til para la gente, tedioso para la vida y, al fin, funesto. Eche usted una mirada al mercado de los transportes, de la m¨²sica, de las ideas: ?qu¨¦? Pues ya ve: no era por casualidad.
Ni tiene tampoco que extra?arle que cada vez que la mayor¨ªa se expresa en una votaci¨®n o refer¨¦ndum el resultado haya de ser por fuerza reaccionario, como dec¨ªan los militantes de anta?o, conformista y, en fin, personal y triste (estoy esperando a ver en qu¨¦ queda lo del de Chile, que parec¨ªa la excepci¨®n destinada a confirmar la regla), como bien lo saben los l¨ªderes de las masas personales, que en cuanto algo de rebeli¨®n informe bulle entre el p¨²blico o pueblo se apresuran a poner la cosa a votaci¨®n. Lo hab¨ªa usted notado, ?no?; pues no era por casualidad tampoco.
Cuanto m¨¢s es cada uno el que vota (cuanto m¨¢s a solas y secreto deposita su voto cada individuo), m¨¢s votan en conjunto lo que el se?or manda, pero, eso s¨ª, expresando cada uno su voluntad, para que as¨ª el voto de la mayor¨ªa sea la suma de las idiocias personales.
Eso es la masa que los ejecutivos de Dios (Estado y capital) manejan: un conjunto de individuos; y ah¨ª se funda la forma m¨¢s perfecta de la dominaci¨®n, llamada democracia -quiero decir la verdadera, caray, la propiamente dicha, o sea, la nuestra, la de este primer mundo, a la que las otras formas de dominaci¨®n aspiran irremisiblemente por el camino de la historia hacia la meta del futuro.
Otra cosa
(?Le parece a usted que me repito? Perd¨®neme por haber temido que no hubiera usted entendido bien a la primera: le tienen a usted los pol¨ªticos tan hecho a no entender m¨¢s que lo que ya ten¨ªa usted sabido ... )
Y, sin embargo, aqu¨ª me empe?o en repetirle a usted, cada vez que me dejan, que eso no es a menudo equivoc¨¢ndolo con las ideas y normas dominantes (la mitad del refranero es, ay, no popular, sino servil y reaccionaria), sin embargo, sigue latiendo un significado de sentido com¨²n en que se confunden el seso y el sentimiento, y eso es lo popular y lo inteligente.
El pueblo no mata
Y aunque uno personalmente tienda, cuando habla, a no dar m¨¢s que su opini¨®n, esto es, a repetir las ideas masivas y dominantes, de cuando en cuando entre algunos de por ac¨¢ abajo sigue acertando a hablar el pueblo, el que siente y no se cree las mentiras que el poder le mete: ya el otro d¨ªa daba aqu¨ª algunos ejemplos al azar, y otros recojo a cada paso de los oyentes de Radio 3 que hablan los viernes de doce a una del d¨ªa con nosotros y que nos escriben, a veces personalmente, pero otras de una manera com¨²n y popular, esto es, inteligente. O si no, ?por qu¨¦ no habla usted, ya que me viene a los dedos, con los anarcos desenga?ados de Asturias; por ejemplo, a nombre de Enrique Quir¨®s Bernardo, general Zuvillaga, 14, buz¨®n 8, 33005 Oviedo?; o tambi¨¦n, ah¨ª tiene usted unos ferroviarios catalanes que me escriben (Alfons Bech, estaci¨®n Barcelona Morrot, Renfe, Barcelona), que aunque hace unos d¨ªas se llamaban a¨²n trotskistas o algo as¨ª y se met¨ªan en las elecciones, no por ello dejan de sentir lo que importa, la muerte del ferrocarril que el capital y Estado democr¨¢ticos imponen como muestra ilustre de herida del pueblo y enga?o del poder.
Hay pueblo, aunque no se sepa d¨®nde (como no se diga "en el lenguaje popular", que no es m¨¢s que poner lo mismo del rev¨¦s), hay pueblo y com¨²n en contra de las personas, la masa y la democracia.
Ahora me dir¨¢ usted que c¨®mo se distingue lo uno de lo otro. Bueno, pues ya le he dado algunas se?as negativas: que no vota, que no tiene opiniones personales, que no se cuenta en n¨²mero de almas... Ah, y lo que don Mart¨ªn-Miguel Rubio Esteban descubri¨®, hace cosa de dos meses, en una carta al director publicada en este mismo rotativo: "El pueblo no mata a nadie". Es una diferencia que acaso le impresione un poco: las personas asesinan, la masa lincha, la democracia mata, ya sea por justicia y silla el¨¦ctrica, ya sea por negocio y autom¨®vil, pues es funci¨®n esencial de todo Estado la de administrar la muerte. Pero el pueblo no mata a nadie -ya ve ust¨¦: ?c¨®mo va, si no es nadie ni tiene ideas ni voluntad, sino s¨®lo sentimientos y raz¨®n com¨²n?.
As¨ª que usted ver¨¢ si hay o no hay, o si prefiere usted seguir a lo democr¨¢tico pegando el paso al l¨ªmite y creyendo que la mayor¨ªa son todos y que no hay m¨¢s pueblo que las masas y las personas.
Pero no sufra tampoco demasiado por la decisi¨®n; no pene usted, hombre, a lo mejor tambi¨¦n usted es algo pueblo; en la medida, claro, en que no sea propiamente usted.
Pero con esto nos metemos ya casi a hacerle a usted un psicoan¨¢lisis, y como es tan interesante lo que tiene que hacer el psicoan¨¢lisis con la pol¨ªtica, lo dejaremos para otra, ?no?.
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