Fidelidad al g¨¦nero c¨®mico

Juan Jos¨¦ Alonso Mill¨¢n tiene estrenadas unas 60 comedias de tensi¨®n c¨®mica fuera de la l¨®gica. Es un teatro hoy poco cultivado, o mal, probablemente por falta de autores. En Cu¨¦ntalo t¨², que tienes m¨¢s gracia, con la que se entreabre la temporada en un mes de agosto repleto, al parecer, de personajes populares que llenaban el Mu?oz Seca -y desprend¨ªan un calor humano poco com¨²n-, acude a la f¨®rmula de los tres cuadros unidos por un lugar y las variantes de una misma situaci¨®n: prostitutas de lujo y sus clientes, y sus casos: en ninguno de ellos se cumple la misi¨®n de la cita.Esta frustraci¨®n sexual parece uno de los recursos c¨®micos m¨¢s caracter¨ªsticos de este tipo de teatro, e incluso lo que podr¨ªamos llamar -con exageraci¨®n- tesis del juguete esc¨¦nico. Las tres prostitutas las interpreta una misma actriz, Anal¨ªa Gad¨¦, y los tres clientes el actor Juanjo Men¨¦ndez; las variaciones propias de estos int¨¦rpretes de calidad y su falta de prejuicios a la hora de buscar la risa son, tambi¨¦n, elementos b¨¢sico.

Camareras

Una pareja de camareras del hotel de los l¨ªos -por aplicarle una denominaci¨®n cl¨¢sica en el vodevil- hace de nexo entre los cuadros: una de estas camareras es Gracita Morales -la otra es Julia Blanco-, que mantiene sus peculiaridades de actriz ¨²nica y que sabe colocar sus frases como se hac¨ªa en el teatro antiguo.A pesar de las variantes, la triple situaci¨®n se repite demasiado a s¨ª misma. Alonso Mill¨¢n sale de las situaciones para hacer incursiones por el terreno de la actualidad, a veces un poco pasada, como si hubiera reposado en un caj¨®n -la transici¨®n, el miedo al golpe militar...-, a veces de hoy mismo: nombres y sucesos pasan por el escenario y su sola menci¨®n hace re¨ªr independientemente de la calidad del chiste que lleven dentro: es otra caracter¨ªstica del g¨¦nero.

Al final, en el ¨²ltimo cuadro, se tiene la sensaci¨®n de que el autor no sabe despegarse de la comedia, que rebota por todas partes sin encontrar la puerta de salida. La colaboraci¨®n de los actores, sus muecas, saltos, retorcimientos y gritos, los disfraces que adoptan, la exageraci¨®n de las situaciones, divierten m¨¢s al principio; quiz¨¢ no porque despu¨¦s sean peores, sino porque act¨²an ya sobre el cansancio y lo ya visto.

Pero la buena voluntad de un p¨²blico tan seleccionado y tan amistoso, y su deseo de re¨ªr, pasan por encima de todo. Y el trabajo de los actores: es agotador y no lo llevan nunca por la facilidad.

Mantienen el ritmo del esfuerzo, con la direcci¨®n del propio Juan Jos¨¦ Alonso Mill¨¢n, y reciben sus ovaciones: en unas palabras finales el feliz y nervioso autor recalc¨® la cantidad de trabajo que se acababa de desarrollar en el escenario.