Cuerno sospechoso
El cuerno del toro de lidia es masa ¨®sea que le nace por la sesera y, curv¨¢ndose en progresiva disminuci¨®n, termina afilad¨ªsimo. Cuando no termina afilad¨ªsimo, malo: ese cuerno es sospechoso. De acuerdo con esta definici¨®n, los cuernos de los Buend¨ªa de ayer, malo: eran sospechosos.Ocurre con los toros como con los hombres, mejorando lo presente: que se les nota enseguida si van afeitados o no. Cierto que no se puede hacer semejante aseveraci¨®n en t¨¦rminos absolutos, pues los hay barbilampi?os. Es decir, que se pone uno en la salida del metro, cuenta los hombres que van afeitados y los que no y puede luego hacer una estad¨ªstica, en la que habr¨¢ de admitir un peque?o margen de error. Lo que no admiten ni la estad¨ªstica, ni la l¨®gica, es que todos los hombres afeitados que salen del metro afeitados sean barbilampi?os.
Buend¨ªa / Robles, Ortega Cano, Campuzano
Toros de Joaqu¨ªn Buend¨ªa, con trap¨ªo, sospechosos de pitones, tres encastados, y resto, lo contrario. Julio Robles: estocada ca¨ªda, rueda de peones y dos descabellos (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada corta descaradamente baja y rueda de peones (aplausos). Ortega Cano: estocada ca¨ªda (petici¨®n minoritaria y vuelta); dos pinchazos y estocada trasera desprendida (silencio). Tom¨¢s Campuzano: estocada ladeada y dos descabellos (ovaci¨®n y salida al tercio); bajonazo y descabello (vuelta). Plaza de Vista Alegre, 21 de agosto. Tercera corrida de feria.
En el mismo orden de cosas, ni la estad¨ªstica ni la l¨®gica admiten tampoco que los seis Buend¨ªa de ayer, cornicortos y astigordos, fueran barbilampi?os. As¨ª que algo les debi¨® ocurrir. Quiz¨¢ que les iban a torear figuras del toreo. Cuando a una ganader¨ªa llega la noticia de que ha sido elegida por figuras del toreo, los toros se echan a temblar. Las vacas les dicen a los becerros inapetentes: "Si no mamas, vendr¨¢ el barbero". Y los becerros se agarran como lapas a las teticas".
Las figuras del toreo anunciadas, Espartaco y Joselito, no pudieron acudir a la cita bilba¨ªna, pues se encuentran heridos, y sus sustitutos, Julio Robles y Ortega, Cano, se aprovecharon de los Buend¨ªa con sospechoso cuerno. Aunque tampoco es que se aprovecharan demasia do, a pesar de que algunos Buend¨ªa embest¨ªan de dulce.
Dicen los taurinos que los toros no embisten, y algo de eso hay, pero llegan los que embisten y tampoco pasa nada. Al primer Buend¨ªa, Julio Robles le embarc¨® largo varios naturales y redondos dentro de diversas tandas incoloras, y ah¨ª qued¨® la faena. Al bondadoso segundo, Ortega Cano le aplic¨® largu¨ªsimo y relamido muleteo sin dejar ning¨²n pase para el recuerdo. En sus otros toros, algo dificultosos ya que acortaban la embestida para cotillear el tendido -el de Robles, adem¨¢s, acab¨® incierto- ambas figuras sustitutas optaron por abreviar.
Otro Buend¨ªa de sospechoso cuerno y encastada sangre le correspo9ndi¨® a Tom¨¢s Campuzano, que hizo el ¨²nico toreo ortodoxo en la tarde. Citar previos zapatillazos, meter el pico, tambi¨¦n lo hizo, y esos truquillos no pudieron pasar desapercibidos a la afici¨®n docta, mas el temple de algunos pases instrumentados con cadencia, tampoco, y ah¨ª estuvo el m¨¦rito mayor de la faena. En cambio a la galer¨ªa s¨®lo le entusiasm¨® la sarta de molinetes que dio al final.
El ¨²ltimo Buend¨ªa pesaba 649 kilos, que para las normas de la divisa es una barbaridad. Embisti¨® poco, Tomas Campuzano le porfi¨® mucho, levant¨® los ¨¢nimos bilba¨ªnos con giraldillas, y a punto estuvo de: cortar una oreja. A la gente le doli¨® que no la cortara. Lo del sospechoso cuerno, sin embargo, no dio la sensaci¨®n de que le conmoviera el alma.
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