Regresi¨®n china
SE HABLA poco ¨²ltimamente en la Prensa china sobre la represi¨®n, sin duda por temor al desprestigio internacional. Pero las cifras que circulan en los medios diplom¨¢ticos de Pek¨ªn son aterradoras: desde el pasado junio, de 8.000 a 9.000 ejecuciones (incluyendo a delincuentes comunes) y de 20.000 a 30.000 encarcelados. Y la represi¨®n no ha terminado. Las recientes declaraciones de Song Ping, nuevo miembro del comit¨¦ permanente del Bur¨® Pol¨ªtico del Partido Comunista Chino (PCCh), reflejan una actitud agresiva contra "el n¨²mero sustancial" de altos cargos del partido "comprometidos con la contrarrevoluci¨®n" o que "protegen" a los culpables. Es un tono propio de un poder que s¨®lo conf¨ªa en la represi¨®n para asegurar que sigan gobernando los "verdaderos comunistas".Durante el verano las condenas judiciales se han combinado con una amplia depuraci¨®n del partido y de la Administraci¨®n para eliminar a los que expresaron simpat¨ªa por las manifestaciones estudiantiles. Simpat¨ªa que, seg¨²n la tesis hoy vigente, equivale a complicidad con la contrarrevoluci¨®n. Para acabar con el liberalismo burgu¨¦s se aplican m¨¦todos que recuerdan las etapas de un comunismo de cuartel y de la llamada revoluci¨®n cultural en la ¨²ltima etapa de Mao Zedong. Las purgas afectan sobre todo a la Prensa, a la Universidad y al sector del PCCh pr¨®ximo al antiguo secretario general Zhao Ziyang, depuesto por su apoyo a los estudiantes. En los peri¨®dicos de Pek¨ªn, empezando por el Diario del Pueblo, ¨®rgano del Comit¨¦ Central del partido, los directores y otros cargos responsables han sido eliminados y sustituidos por personas escogidas por los militares. Lo mismo ha ocurrido en otras ciudades. Li Ruihuan, el nuevo responsable de propaganda del PCCh, ha pedido a los periodistas que "denuncien la naturaleza hip¨®crita y reaccionaria de la noci¨®n burguesa de libertad de prensa". Las cosas no pod¨ªan estar m¨¢s claras. Se trata de volver a una Prensa uniformada que repita las consignas del poder.
En cuanto a las universidades, las autoridades temen la reapertura de los cursos, y est¨¢n preparando medidas para someter a los estudiantes durante su primer a?o a una preparaci¨®n patri¨®tica que garantice su aceptaci¨®n de la ideolog¨ªa oficial. Solamente podr¨¢n seguir estudiando quienes den pruebas de una actitud conformista. No es probable que medidas de ese tipo puedan extinguir los anhelos democr¨¢ticos que se manifestaron de modo tan impresionante en la plaza de Tiananmen. Imponer a la fuerza una ideolog¨ªa a los j¨®venes es un m¨¦todo que suele tener el efecto contrario. Pero otros proyectos, como el env¨ªo obligatorio de los estudiantes al campo durante un a?o, pueden tener consecuencias m¨¢s graves, porque servir¨ªan -como ocurri¨® durante la revoluci¨®n cultural- para aplicar represiones masivas, poniendo adem¨¢s en peligro la formaci¨®n de las nuevas elites cient¨ªficas del pa¨ªs.
Al mismo tiempo no parece haber terminado -como lo refleja Song Ping- la lucha en el seno de la direcci¨®n del PCCh. Por mucho que se hable de contrarrevoluci¨®n, lo cierto es que la reforma pedida por Zhao Ziyang era mucho m¨¢s cauta que la de Gorbachov. Las corrientes reformistas no se han extinguido y la misma realidad confirma su raz¨®n de ser. El equipo que hoy dirige al partido est¨¢ formado sobre todo por veteranos sectarios y tecn¨®cratas oportunistas. Aunque cuenta con el apoyo del anciano Deng Xiaoping, su pol¨ªtica niega muchos de los rasgos de la etapa reformista que ¨¦l encabez¨® desde 1978. ?Hasta d¨®nde va a llegar este retroceso? Hay algo de la etapa reformista a lo que los dirigentes chinos no renuncian: la apertura a Occidente. Temen volver al aislamiento, y tienen para ello poderos¨ªsimas razones econ¨®micas. No parece que los Gobiernos occidentales pongan serias dificultades a ese deseo. Kissinger ha dado la pauta del realismo c¨ªnico en un art¨ªculo de Los Angeles Times: "China es demasiado importante para la seguridad americana como para arriesgar la relaci¨®n con ella por emociones del momento". En Jap¨®n, como en EE UU, los hombres de negocios vuelven a Pek¨ªn con el benepl¨¢cito de los Gobiernos. El mundo parece amoldarse a la lamentable regresi¨®n de China hacia m¨¦todos del pasado.
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