'Chorizos', ¨¦tica y periodistas
El te¨®logo monse?or Mart¨ªn Patino, aprovechando el seminario que dirige sobre Argumentos ¨¦ticos y valores sociales en el Palacio de La Magdalena de Santander, parece que ha dicho, seg¨²n informan los medios de comunicaci¨®n, que los periodistas son unos chorizos que carecen de ¨¦tica y que hay cuadras de periodistas que se alquilan. Viene a ser el mismo discurso de aquella duquesa alcanforizada que hace d¨¦cadas autoriz¨® a sus criados para dar pienso y alojamiento a unos informadores en su palacio de Las Due?as de Sevilla.Ignor¨® cu¨¢l es el motivo, y hasta si lo hay, de que este verano, especialmente este verano, la caza y desprestigio del mensajero se est¨¦ convirtiendo en moda l¨²dica. Hace unos d¨ªas, y a causa de la informaci¨®n que daban los medios sobre un desgraciado accidente ocurrido en Alicante, con el saldo de varias muertes, los familiares de una de las v¨ªctimas intentaron agredir a un c¨¢mara de TVE y culparon a la Prensa de lo que estaba pasando (?). Con motivo de la visita del Papa, los informadores, gr¨¢ficos y no gr¨¢ficos, que acompa?aban a Su Santidad en el viaje formularon una protesta porque nada m¨¢s bajarse del avi¨®n que los tra¨ªa de Roma los aparcaron en un corral compostelano para que no estorbaran. Y hasta un conocido acad¨¦mico, procaz y a veces deslenguado, se ha sentido ofendido porque alguna prensa ha publicado sus reverdecidos amores, con cambio de domicilio incluido. Esto ha ocurrido s¨®lo en la ¨²ltima semana; si continuamos dando la vuelta al calendario, veremos que cuestiones similares se vienen suscitando con inusitada virulencia de una ¨¦poca hacia ac¨¢. Reitero que no s¨¦ si la causa son las fases lunares, la d¨ªscola temperatura, el probable anuncio de elecciones generales, el paso de los moros por Castilla o simplemente que hay mucha gente con una situaci¨®n mental de hiperespacio plano.
Reflexionemos. Una persona, la gente, puede ser noticia por una de estas dos causas: porque es un personaje p¨²blico, bien por su trabajo, bien porque la publicidad lo haya convertido en p¨²blico, y en cualquier caso porque su actividad tiene una proyecci¨®n p¨²blica querida por ¨¦l; o porque se encuentra involucrado en un suceso que es noticia, con independencia de la popularidad de las personas intervinientes. De otro lado es un hecho que a la gente le gusta leerse en los peri¨®dicos o verse en televisi¨®n, siempre, claro est¨¢, bajo la condici¨®n de que queden bien. A muchos les atrae leer esquelas mortuorias, violaciones en el ascensor, accidentes de madrugada y las corrupciones de los pol¨ªticos, tr¨¢nsfugas o no, pero seguramente a nadie le agradar¨ªa ser sujeto activo de esas o parecidas noticias. El que nuestra esquela no la veamos nunca, no quiere decir que s¨®lo se mueran los otros.
Vivimos, queramos o no, en la sociedad de la comunicaci¨®n, de la publicidad, de lo p¨²blico en ¨²ltima instancia. El campo de lo privado cada vez ocupa menos espacio. Si antes lo privado era nuestra propia casa, en cualquier interpretaci¨®n, ahora lo privado es el dormitorio y lo ¨ªntimo lo que hay entre las s¨¢banas. Es impensable una sociedad sin comunicaci¨®n, porque ¨¦sta es la esencia de la comunidad y para su formaci¨®n hace falta la libertad de expres¨ª6r.i, valor primario y fundamental para que exista un r¨¦gimen democr¨¢tico.
El trasfondo ¨²ltimo de las disquisiciones sobre la intimidad, honor, moralidad o ¨¦tica referida a los medios, y en ¨²ltima instancia de cualquier informaci¨®n, es la raz¨®n por la que se hace p¨²blica, es decir qu¨¦ es noticia, por qu¨¦ motivo unas actitudes, hechos o excesos se convierten en noticia y otros no, pero aqu¨ª entramos en un campo de disquisiciones metaf¨ªsicas que los comunic¨®logos explican muy bien, pero que como es l¨®gico, los dem¨¢s las entendemos muy mal. Las teor¨ªas, definiciones y baremos cualitativos y cuantitativos s¨®lo sirven de puntos referenciales al periodista, que ha de rellenar un n¨²mero concreto de p¨¢ginas de un diario o copar un espacio de radio o televisi¨®n. Ciertamente es conflictivo dar una definici¨®n universal de qu¨¦ es noticia; lo que s¨ª debe saber todo informador es qu¨¦ hecho es noticiable. Igual que al futuro m¨¦dico se le ense?a a diagnosticar una enfermedad, y luego es su responsabilidad la forma de intentar curarla, con o sin operaci¨®n, el periodista debe conocer los puntos de referencia o las coordenadas para en cada momento convertir en noticia o no aquel acontecimiento que le llega a las manos. El profesional de la informaci¨®n, desde su ¨®ptica, nos transmite a diario aquello que ha sucedido, con un grado mayor o menor de objetividad.
Queda a¨²n una ¨²ltima reflexi¨®n, tal vez la m¨¢s comprometida. El p¨²blico en general, o si se prefiere determinados n¨²cleos de poblaci¨®n, no sabe leer los peri¨®dicos, o¨ªr radio o escuchar y ver televisi¨®n. Desde los sujetos pacientes que santifican todo lo que les dan los medios como la diaria verdad revelada, a quienes desde el extremo opuesto le niegan toda credibilidad, hay un largo recorrido fruto de la cultura de cada uno de nosotros.
El ciudadano debe saber distinguir entre noticia, cr¨ªtica, opini¨®n, comentario y editorial, y hasta qu¨¦ es publicidad y qu¨¦ propaganda, y aprehender aquello que le Interesa. Cada d¨ªa hay m¨¢s medios de comunicaci¨®n con t¨¦cnicas m¨¢s avanzadas, y en el futuro, con las nuevas tecnolog¨ªas dom¨¦sticas, ser¨¢ mayor el mercado de lo noticiable, y se tender¨¢ a una necesaria especializaci¨®n,- por ello la conveniencia de distinguir nuestras apetencias informativas.
La profesi¨®n de periodista es ciertamente especial; de ah¨ª la necesaria y meticulosa formaci¨®n de los informadores. Los hay, como en cualquier otra profesi¨®n, buenos, malos y mediopensionistas, pero a diferencia de un abogado, un m¨¦dico, o cualquier otro profesional libre con mercado propio, el periodista necesita, adem¨¢s, una empresa en que trabajar. El contacto entre un abogado y su cliente es directo, al igual que ocurre entre un m¨¦dico y su paciente, pero entre el informador y su lector se interpone una empresa, lo que no quiere decir que los periodistas se alquilen.
Las descalificaciones globales nunca son justas, mucho menos en la profesi¨®n period¨ªstica. Si consideramos que los contenidos period¨ªsticos son una cuesti¨®n problem¨¢tica, hemos de admitir que todos somos parte del problema y a todos corresponde su soluci¨®n, que no es el decir que los periodistas son unos chorizos faltos de ¨¦tica que se alquilan, no ya por una cuesti¨®n de ¨¦tica, sino, y en este caso, de teologal est¨¦tica.
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