Santander, una bah¨ªa amenoriada de muerte
Los rellenos, los vertidos y el marisqueo furtivo est¨¢n matando el 'gran prado azul'
La bah¨ªa de Santander, el "gran prado azul" -como la llamara el poeta de Comillas Jes¨²s Cancio- de 34.000 kil¨®metros cuadrados, tan grande como el propio municipio de Santander, ha perdido el 83% de su costa natural, el 46% de su superficie total, m¨¢s de la mitad de la intermareal y casi el mismo porcentaje del volumen de agua. La hermosa bah¨ªa que es la foto reclamo obligada de una ciudad que hist¨®ricamente ha vivido siempre de cara al mar, est¨¢ amenazada de muerte, lo que ha provocado la protesta este verano de mariscadores y ecologistas. Ya no hay pr¨¢cticamente peces en sus aguas, cuando hace 15 a?os todav¨ªa se pod¨ªan pescar lubinas y otras muchas especies.Los cient¨ªficos y t¨¦cnicos que hace tres a?os redactaron el Plan de Saneamiento Integral, ¨²ltimo estudio sobre el estado de la bah¨ªa de Santander, localizaron hasta 76 puntos de vertidos industriales y de todo tipo y se vieron forzados a reflejar la situaci¨®n actual de la bah¨ªa de Santander de una forma en absoluto id¨ªlica.
El mismo documento fija el comienzo de las agresiones a la bah¨ªa, a causa de los rellenos artificiales, en el a?o 1837. Pero el joven historiador Jos¨¦ Luis Casado discrepa en su despacho de la direcci¨®n del Museo Mar¨ªtimo cuando puntualiza: 'Los rellenos se iniciaron en la Edad Media, y casi puede afirmarse que todas las calles llanas que hoy cruzan Santander fueron ganadas al mar. Las basas de colmataci¨®n descubiertas recientemente ante el edificio del Ayuntamiento cuando se proced¨ªa a construir un aparcamiento subterr¨¢neo revelaron que en este lugar el mar tuvo nueve metros de profundidad. La ciudad medieval se construy¨® ya sobre superficies arrebatadas a la bah¨ªa".
Sin embargo, no es preciso recurrir a tan lejanos per¨ªodos de la historia para encontrar las m¨¢s dr¨¢sticas alteraciones del perfil original de la bah¨ªa. As¨ª, los 3.138 metros que constituyen hoy la l¨ªnea de atraque del puerto (incluidos los muelles de raos que han entrado en servicio) tienen su origen en nuevos rellenos llevados a cabo a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas. lo mismo que las instalaciones del aeropuerto de Parayas, abierto al tr¨¢fico a principios de los a?os cincuenta.
La bah¨ªa no s¨®lo sufri¨® las mayores agresiones por la necesidad de afrontar importantes obras p¨²blicas sino tambi¨¦n por parte de la iniciativa privada, que vio la posibilidad de hacerse con la propiedad de miles de hect¨¢reas de terrenos a precios reducidos, con los cuales poder luego especular.
Zonas h¨²medas
Sin duda eran tiempos, hace unos 30 a?os, en que no se reconoc¨ªa, como ahora, la importancia de las zonas h¨²medas, estaba por divulgarse el papel biol¨®gico de las marismas en la productividad de los recursos pesqueros y se desconoc¨ªa que la mayor parte de las especies pisc¨ªcolas de inter¨¦s econ¨®mico dependen, en alg¨²n per¨ªodo de su vida, de lo que acontece en los estuarios del los r¨ªos. El arrasamiento de tan vastas fuentes de nutrici¨®n a lo largo de siglos y sobre todo el envenenamiento de los fondos de la bah¨ªa en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas algo habr¨¢n tenido que influir en la decadencia pesquera del litoral.
Aunque ya en el siglo pasado los pescadores se quejaban de la contaminaci¨®n de las aguas a causa del lavado de minerales, ha habido que esperar al pasado d¨ªa 10 de agosto para que el clamor de ecologistas y mariscadores hiciera por primera vez su aparici¨®n en las calles de la capital pidiendo el saneamiento integral de la bah¨ªa, el cese de los vertidos que ponen en riesgo el trabajo de cientos de rastreadores de lo arenales a la b¨²squeda de almejas y otros moluscos. Pretenden el cese de los rellenos, la elaboraci¨®n de un mapa de usos y el control riguroso de los dragados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.