Entre el 'apartheid' y el reformismo
Tres partidos se disputan el mi¨¦rcoles en Sur¨¢frica las elecciones s¨®lo para blancos
Frederik Willem de Klerk, presidente surafricano desde que su cedi¨® el pasado 14 de agosto a Pieter Willem Botha en la presidencia del Partido Nacional (PN), no ha tardado en deshacerse del pensamiento ultraprecavido de su antecesor. Era conocido el temor del ex presidente Botha de perder el apoyo del ala derecha, dejando pasar as¨ª desaprovechada una oportunidad de cambio para Sur¨¢frica. De Klerk se ha presentado como un reformista y est¨¢ apartando a sus compa?eros del sector m¨¢s derechista, que bloquearon a Botha, superando as¨ª la imagen de ¨¦ste, ante las elecciones generales para blancos que se disputan el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, a las que concurren tres partidos blancos.
Tras dos breves viajes al ?frica negra, De Klerk se ha mostrado dispuesto al menos a escuchar lo que le tiene que decir el Congreso Nacional Africano (ANC), prohibido en Surafrica, a trav¨¦s del presidente de Zambia, Keneth Kaunda, sin ceder, por otra parte, ante el movimiento antiapartheid.
De Klerk parece estar ofreciendo una nueva salida pol¨ªtica, que podr¨ªa incluir la puesta en libertad de Nelson Mandela despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones. De Klerk coment¨® que "el presente estado de cosas no puede continuar as¨ª", lo que podr¨ªa interpretarse como una forma menos ret¨®rica del lema de Botha: adaptarse o morir. De Klerk ha prometido que tras las elecciones del pr¨®ximo d¨ªa 6 har¨¢ lo que Botha no consigui¨®: adaptarse.
De Klerk cerr¨® su carnpa?a electoral pidiendo un plazo de cinco a?os para poner orden en casa, creando expectativas de terminar con las sanciones, de conseguir la recuperaci¨®n de la econom¨ªa y de imponer la paz en el interior de Sur¨¢frica, sin concretar, sin embargo, los detalles. Seg¨²n observadores pol¨ªticos, no dispone de m¨¢s de 12 o 18 meses para demostrar a las potencias occidentales la sinceridad de sus prop¨®sitos antes de que la opini¨®n p¨²blica internacional empiece a golpearle. La ¨²ltima semana de la campa?a previa a las elecciones -en las que los negros (25 millones, frente a tan s¨®lo 5 millones de blancos) no tienen ni voz ni voto- dej¨® claro que el nuevo y vigoroso liderazgo de De Klerk conducir¨¢ al PN a una s¨®lida mayor¨ªa en el Parlamento, que cuenta con 167 esca?os.
110 esca?os para el PN
Otro analista pol¨ªtico pronostica que el PN dispondr¨¢ de alrededor de 110 esca?os. Los dem¨®cratas y los conservadores tendr¨ªan que repartirse, por tanto, los restantes 57 esca?os. El Partido Conservador (PC) saldr¨ªa probablemente de nuevo como el partido oficial de la oposici¨®n, aunque los dem¨®cratas conf¨ªan en el ¨¦xito de sus nuevos planteamientos pol¨ªticos para sentarse en la oposici¨®n. Mientras que el PN sigue hablando del futuro, parece que el PC desea una vuelta al pasado.
El l¨ªder del PC, Andries Treurnicht, no oculta los planes de su partido si llegara a ejercer el poder. "El PN ha dejado en la estacada al hombre blanco", afirma Treurnicht, que promete restablecer todas aquellas leyes del apartheid que con mucha dificultad fueron abolidas por el PN: las leyes de pases, de control de entrada, matrimonios mixtos, mientras que los sindicatos negros volver¨ªan a prohibirse.
"S¨®lo los blancos ser¨¢n ciudadanos en una Sur¨¢frica blanca", cuenta Treurnicht a su audiencia obrera blanca, que aplaude sus propuestas de volver al apartheid puro y duro. Pero aparte de haber adquirido mayor¨ªa en algunos ayuntamientos de Transvaal, el PC no tiene la menor posibilidad de hacerse con el poder.
El Partido Dem¨®crata (PD), con un apoyo mayoritario entre profesionales angloparlantes y la comunidad empresarial e importantes v¨ªnculos internacionales, tiene sus propios problemas. El principal es que no puede decidirse por un l¨ªder. La direcci¨®n del partido la comparten Wynand Malen, antigua estrella del PN; Denis Worral, antiguo embajador en Londres y te¨®rico del partido, y Zac de Beer, uno de los m¨¢s importantes industriales del pa¨ªs. Aunque su pol¨ªtica en Sur¨¢frica pueda ser radical -un hombre un voto y legalizaci¨®n del ANC y del Partido Comunista-, fuera de este pa¨ªs no ser¨ªa m¨¢s que moderadamente liberal.
Los dem¨®cratas apelan a las clases intelectuales y los empresarios blancos, a los pensadores afrikaners desencantados. Despu¨¦s de haber dominado durante 40 a?os las campa?as electorales en Sur¨¢frica, lo que cuenta ya no es la raza sino la econom¨ªa.
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