¡®Maric¨®n perdido¡¯, no; ¡®Mariconer¨ªas¡¯, s¨ª: ?d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites de la ofensa para una marca?
La decisi¨®n de las autoridades europeas sobre el t¨ªtulo de la serie de Bob Pop abre el debate sobre las fronteras de la moral
Maric¨®n perdido no puede ser una marca en la Uni¨®n Europea para productos audiovisuales. La Oficina de Propiedad Intelectual de la Uni¨®n Europea (EUIPO, por sus siglas en ingl¨¦s) as¨ª lo ha concluido en una reciente resoluci¨®n. La raz¨®n es que, a ojos de los juristas europeos, ¡°maric¨®n perdido¡± es un t¨¦rmino inmoral. El organismo, con sede en Alicante y que resuelve los conflictos internacionales de marcas, ha puesto as¨ª punto final a una batalla administrativa que ha durado cuatro a?os con una filial de Warner. Maric¨®n Perdido (2021) es una serie de TNT distribuida por Warner a nivel internacional y que, precisamente, relata episodios de acoso y homofobia vividos por el escritor y activista Bob Pop.
La resoluci¨®n abre la puerta a un interesante debate legal: ?c¨®mo valorar que una marca cumple con ciertos requisitos morales? El encuadre legal en este terreno es difuso. Tanto la ley nacional como la comunitaria proh¨ªben el registro de marcas que contengan expresiones que puedan resultar obscenas. En concreto, el art¨ªculo 7 del reglamento europeo de marcas impide el registro de palabras o expresiones que vayan en contra de las ¡°las buenas costumbres¡±.
Pero, ?qu¨¦ queda fuera y qu¨¦ queda dentro de este borroso c¨ªrculo? Es la gran duda. La indefinici¨®n jur¨ªdica del concepto alimenta un caldo de cultivo perfecto para las peleas con la Administraci¨®n. En concreto, con las oficinas que hacen de veces de polic¨ªas de las marcas, la Oficina Espa?ola de Patentes y Marcas (OEPM), a nivel nacional, y la EUIPO, a nivel comunitario.
Un buen pu?ado de antecedentes refleja una conflictividad hist¨®rica en torno a marcas que utilizan palabrotas, enfermedades o hacen referencias a colectivos estigmatizados. Sin ir m¨¢s lejos, el t¨¦rmino maric¨®n tiene su miga. Mientras que la Uni¨®n Europea acaba de rechazar Maric¨®n perdido como denominaci¨®n comercial v¨¢lida en el mercado de productos audiovisuales, la OEPM lleg¨® a la conclusi¨®n totalmente contraria en 2014, cuando s¨ª acept¨® el registro de la denominaci¨®n Maricones del Espacio para una publicaci¨®n editorial. La misma oficina tambi¨¦n acept¨® Mariconer¨ªas (2020) en el negocio de la publicidad y Mariconadas (2003) para discos ac¨²sticos.
Pero no todo es blanco y negro. En 2022, esta administraci¨®n s¨ª deneg¨® el uso comercial de maric¨®n como marca de vinos. La raz¨®n dada fue que el p¨²blico accesible en este caso era mayor, pues hay vino en el supermercado, en los restaurantes, en los bares... Como hay m¨¢s p¨²blico potencial que puede sentirse ofendido, el filtro debe ser m¨¢s r¨ªgido, explicaron entonces los legisladores.
Mariconer¨ªas s¨ª; Maric¨®n Perdido no. Estas aparentes contradicciones, explica ?scar Garc¨ªa, socio del despacho de abogados Balder, son el resultado del amplio margen que la ley otorga a la administraci¨®n para decidir en estas disputas. ¡°Si bien la ley en principio es clara, puesto que no podr¨¢n registrarse como marca los signos que sean contrarios a la ley, al orden p¨²blico o a las buenas costumbres, seg¨²n el art¨ªculo 5.1f de la Ley de Marcas, existe un amplio margen de discusi¨®n en funci¨®n del examinador que resuelva cada caso¡±.
En s¨ªntesis, ¡°depende fundamentalmente del grado de sensibilidad en la interpretaci¨®n de la moralidad por parte del juzgador¡±. Garc¨ªa, no obstante, cree que la postura de la EUIPO ha sido ¡°muy conservadora¡±. ¡°Si se rechaza una marca por el mero hecho de que esta pueda resultar ofensiva para algunas capas de la sociedad por ser meramente malsonante, se est¨¢ aplicando un criterio excesivamente r¨ªgido¡±.
Bolleras en bici
En cualquier caso, la rigidez europea frente a marcas que jueguen con lo pol¨ªticamente correcto no es pac¨ªfica. La abogada Christine Weimann, responsable del departamento de marcas de ABG Intellectual Property, compara el caso de Maric¨®n perdido con el de Dykes on bike, en 2008, en Estados Unidos. Dykes es una forma peyorativa de referirse a mujeres lesbianas (puede equipararse a bolleras); on bike significa en bici. En contra del criterio europeo, la justicia de Estados Unidos acept¨® el uso comercial de este t¨¦rmino a pesar de que pudiese resultar ofensivo. Los jueces americanos entendieron que ¡°el registro de la marca puede ser uno de los pasos con los que las minor¨ªas intentan rehabilitar palabras que se han usado para insultarles¡±, explica Weimann. El Tribunal Supremo de Estados Unidos ratific¨® que Dykes on bike era una marca v¨¢lida bajo el paraguas de la primera enmienda de la Constituci¨®n de EE UU (defensa de la libertad de expresi¨®n). Pero los juristas de la oficina europea rechazan esta postura y se inclinan por defender que la libertad de expresi¨®n no puede ser cobijo para marcas gamberras.
¡°Hay much¨ªsimos casos que han causado pol¨¦mica en este sentido¡±, corrobora Jorge Oria, director de servicios legales del despacho ClarkeModet. Los antecedentes en este sentido son llamativos. Algunos, incluso, son conocidos por el p¨²blico general. ¡°Uno de los de m¨¢s calado pudo ser en su momento la prohibici¨®n de marcas laudatorias de reg¨ªmenes totalitarios, como la URSS; o de asociaciones criminales, como La Mafia se sienta a la mesa. Y otros m¨¢s mundanos como el orujo Hijoputa o el restaurante Lahostia¡±. Todas fueron rechazadas.
Un obst¨¢culo adicional, apostilla Oria, radica en que ¡°las buenas costumbres, que es la expresi¨®n que usa el reglamento y que podr¨ªa equipararse a la moral, son cambiantes seg¨²n la ¨¦poca y el momento¡±. Lo que l¨ªa a¨²n m¨¢s la madeja. Un buen ejemplo es el t¨¦rmino queer, ¡°anta?o considerado un insulto y hoy absolutamente normalizado¡±, apostilla el experto.
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