Recuerdo del 'Winnipeg'
"Era de noche en Valpara¨ªso cuando llegamos. Toda la bah¨ªa estaba iluminada, casi nadie se movi¨® de cubierta hasta el amanecer. Hab¨ªa sol de primavera ese 3 de septiembre". Esto ocurri¨® hace 50 a?os. As¨ª nos lo cuenta Jos¨¦ Balmes en el cat¨¢logo de la exposici¨®n de sus lienzos, colgados bajo el lema "En tierra (a 50 a?os del Winnipeg)".Chile evoca estos d¨ªas el 50 aniversario de la llegada del Winnipeg (Tierras pantanosas), a bordo del cual viajaron 2.256 refugiados republicanos espa?oles, que fueron acogidos con fraternal solidaridad. Puede que no se conozca suficientemente bien' este noble gesto del pueblo chileno, y puede que sea oportuno el recordarlo en Espa?a, en tiempos en que un alarmante tufo de xenofobia y rechazo al sudaca toma arraigo en una parte de la sociedad.
Hace 50 a?os, Pedro Aguirre Cerda era presidente de un gobierno de Frente Popular que no quiso permanecer insensible ante las calamidades que decenas de miles de republicanos espa?oles sufr¨ªan en los campos de acogida de refugiados, eufemismo que trataba de camuflar las playas de Argel¨¦s Sur-Mer, Bacar¨¦s y SaintCyprien, donde los derrotados de la guerra civil padec¨ªan toda clase de vejaciones bajo la vigilancia de gendarmes y tropas senegalesas.
Aguirre Cerda encarg¨® a Pablo Neruda, c¨®nsul delegado para la Inmigraci¨®n Espa?ola, llevar a buen puerto tan noble decisi¨®n. Pablo Neruda, en compa?¨ªa de la reci¨¦n fallecida Delian del Carril, fue el entusiasta ejecutor de tan hermoso gesto de solidaridad, disponi¨¦ndose a "cumpl¨ªr la m¨¢s noble misi¨®n" que ejerci¨® en su vida: "la de sacar espa?oles de sus prisiones y enviarlos a mi patria".
El Servicio de Evacuaci¨®n de Refugiados Espa?oles (SERE) acondicion¨® este viejo carguero, que zarp¨® del puerto de Trompeloup, junto a Burdeos, abarrotado de ni?os y adultos que, abrumados por la derrota y por la tensa situaci¨®n internacional del momento, so?aban con su nuevo destino, al tiempo que recib¨ªan de las manos de Neruda un bello y elemental folleto informativo que hab¨ªa confeccionado bajo el t¨ªtulo Chile os acoge.
En la larga traves¨ªa se crearon tres coros -vasco, catal¨¢n y gallego-; se pusieron en escena algunas obras; un G¨®mez de la Serna hac¨ªa gui?ol para los ni?os; las hermanas Bru ense?aban pintura, y Jos¨¦ Balmes plasmaba el retrato de Cerda.
Hoy, 50 a?os despu¨¦s, la sociedad chilena reconoce un¨¢nimemente el ingente aporte que "los viajeros del Winnipeg" han supuesto para la cultura y la econom¨ªa de este pa¨ªs. Es sabido que el mismo presidente Cerda dijo ante una delegaci¨®n de refugiados que fue a La Moneda a saludarle con ocasi¨®n del segundo aniversario de su llegada: "Ojal¨¢ cada dos a?os llegara a Chile un Winnipeg".
Los viajeros del Winnipeg, despu¨¦s de compartir el cada d¨ªa
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con sus compatriotas chilenos durante 50 a?os, despu¨¦s de sembrar su loca geografia de hijos y nietos, se encuentran a¨²n agradecidos por la acogida que este pueblo les brind¨®. Como muestra de agradecimiento, aquel coro vasco que se form¨® durante la traves¨ªa ha decidido cantar ante la tumba del presidente que los acogi¨®. Bueno ser¨ªa que brille pronto el sol de una nueva primavera en Chile y que un avi¨®n de Iberia, con el nombre de Winnipeg, sea v¨ªnculo de uni¨®n entre ciudadanos sin el apellido de exiliados.
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