El convento de la discordia
La presencia de monjas carmelitas en el antiguo campo nazi de Auschwitz enfrenta a la jerarqu¨ªa cat¨®lica y los jud¨ªos
El convento de las carmelitas descalzas situado en el terreno del antiguo campo de concentraci¨®n nazi de Auschwitz atrae la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica polaca y mundial ¨²ltimamente m¨¢s que la propia f¨¢brica de la muerte, construida por los alemanes en 1940 y donde fueron exterminados m¨¢s de cuatro millones de personas. El motivo de la triste fama que se ha ganado el convento es el cada vez m¨¢s agudo conflicto entre la jerarqu¨ªa cat¨®lica polaca y la comunidad jud¨ªa internacional, que reclama que las monjas cat¨®licas dejen de perturbar la paz en que descansan unos tres millones de jud¨ªos gaseados en Auschwitz.
Las carmelitas descalzas llegaron a la localidad de Oswiecim (en alem¨¢n, Auschwitz) en 1984. El convento tiene por sede un edificio de ladrillo rojizo sin reboques, adosado al lado exterior del muro del antiguo campo de exterminio. En el lugar en que ahora viven y cultivan un peque?o huerto las 15 carmelitas, los nazis almacenaban el zyclon B, con el que, aprovechando las modernas c¨¢maras de gas del cercano campo de Birkenau, lograban ultimar a unas 20.000 personas cada d¨ªa en el per¨ªodo de auge del funcionamiento del complejo, que corresponde a los a?os 1942-1944.Dentro del recinto del convento se erige una cruz de madera en el lugar en que los alemanes sol¨ªan fusilar a los presos. A escasos metros del edificio en que viven ahora las carmelitas se encuentra el poste con la cifra que marca el comienzo de la v¨ªa muerta de tren que para m¨¢s de cuatro millones de seres humanos signific¨® el final de su viaje por este mundo.
Ya en 1985 empezaron las protestas de diferentes organizaciones jud¨ªas por la existencia de una instituci¨®n cat¨®lica en el terreno del antiguo campo de exterminio. Desde el punto de vista estrictamente religioso, el conflicto consiste en que el juda¨ªsmo impide la oraci¨®n en los cementerios. Por su parte, los cat¨®licos, entre ellos las carmelitas, encuentran absolutamente natural rezar en un lugar estigmatizado por la muerte y el sufrimiento.
Desalojo en dos a?os
El problema religioso relacionado con el convento parec¨ªa llevar camino de solucionarse desde el 22 de febrero de 1987, cuando la jerarqu¨ªa cat¨®lica, representada por cuatro cardenales, entre ellos el metropolitano de Cracovia, Franciszek Macharski, firm¨® un acuerdo que preve¨ªa el desalojo del convento en un plazo de dos a?os. Asimismo se acord¨® la construcci¨®n de una casa de rezos com¨²n para todas las religiones en un lugar m¨¢s distante del terreno del campo. No obstante, las carmelitas no abandonaron el edificio en la fecha prevista y contin¨²an en Oswiecim. ?sta fue la principal raz¨®n que el pasado 14 de julio llev¨® a un grupo de siete jud¨ªos norteamericanos a saltar la valla del convento para organizar all¨ª una sentada. La protesta acab¨® con un brutal desalojo de los hebreos, protagonizado por unos obreros que trabajaban dentro del convento.
Desde ese "ataque del comando de siete jud¨ªos de Nueva York", como lo calific¨® m¨¢s tarde el primado de Polonia, Jozef Glemp, a Oswiecim acudieron otros grupos de jud¨ªos, principalmente de Europa occidental y Estados Unidos, para reclamar a la Iglesia el cumplimiento de los acuerdos de Ginebra. Todas estas manifestaciones transcurrieron ya sin mayores incidentes. Justo cuando la tensi¨®n en torno al convento estaba disminuyendo, el cardenal Macharski, de Cracovia, declar¨® que "en las actuales condiciones" no pod¨ªa continuar la construcci¨®n del centro de rezos y encuentros religiosos, aplazando de esta manera el desmantelamiento del convento de las carmelitas. El pasado 26 de agosto, el cardenal primado de Polonia, Josez Glemp, atac¨®, de una forma ir¨®nica, a los jud¨ªos en una homil¨ªa cuyos acentos antisemitas fueron criticados incluso por varios l¨ªderes de Solidaridad.
Si alguien hubiera querido provocar el antisemitismo en un pa¨ªs en el que, como en Polonia, ya no hay jud¨ªos, no podr¨ªa haberlo hecho mejor que aquellos medios cat¨®licos y hebreos que acaban de convertir el convento de las carmelitas de Auschwitz en el objeto de una contienda que tiene cada vez menos que ver con la religi¨®n y m¨¢s con la pol¨ªtica, y que divide a la propia jerarqu¨ªa cat¨®lica y a las fuerzas democr¨¢ticas polacas.
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