Lucha a muerte
COLOMBIA EST? empe?ada en una lucha a muerte contra los narcotraficantes y en el envite arriesga nada menos que su propia existencia. Pero Colombia no puede ganar esta guerra en solitario, y de ah¨ª que necesite urgentemente la ayuda que ha solicitado con insistencia a la comunidad internacional. Pero ?qu¨¦ clase de asistencia? Dificilmente podr¨ªa acusarse a pa¨ªs alguno de no poner empe?o en luchar contra la droga. Y, sin embargo, ante la creciente marea de la producci¨®n, contrabando y consumo de sustancias psicotr¨®picas, es preciso rendirse a la evidencia de que la sociedad est¨¢ perdiendo la guerra o est¨¢ libr¨¢ndola en un escenario equivocado.Para comprender mejor el problema conviene tener en cuenta lo dif¨ªcil que le resulta a un pa¨ªs en subdesarrollo sustraerse a un juego de oferta y demanda que a lo largo de los a?os ha hecho extremadamente atractiva la producci¨®n de droga no s¨®lo para los poderosos barones de Medell¨ªn y Cali, sino para una parte importante de la poblaci¨®n. Tampoco puede ignorarse que la econom¨ªa de Colombia (que tiene una de las tasas de desarrollo m¨¢s altas de Latinoam¨¦rica) ha crecido gracias a la inyecci¨®n producida por el blanqueo del dinero del narcotr¨¢fico. S¨®lo as¨ª se entiende la falta de pudor con la que los delincuentes hacen llamamientos al Papa o se permiten el lujo de ofrecer p¨²blicamente correr con la deuda externa del pa¨ªs. Finalmente, no ser¨ªa leg¨ªtimo olvidar que la ganancia del narcotr¨¢fico se apoya en una demanda constantemente creciente, especialmente en Europa y en EE UU -los norteamericanos gastan anualmente en drogas el equivalente a la mitad del presupuesto espa?ol-. Como recordaba hace unos d¨ªas el nuevo candidato liberal a la presidencia de Colombia, est¨¢ muy bien que su pa¨ªs limite la oferta, pero ser¨ªa bueno que los dem¨¢s limitaran la demanda.
Ninguna de las dos cosas debe hacerse a ca?onazos, como pretende el presidente Bush. La estrategia nacional para el control de los estupefacientes contenida en su discurso televisado la pasada noche convierte la lucha contra esta plaga del siglo XX en la prioridad de la Casa Blanca para los pr¨®ximos a?os. Pero no debe hacerse, como ofrece Bush, ocupando militarmente un pa¨ªs. Para luchar contra el narcotr¨¢fico, Colombia no tiene por qu¨¦ renunciar a su soberan¨ªa.
El plan adolece de un defecto fundamental: sigue siendo un proyecto esencialmente represivo, en el, que destaca ese abominable recurso que es la pena de muerte. Estados Unidos seguir¨¢ perdiendo la guerra de, las drogas mientras se dedique a incrementar un aparato de castigo que sirve de poco (es significativo que la persecuci¨®n del contrabando de marihuana durante la. presidencia de Reagan produjera el efecto exactamente contrario al deseado: la conversi¨®n de Estados Unidos, en el primer productor mundial de marihuana). Dedica, el 70% de sus relativamente modestos fondos (8.000 millones de d¨®lares, frente a los 300.000 del presupuesto de defensa) a un aparato de represi¨®n que lleva a?os; demostrando su escasa eficacia, y s¨®lo el 30% al verdadero problema: el porqu¨¦ del consumo de drogas y los; medios sociales con que hacerle frente. Y el plan de Bush no habla de un punto fundamental para los pa¨ªses productores: ?en qu¨¦ pueden ayudar Estados Unidos -y otros pa¨ªses- para sustituir esos cultivos por otros que sean rentables para los campesinos que viven de la coca? ?sa s¨ª ser¨ªa una ayuda decisiva que no necesita de acorazados.
El presidente Bush ha ofrecido una conferencia internacional con los pa¨ªses latinoamericanos productores de droga. Ser¨ªa una buena iniciativa si, en lugar de tratarse de una conferencia de guerra, fuera el embri¨®n de una gran reuni¨®n internacional donde se estudiase tambi¨¦n la posibilidad de una despenalizaci¨®n del consumo a la vista de la insuficiencia de los medios hasta ahora utilizados. Son ya demasiadas las voces de individuos, de colectividades, de pol¨ªticos, de cient¨ªficos y soci¨®logos, de peri¨®dicos de todas las tendencias que dicen que existen mejores m¨¦todos que la prohibici¨®n para combatir el problema de la droga. No estar¨ªa de m¨¢s tenerles en cuenta.
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