Un tercio de los Vel¨¢zquez del Museo del Prado ser¨¢ exhibido en el Metropolitan de Nueva York
La muestra se abrir¨¢ el 3 de octubre con 38 ¨®leos del pintor
A partir de 3 de octubre y hasta el 7 de enero de 1990 podr¨¢ visitarse en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York una muestra monogr¨¢fica dedicada al pintor espa?ol Diego Vel¨¢zquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660), sin duda uno de los artistas m¨¢s importantes no s¨®lo del siglo XVII, sino de toda la historia del arte occidental. Patrocinada por el Banco Hispano-Americano, la exposici¨®n consta de 38 ¨®leos del genial pintor sevillano, 17 de loscuales proceden del Museo del Prado, un tercio de los que tiene la pinacoteca, a los que hay que sumar el extraordinario y reci¨¦n limpiado cuadro de La t¨²nica de Jos¨¦, del Patrimonio Nacional (monasterio de El Escorial).
La aportaci¨®n que la primera pinacoteca espa?ola ofrece a la exposici¨®n del Metropolitan Museum de Nueva York, que ser¨¢ inaugurada el pr¨®ximo 3 de octubre, constituye casi el 50%, de lo que ahora se va a exhibir en Nueva York y, adem¨¢s, en el mismo museo en el que durante los dos a?os inmediatamente anteriores se han podido ver sucesivamente, tambi¨¦n con sustanciales pr¨¦stamos de nuestro pa¨ªs, sendas muestras monogr¨¢ficas de Zurbar¨¢n y Goya.Reunir 38 ¨®leos de Vel¨¢zquez de todas sus ¨¦pocas, temas, tama?os y procedencias -la mayor parte procede del Museo de Prado; la otra mitad pertenece a colecciones americanas y europeas, casi ninguna de las cuales ha llegado a prestar dos cuadros- es seguramente el acontecimiento art¨ªstico internacional m¨¢s relevante en materia de ex posiciones hist¨®ricas de la presente d¨¦cada. Son, en efecto, 38 obras de Vel¨¢zquez, pero, adem¨¢s, seleccionadas entre lo mejor, formando un conjunto tal cuya superaci¨®n cuantitativa y cualitativa s¨®lo es factible si la haza?a es emprendida desde el propio Prado, donde se atesoran unos 50 ¨®leos del pintor, entre los que est¨¢n las piezas capitales.
De la juventud del pintor -su etapa sevillana- estar¨¢n presentes, como ejemplos m¨¢s sobresalientes, Una vieja friendo huevos, de la National Gallery of Scotland (Edimburgo); La adoraci¨®n de los Magos y La madre Jer¨®nima de la Fuente, ambas del Prado; el retrato de G¨®ngora, del Museo de Boston, y la que merece ser considerada como la obra maestra de este per¨ªodo: El aguador de Sevilla, de la Colecci¨®n Wellington, de Londres.
La sombra del Conde Duque
De la d¨¦cada de los a?os 1620, cuando no s¨®lo empiezan las primeras visitas de Vel¨¢zquez a Madrid, sino que se instala en la Corte y, sobre todo en la segunda mitad, comienza a familiarizarse con la rica pinacoteca real y a prosperar a la sombra del Conde-Duque, hay tambi¨¦n algunas piezas memorables -La fragua de Vulcano (Museo del Prado) y La t¨²nica de Jos¨¦ (El Escorial) ambas pintadas el a?o 1630 a buen seguro en Italia, con ocasi¨®n de la primera estancia del pintor en dicho pa¨ªs, cuya indiscutible excelencia est¨¢ enriquecida, en lo que se refiere al segundo de los cuadros citados, por ser reciente su limpieza-, cuando no de indudable inter¨¦s cient¨ªfico complementario, como son los tres retratos de Felipe IV joven uno del Prado y los otros dos de colecciones norteamericanas.Entre cuadros muchas veces de monumental formato, como el del Conde-Duque -Duque de Olivares a caballo, del Museo del Prado, que tiene 313x239 cent¨ªmetros, hay, no obstante, un joya que, sin alcanzar los 50 cen t¨ªmetros de altura, aguanta su comparaci¨®n con lo mejor. Es el Jard¨ªn de la Villa Medici, del Museo del Prado, obra bell¨ªsima y no s¨®lo uno de los mejores paisajes de la pintura espa?ola, pues dicho as¨ª, dada la escasez y no extraordinaria calidad de nuestros pintores hist¨®ricos en este g¨¦nero, podr¨ªa resultar un elogio equ¨ªvoco, sino uno de los m¨¢s emocionantes paisajes de la pintura europea del XVII.
Cuadro bastante monumenta y con un importante fondo de paisaje, aunque en este caso tra tado m¨¢s como fondo escenogr¨¢fico, con San Antonio Abad y san Pablo el Ermita?o y con el antes citado retrato ecuestre del Conde-Duque, y no sin antes dejar de haber reparado en esos dos hon dos retratos de cuerpo entero -Don Diego del Corral y Arellano y Do?a Antonia de Ipe?arrieta y su hijo don Luis-, as¨ª como en esa peculiar y hermosa Sibila de perfil, cuyo modelo se quiere identificar con la esposa del pintor, Juana Pacheco, entramos casi de lleno en las fechas capitales de la primera mitad de la d¨¦cada de los treinta, que son los a?os del comienzo de la madurez humana y art¨ªstica de Vel¨¢zquez. Los cinco cuadros citados son del Prado y se acompa?an de otra versi¨®n del retrato ecuestre del Conde Duque, del Metropolitan.
Y a partir de aqu¨ª ya no se puede hablar de ning¨²n Vel¨¢zquez que no sea excepcional sino de estado de conservaci¨®n intervenci¨®n de otras manos o fragmentaci¨®n. Pi¨¦nsese por ejemplo en los retratos de Felipe IV en traje de caza (Museo de Prado), El infante Baltasar Carlos en traje de caza (Museo del Prado), El infante Baltasar Carlos en la escuela de equitaci¨®n (Colecci¨®n Westminster), El buf¨®n llamado don Juan de Austria (Museo del Prado), Esopo (Museo del Prado), Marte (Museo del Prado), El ni?o de Vallecas (Museo del Prado) y, claro, en ese aut¨¦ntico diamante de la colecci¨®n del Museo Metropolitano que es el Juan de Pareja. Menci¨®n especial en el contexto de la exposici¨®n y de la etapa final de Vel¨¢zquez que no s¨®lo es la mejor, sino de tal hondura que sobrepasa el territorio del arte y fondea en el del alma humana, hay que hacer al Felipe IV, de la National Gallery de Londres, retrato que no admite comparaciones por las razones que acabamos de aducir, aunque no debe por eso hacernos olvidar la serie de excelentes retratos femeninos e infantiles de la familia real, con las p¨¦rdidas a ¨²ltima hora para la muestra del maravilloso Pr¨ªncipe Felipe Pr¨®spero, del Kunsthistorisches Museum de Viena, y de ese turbador cuadro mitol¨®gico Mercurio y Argos, del Prado.
Unas palabras finales s¨®lo para se?alar que el cat¨¢logo, cuyo contenido cient¨ªfico -con excelentes estudios de A. P¨¦rez-S¨¢nchez, Juli¨¢n G¨¢llego y A. Dom¨ªnguez Ortiz- y factura -Ediciones El Viso- son espa?oles, es de una calidad como para sentirse orgullosos.
[Mientras la riqueza de Vel¨¢zquez viaja a Nueva York, en Espa?a siguen en paradero desconocido dos cuadros del artista. El pasado d¨ªa 14 de agosto el Patrimonio Nacional denunciaba ante la autoridad judicial la desaparici¨®n de tres peque?os cuadros, dos de Vel¨¢zquez y otro atribuido a Juan Carre?o de Miranda, que se custodiaban en el Palacio Real de Madrid.].
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