El rey del saldo
Campos / Gal¨¢n, Bl¨¢zquez, CabaCinco novillos de Francisco Campos Pe?a, serios excepto 6?, y 1? sobrero de El Alamo, feo. Todos broncos y descastados. Juan Pedro Gal¨¢n: siete pinchazos y media estocada baja; tres pinchazos bajos y bajonazo descarado. V¨ªctor Manuel Bl¨¢zquez: pinchazo, estocada corta atravesada, pinchazo bajo, estocada tendida atravesada, rueda de peones y dos descabellos; tres pinchazos y estocada corta ca¨ªda. Antonio Caba: tres pinchazos y estocada baja; dos pinchazos, estocada trasera baja y descabello. Silencio en los seis novillos.
Plaza de Las Ventas, 10 de septiembre.
D¨®nde compra el ganado Manuel Chopera, empresario de Las Ventas, taurino poderoso y rey del saldo, es un misterio. Mucho ha de buscar y revolver por dehesas y cortijos para encontrarlo tan malo. Tiene m¨¦rito. No cabe duda que poner en oferta saldos semejantes tarde a tarde, temporada tras temporada, su trabajo le cuesta. A veces se equivoca, como siete d¨ªas antes, y el ganado sale bueno, pero r¨¢pidamente lo cortipensa con otro al estilo de los Campos-Pe?a y su remiendo, absolutamente inservible para torear, peligroso por si alguien tuviera tal pretensi¨®n, peor imposible.
El se?or Chopera no ha necesitado que nadie le entronice rey del saldo pues para entronizarse se basta ¨¦l solito. Menudo es el se?or Chopera. A la manera de Napole¨®n, se ci?e con sus propias manos la coro na y ense?orea su rango por Galer¨ªas Las Ventas (amplia red de sucursales) sin que nadie se atreva a moverle el tro no. Hasta que llegue el d¨ªa en que s¨ª y alguien intente en serio desentron¨ªzarle. El desentronizador que le desentronice buen desentronizador ser¨¢, porque, a lo mejor, entonces se puede torear -lo que se dice torear; no correr- en Las Ventas.
A Juan Pedro Gal¨¢n, segu ramente le hablan del infierno y piensa en Las Ventas. Juan Pedro Gal¨¢n estaba en el ruedo vente?o (o por sus espacios a¨¦reos) aquella tarde isidrefia de los patas blancas que llevan el hierro Barcial y se quer¨ªan comer a los toreros por las zapatillas. Juan Pedro Gal¨¢n se trag¨® el ricino de los patas blancas, logr¨® que no le comieran las zapatillas ni nada y, sin duda para compensarle del susto, el rey del saldo le meti¨® con lo del domingo, que se tiraba a las hombreras de los toreros en la salida de los pases, o a sus tripitas en la entrada, seg¨²n le diera.
Libr¨® Juan Pedro Gal¨¢n las tarascadas con serena prof¨¦sionalidad, y hasta otra. V¨ªctor Manuel Bl¨¢zquez, torero fino y desastrado banderillero, padeci¨® sobresaltos, igual en banderillas, por su culpa, que en los trasteos de muleta, por la del ganado. Ahora bien, cuando un pe¨®n cay¨® ante la cara del toro, meti¨® oportuno el capote, evit¨® la cornada, y ese fue un gran quite. Antonio Caba se empe?aba en dejar, entre ga?af¨®nes, alguna muestra de su sentimiento torero, y demostraba tener m¨¢s moral que el Alcoyano.
El sexto era la joya de la casa. Pecho tabla, zanquiburro, tipo vaco y morucho confeso, se ignora por qu¨¦ no lo exhibi¨® en escaparate el rey del saldo. Quiz¨¢ por modestia. La verdad es que, en el fondo, al rey del saldo no le gusta presumir. Va a lo suyo y eso le basta.
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