La crisis de los partidos franceses
Los partidos franceses son cada vez m¨¢s impopulares, y sus militantes, cada vez menos numerosos. Durante los ¨²ltimos 30 a?os hab¨ªan registrado un gran incremento. Dispersos en 10 grupos parlamentarios en 1958, la mayor¨ªa de ellos fraccionados en varios clanes, se hab¨ªan reagrupado en cuatro grandes formaciones en 1978, cada una de ellas disciplinada a la hora de las votaciones importantes. Ligadas de dos en dos en una s¨®lida alianza, perfilaban una bipolarizaci¨®n que permit¨ªa a los ciudadanos una clara elecci¨®n y una. alternancia de las mayor¨ªas: derecha hasta 1981, izquierda de 1981 a 1986, derecha de 1986a 1988, izquierda desde 1988.Esta contradanza bipolar sufri¨® su primer rev¨¦s en 1986, cuando el retorno a la proporcionalidad introdujo un quinto grupo en el Parlamento: el Frente Nacional, con un 9,9% de los sufragios. Pese a haber obtenido el mismo porcentaje de votos (9,7%) en 1988, el retorno al sistema mayoritario lo excluy¨® del Palais-Bourbon. Pero la tribuna de que hab¨ªa dispuesto durante dos a?os le permiti¨® implantarse a nivel nacional. Alcanz¨® el 14,4% en las presidenciales de 1988 y el 11,7% en las europeas de junio pasado. Entre tanto, perturb¨® las elecciones locales, obligando a la derecha democr¨¢tica a aliarse con ¨¦l en las municipales o en los concejos regionales.
En cuanto a la derecha democr¨¢tica, hac¨ªa ya 10 a?os que estaba sacudida por combates en pos de la jefatura librados entre Jacques Chirac, presidente de la Asamblea por la Rep¨²blica (RPR) y Val¨¦ry Giscard d'Estaing, fundador de la Uni¨® por la Democracia Francesa (UDF). En 1988, con los colores de esta ¨²ltima en la batalla por el El¨ªseo, Raymond Barre fue m¨¢s o menos traicionado por un sector de sus huestes y s¨®lo obtuvo verdadero apoyo del batall¨®n de los centristas democristianos. Estos ¨²ltimos formaron despu¨¦s un grupo parlamentario separado tras las legislativas que siguieron un mes m¨¢s tarde.
El fracaso de la derecha en estas dos grandes elecciones nacionales, a las que fue conducida por sus l¨ªderes tradicionales, sacudi¨® a las j¨®venes generaciones, algunos de cuyos brillantes elementos lograron notables ¨¦xitos en las municipales de la primavera de 1989. De ah¨ª la revuelta de algunos alcaldes de las grandes ciudades (especialmente Michel Noir, de Ly¨®n; Dominique Baudis, de Toulouse; Alain Carignon, de Grenoble) y su ardor en sacudir el cocotero.
Jacques Chirac y Val¨¦ry Giscard d'Estaing reaccionaron en¨¦rgicamente ali¨¢ndose para las europeas, aceptando el primero que el segundo encabezara una lista ¨²nica de ambos partidos. Pero los centristas volvieron a hacer secesi¨®n, formando una lista separada bajo la conducci¨®n de Simone Veil, quien fuera presidenta del Parlamento de Estrasburgo.
Hoy tenemos una derecha dividida, como en los peores momentos de la III y la IV Rep¨²blicas.
La izquierda se mantiene m¨¢s s¨®lida. Su principal debilidad proviene del derrumbamiento del partido comunista. Con el 6,8%, en las presidenciales de 1988 estuvo en su m¨¢s bajo nivel. Replegado en un n¨²cleo de militantes convencidos, devotos e irreductibles, se encierra cada vez m¨¢s en un gueto. Ante la evidencia que el desarrollo de la Comunidad impone a todas las naciones de Europa occidental, sus reivindicaciones son totalmente no realistas. Fastidia al Gobierno de izquierda con sus cr¨ªticas constantes y con su amenaza de votar con la derecha, que a veces cumple. Pero en la segunda vuelta de las legislativas nueve de cada diez de sus electores de la primera vuelta dieron su voto al candidato del partido socialista, lo que hace conservar a ¨¦ste la perspectiva de una mayor¨ªa parlamentaria absoluta, com o en 1981.
Su semifracaso de junio pasado en las europeas no debe llamar a enga?o. Su campa?a electoral hab¨ªa sido apagada, y sus electores ten¨ªan la libertad de darse el gusto, en vez de votar ¨²til, en una elecci¨®n sin consecuencias para el Gobierno de la naci¨®n. Esto explica el ¨¦xito de los verdes, dos de cada tres de cuyos votos proven¨ªan de la clientela habitual del partido socialista, que recobrar¨ªa una fuerte proporci¨®n en las legislativas. Incluso si los ecologistas manten¨ªan en la primera vuelta su nivel actual, una gran parte de sus electores se volcar¨ªa hacia los socialistas en la segunda, tal vez en menor proporci¨®n, menos masivamente que los comunistas, pero de forma ciertamente mayoritaria.
Virtualmente, el partido socialista est¨¢ destinado a convertirse en la expresi¨®n fundamental de la izquierda, como los grandes partidos socialdem¨®cratas europeos, como los del Reino Unido y de la Rep¨²blica Federal de Alemania. En 1988 habr¨ªa reencontrado su mayor¨ªa absoluta del Parlamento de 1981 si no hubiera enturbiado su imagen con los discursos sobre la apertura y los espejismos de alianza con el centro. Pero corre el riesgo de ser a su vez desgarrado por los combates por la jefatura a medida que se acerquen las presidenciales de 1995. ?Su pr¨®ximo congreso decantar¨¢ los verdaderos problemas que conciernen a su proyecto para finales de siglo? ?O es que los debates de fondo enmascarar¨¢n querellas entre pretendientes? El porvenir de la izquierda francesa depende de la respuesta a estas preguntas. Mientras tanto, Michel Rocard ostenta los mejores sondeos que un Gobierno haya obtenido jam¨¢s despu¨¦s de una tan larga experiencia, y el prestigio europeo de Jacques Delors deja entrever que las guerrillas de ayer se vuelven cada vez m¨¢s arcaicas.
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