?Democracia para siempre?
mente se esperaba la apertura para despu¨¦s de Stroessner, una adelantada disputa por una sucesi¨®n condujo al pronunciamiento del general Andr¨¦s Rodr¨ªguez. Legitimado en seguida por una elecci¨®n libre, que apoy¨® masivamente al Gobierno,encanuna u de claraapertura y organiza institucio
nes democr¨¢ticas donde nunca
las hubo. Ha comenzado por el
principio: leyes electorales, ga
rant¨ªas procesales.
En Argentina, el Gobierno de Alfons¨ªn acort¨® su mandato en medio de enormes dificultades econ¨®micas, pero lleg¨® a las elecciones y transfiri¨® normalmente el poder a su adversario. Esta rotaci¨®n de partidos no hab¨ªa ocurrido nunca en Argentina, y la ¨²ltima transmisi¨®n democr¨¢tica de un electo a otro electo hab¨ªa ocurrido hac¨ªa m¨¢s de 50 a?os.
Uruguay transita ya la campa?a electoral que culminar¨¢ en noviembre. Es una elecci¨®n como cualquier otra. Ha terminado el tiempo de la transici¨®n: el refer¨¦ndum de abril de este a?o cerr¨® el cap¨ªtulo de las discusiones del pasado al aprobar definitivamente la ley de amnist¨ªa a los militares. La econom¨ªa se ha equilibrado, y si persiste una inflaci¨®n elevada -aunque mucho menor que en los vecinos-, el crecimiento ha sido sostenido, las exportaciones siguen subiendo y la desocupaci¨®n baja. Todo el pa¨ªs siente que la transici¨®n ha quedado detr¨¢s, y el debate es sobre las transformaciones de los a?os que vendr¨¢n. Se ha dejado de mirar hacia el pasado, y ello es lo m¨¢s importante.
Chile, por fin, va llegando a su elecci¨®n. Luego del refer¨¦ndum constitucional todo se encamin¨® hacia el proceso electoral, y en ¨¦l estamos. Naturalmente, est¨¢n presentes todas las dudas connaturales al per¨ªodo de transici¨®n, pero sin duda ¨¦l se abrir¨¢ a fin de a?o, y con ello estaremos tocando el sue?o de los precursores.La pregunta, a esta altura, es siempre la misma: ?esta democracia que hoy se extiende por toda Am¨¦rica del Sur perdurar¨¢? ?El proceso institucional ha alcanzado la madurez suficiente para que podamos hablar de estructuras consolidadas?Est¨¢ claro que no. Las amenazas de dentro y de afuera persisten. La tendencia al voluntarismo econ¨®mico, al caudillismo personalista, al canibalismo partidario, est¨¢n all¨ª, y bastar¨¢ alg¨²n fracaso para que florezcan. Los proteccionismos de las grandes potencias, distorsionadores de precios intemacionales; una deuda externa que no termina de encontrar el camino para quedar en el pasado, y la falta de inversi¨®n de riesgo en la industria pueden reproducir a poco de andar otra oleada de inestabilidad.
Todos estos pa¨ªses han hecho ajustes econ¨®micos dolorosos. Enterraron viejos esquematismos econ¨®micos. Partidos populistas como el peronismo argentino o socialdemocr¨¢ticos como la Acci¨®n Democr¨¢tica venezolana actualizan con audacia su pensamiento econ¨®mico. El batllismo gobernante en Uruguay, primer socialismo democr¨¢tico de Am¨¦rica, ha cambiado a Keynes por Felipe Gonz¨¢lez. No ha faltado coraje intelectual y pol¨ªtico. Pero los tiempos apremian. Despu¨¦s del ajuste, ?que? ?La pobre democracia no pagar¨¢ las facturas de ese rigor que sabemos que a la larga curar¨¢, pero que a la corta arde como cualquier viejo y buen remedio?
Todo depende, necesariamente, de una coincidencia: entre la persistencia de los dirigentes latinoamericanos para no ceder ante las presiones voluntaristas y la visi¨®n de los estadistas norteamericanos y europeos para comprender que esta democracia renacida se consolida hoy o se compromete ma?ana. Con el apoyo externo no alcanza si no hay pol¨ªticas econ¨®micas racionales; con ¨¦stas solitariamente sostenidas, tampoco, pues necesitan del ox¨ªgeno econ¨®mico de un marco internacional m¨¢s equilibrado y solidario.
es presidente de Uruguay.
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