El dilema de la inflaci¨®n en la URSS
La problem¨¢tica situaci¨®n econ¨®mica que atraviesa la URSS no es fruto de la perestroika, a juicio de los autores, sino producto de la degeneraci¨®n del sistema anterior. Pero la urgencia en superar los obst¨¢culos no puede dificultar la realizaci¨®n de los cambios estructurales a medio plazo, encaminados a conseguir un proceso de redistribuci¨®n regulado, equilibrado y estable.
y ENRIQUE PALAZUELOSA punto de concluir el verano de 1989, la situaci¨®n econ¨®mica sovi¨¦tica sigue presentando una grave problem¨¢tica. El crecimiento econ¨®mico es pr¨¢cticamente nulo; en el primer semestre de este a?o, el incremento de la renta nacional ha sido de? 2,5%, pero dicha tasa se anula si se traduce el componente inflacionista. La reforma del marco de gesti¨®n ha seguido estando salpicada de m¨²ltiples obst¨¢culos que mantienen los peores rasgos de la econom¨ªa administrada e impiden la autonom¨ªa en el funcionamiento cotidiano de las empresas.Los cambios estructurales en la pol¨ªtica de inversiones, desarrollo tecnol¨®gico y otras variables fundamentales, al menos hasta el momento, no est¨¢n ofreciendo signos evidentes de que se produzca alguna transformaci¨®n.
El sector exterior no favorece la actividad econ¨®mica, debido al estancamiento productivo y al d¨¦bil comportamiento de los precios del petr¨®leo (de los que depende el 70% de los ingresos en divisas), de modo que las cifras de exportaciones e importaciones siguen siendo inferiores a las de 1985. El ritmo de entrada de capital extranjero tambi¨¦n sigue siendo lento.
Tensi¨®n inflacionista
Ese contexto sirve de caldo de cultivo para unas presiones inflacionistas cada vez m¨¢s fuertes. La circulaci¨®n monetaria sigue creciendo mientras que la oferta de bienes de consumo es muy limitada y los canales de distribuci¨®n padecen una hipertrofia generalizada.
La cantidad de dinero en circulaci¨®n aumenta porque est¨¢ alimentada por un d¨¦ficit p¨²blico que supera los 100.000 millones de rublos al a?o y por un alegre mecanismo de retribuciones que ha permitido en el primer semestre de este a?o que, ante incrementos de la producci¨®n que han sido inferiores al 3%, la subida de los ingresos medios de la poblaci¨®n sea del 9%. La oferta de bienes y servicios sufre las consecuencias del estancamiento de la actividad productiva y del deterioro del sector exterior.
Las redes de distribuci¨®n ni siquiera comercializan una parte de esa oferta productiva, sino que ¨¦sta es desviada hacia canales fuertemente controlados por mafias y organizaciones vinculadas al funcionamiento burocr¨¢tico. Y el sistema de precios se ha convertido -seg¨²n la expresi¨®n utilizadas por Shmeliov- en el "reino de los espejos deformantes".
Al amparo de ese deterioro no son pocos los sectores sociales que consideran los problemas existentes como hijos putativos de la perestroika.
Componiendo una escena trag¨ªc¨®mica, el viajero dispuesto a comprar 0,6 rublos por cada d¨®lar intercambiado seg¨²n la cotizaci¨®n oficial, en la m¨ªsm¨ªsima ventanilla de la oficina del Gosbank recibe la oferta de obtener 10 rublos por ese mismo d¨®lar, es decir, 16 veces m¨¢s. Pero, si uno entra en una tienda de fotograflia, por ejemplo, o de cualquier otro art¨ªculo similar, la encontrar¨¢ abierta, pero el dependiente le dir¨¢ que no hay c¨¢maras ni rollos ni pr¨¢cticamente nada de nada; inmediatamente, otro colega en el interior de la tienda ofrecer¨¢ como soluci¨®n el mercado negro a precios, naturalmente, muy superiores.
Estas redes negras componen ciertamente un mercado gigantesco y demasiado blanco, nutrido por la desviaci¨®n de productos desde las redes oficiales, el acaparamiento especulativo y el amasamiento de grandes fortunas que precisamente se han creado bajo su cobijo.
Las lacras socioecon¨®micas aumentan de manera ostensible. Seg¨²n datos oficiales, el 30% de la poblaci¨®n vive por debajo del nivel de subsistencia, con ingresos en torno a los 70-100 rublos mensuales; las cifras reales de desempleo superan los 10 millones de personas; alrededor de la cuarta parte de la econom¨ªa es negra, y la desigualdad social alcanza ribetes que se pueden calificar como de esc¨¢ndalo.
Pero acaso lo m¨¢s parad¨®jico es que ello no sucede por mor de la perestroika, mediante reconversiones productivas y ajustes salariales seg¨²n el grado de eficiencia, sino debido a sus contrarios, por el degradamiento paulatino de la vieja situaci¨®n. As¨ª se dice que "lo eficiente no es legal y lo legal no es eficiente".
Pol¨ªtica de saneamiento
En el hervidero intelectual y pol¨ªtico que es la Uni¨®n Sovi¨¦tica actual, esas dificultades provocan la alarma entre las posiciones reformistas.
El nombramiento de L. Abalkin como vicepresidente del Gobierno para el cumplimiento de la reforma radical de la econom¨ªa ha hecho posible que, apenas unas semanas despu¨¦s, en julio, se aprobara un importante proyecto que profundiza el reconocimiento de la autonom¨ªa de las empresas y limita de manera contundente la capacidad de intervenci¨®n del Estado.
La posici¨®n de Abalkin no es un¨¢nime dentro del Gobierno, pero s¨ª parece que ahora mismo cuenta con un apoyo mayoritario. Se fundamenta en tres planos de actuaci¨®n. En primer lugar trata de profundizar el desmantelamiento de la econom¨ªa administrada, dando paso a un marco de gesti¨®n que haga compatible una gran autonom¨ªa de las unidades econ¨®micas con una intervenci¨®n limitada -pero eficaz- del Estado para la direcci¨®n global de la econom¨ªa.
En segundo lugar trata de profundizar los cambios estructurales en la esfera de la producci¨®n y de la circulaci¨®n que hagan posible una transformaci¨®n radical del proceso econ¨®mico durante el ¨²ltimo decenio del siglo. Y en tercer lugar, como requisito imprescindible para garantizar el desarrollo de la perestroika, propugna la aplicaci¨®n de un estricto programa de saneamiento econ¨®mico el trienio 1989-1991.
Este programa pretende controlar los desequilibr¨ªos existentes a trav¨¦s de medidas que limiten la circulaci¨®n de dinero y que garanticen una mayor oferta de bienes de consumo. De una parte pretende reducir el d¨¦ficit estatal a un ritmo de unos 30.000 millones de rublos cada a?o: d¨ªsminuci¨®n del 15% del gasto militar, congelaci¨®n de ciertas inversiones b¨¢sicas, recorte de las subvenciones a las empresas con grandes p¨¦rdidas y limitaci¨®n de los gastos del aparato administrativo.
De otra parte incentiva la producci¨®n (y la reducci¨®n de p¨¦rdidas) para conseguir una mayor oferta de bienes agr¨ªcolas e industriales destinados al consumo, realizando importaciones de choque y responsabilizando al sector militar de la fabricaci¨®n de bienes de consumo y de maquinaria para la industria ligera, con el objeto de lograr un r¨¢pido mayor abastecimiento de los mercados. Simult¨¢neamente trata de poner en marcha un conjunto de medidas fiscales, monetarias, financieras y cambiarias que impulsen esos objetivos, y que tambi¨¦n implican ajustes que acerquen las remuneraciones salariales y los precios a los rendirnientos laborales y a los costes de producci¨®n de las empresas.
Privatizaciones
Otras voces, hoy minoritarias, llegan m¨¢s lejos y reclaman medidas como la privatizaci¨®n de las granjas agrarias y de una parte de las empresas industriales y de servicios, el funcionamiento de un mercado de capitales, la r¨¢pida convertibilidad del rublo y un fuerte endeudamiento exterior para garantizar el programa de saneamiento.
En todo caso, si bien el programa de saneamiento debe ser radical, sin embargo, movido por la urgencia, no puede dificultar la realizaci¨®n de los cambios estructurales a medio plazo, encaminados a conseguir un proceso de acumulaci¨®n y de redistribuci¨®n regulado, equilibrado y estable; si esa perspectiva no prospera, entonces no se podr¨¢ garantizar el nivel de vida de la poblaci¨®n. Parece claro tambi¨¦n que los avances en la glasnost y la demokratia estar¨¢n en peligro si, a la vez, no progresa la perestroika y, a medio plazo, no se produce la uskiorenie (aceleraci¨®n).
son profesores del Departamento de Econom¨ªa Internacional de la universidad Complutense de Madrid.
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