Ilusionismo
Puede considerarse que el thriller, literalmente escalofriante, abarca el espiritismo g¨®tico, la serie negra con detective para todo (Philip Marlowe), el terror f¨ªsico del catastrofismo y los monstruos peludos o viscosos, el misterio de dise?o, el desasosiego ps¨ªquico en plan Lovecraft, el suspense rom¨¢nt leo y la cinta. de hagiograf¨ªa diab¨®lica con licencias leves de ficci¨®n cient¨ªfica.En el Peque?o Casino de San Sebasti¨¢n se ha proyectado una retrospectiva de James Whale con sus t¨ªteres fant¨¢sticos Frankenstein, La novia de Frankenstein, El hombre invisible, ?ngeles del infierno, etc¨¦tera.
Simult¨¢neamente, Pedro Olea e Imanol Uribe presentaban, el uno en Zabalte9i y el otro fuera de concurso, dos obras de continuidad de aquel genero hist¨®rico. La leyenda del cura de Bargota, de Olea, y Luna negra, de Uribe, responden a sendos contratos con TVE para la serie de brujer¨ªa europea Sabbath.
En ambas, y dentro de los l¨ªmites del presupuesto, se recurre a trucajes, efectos especiales, maquetas, meli¨¦es, caracterizaciones y dem¨¢s ilusionismos que convirtieron a Whale en el precursor de Steven Spielberg en los a?os treinta (naufragios de hidroaviones, batallas a¨¦reas de los buenos contra el Bar¨®n Rojo, incendios de zeppelines, teratolog¨ªa a tope).
Peque?os engrendros, prestidigitaciones t¨¦cnicas, bandas sonoras de pesadilla, que profetizan la escena h¨®rrida en crescendo se constituyen en elementos b¨¢sicos en las cintas de Olea y Uribe.
Cine de encargo
Los dos se confiesan amantes de los cl¨¢sicos y no se les caen los anillos por ejecutar cine de encargo. De hecho, Hollywood vivi¨® y sobrevive de producciones premeditadas.
Y no olvidemos a Bu?uel fabricando guiones a granel en M¨¦xico. Cierto que el argumento se agiliza si uno dispone de una tradici¨®n oral, tan caracter¨ªstica de los vascos, en la obra de Olea, y el sufrido Apocalipsis, en la de Uribe. Aunque tambi¨¦n Wyler se inspirara en el adefesio promete?co de la novela de Mary Shelley, la distanciaci¨®n consistir¨ªa en el car¨¢cter original de otras de su tramas y telara?as.
Los dos filmes, por encuadre y tratamiento, son ambivalentes para el living y la pantalla colectiva. Responden a una prueba de fuego que decide si una pel¨ªcula funciona m¨¢s all¨¢ del bien y del mal: a la salida no hay que consultar la sinopsis para aclararse. No olvidemos que el espectador se divide entre cin¨¦filos y p¨²blico.
El supercura y la ni?a mal¨¦fica s¨®lo defraudan a quienes busca transferencias y mensajes donde s¨®lo hay narrativa. En definitiva, evasi¨®n e Ilusi¨®n.
En otro tono m¨¢s realista, sin dejar de pulsar las claves de la telepat¨ªa, del fatum latino o el anank¨¦ de las tragedias griegas, la pel¨ªcula El mar es azul, de Ortuoste coloca a sus protagonistas Feodor Atkine y Juan Diego -que esta vez hace de rojo ortoxo- en un enredo de mu?ecas rusas que el tiempo, el destino y el hilo implacable de unas biograf¨ªas condenadas a entrecruzarse van retirando una a una en reiteraci¨®n dram¨¢tica.
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