Circunstancias diversas
AHMED BUJARIEl autor del art¨ªculo, importante dirigente saharaui, enjuicia la visita del rey Hassan 11 a Espa?a desde el punto de vista de la actual situaci¨®n en la ex colonia espa?ola y las relaciones entre el Frente Polisario y el Gobierno marroqu¨ª, algo extremadamente distante de las circunstancias que propiciaron la marcha verde.
La visita de Estado del monarca alau¨ª a Espa?a es un acontecimiento pol¨ªtico al que la diplomacia saharaui prestar¨¢, seguramente, toda la atenci¨®n necesaria. Servir¨¢ como oportunidad, entre otras cosas de indudable importancia en las relaciones de Espa?a con el inevitable vecino del Sur, para poner sobre el tapete el conflicto del S¨¢hara Occidental.Claro est¨¢, bajo unas coordenadas hist¨®ricas y diplom¨¢ticas muy alejadas y distintas de aquel tristemente c¨¦lebre "concurso de circunstancias regionales e internacionales", que provoc¨® esa dram¨¢tica inflexi¨®n en el rumbo l¨®gico de una descolonizaci¨®n prometida y debida: la marcha verde, los acuerdos tripartitos de Madrid, la invasi¨®n militar directa de las fuerzas marroqu¨ªes y maur¨ªtanas, el ¨¦xodo saharaui bajo el napalm... son hechos del ayer cuyas consecuencias perduran hoy todav¨ªa.
Las coordenadas han cambiado. La modificaci¨®n en ellas operada se ha situado en los siguientes planos:
1. Militar. Mauritania reconoci¨® a la RASD, retir¨¢ndose de la guerra en 1979. Y los 14 a?os de enfrentamiento saharaui-marroqu¨ª condujeron al establecimiento de un l¨ªmite para los dos ej¨¦rcitos. Tal l¨ªmite lo constituye la imposibilidad de una soluci¨®n militar al conflicto. Edqard N. Luttwak, en su reciente obra Le paradoxe de la strat¨¦gie, explica para los incr¨¦dulos que "en la guerra, la superioridad material puede convertirse en un handicap y la inferioridad num¨¦rica en una ventaja decisiva".
Los saharauis no han ganado la batalla militar. Cierto. No era tampoco su objetivo. Los saharauis se han limitado a impedir la -victoria al adversario.
2. Diplom¨¢tico. La mitad del mundo reconoce jur¨ªdicamente al Estado saharaui. Mientras, un s¨®lido consenso se, ha establecido en el seno de los tres grandes organismos internacionales (ONU, OUA y no alineados) sobre la base de una soluci¨®n pac¨ªfica al conflicto, en el que las negociaciones y el di¨¢logo directos entre los dos beligerantes es objeto de una especial reiteraci¨®n. La misi¨®n del secretario general de la ONU cuenta con el respaldo expl¨ªcito de este consenso.
Di¨¢logo
3. A nivel internacional. Si la coyuntura mundial en 1975 fue la del enfrentamiento y la escalada en la tensi¨®n, la actual preconiza, sin embargo, el di¨¢logo y la soluci¨®n pac¨ªfica y generalizada de los conflictos regionales.
4. A nivel de Espa?a. Al parecer, las prioridades espa?olas en 1975 eran asegurar la transici¨®n. Ello conllev¨® a la abdicaci¨®n y renuncia en relaci¨®n a los compromisos de Estado adquiridos frente al pueblo saharaui y ante la comunidad internacional. En 1982, las prioridades fueron la consolidaci¨®n, desde el poder, del proyecto socialista. Esto conllev¨® a que los compromisos morales del 14 de noviembre de 1976 fueran dejados de lado por tiempo indeterminado. Hoy, Espa?a es un pa¨ªs democr¨¢tico, que puede jactarse de su vigor, de su desarrollo industrial y de su peso espec¨ªfico en los asuntos europeos e internacionales.
Falta que la alta diplomacia marroqu¨ª comprenda y acepte esta modificaci¨®n sustancial y act¨²e en consecuencia, tanto hacia el proceso de paz con la RASD como hacia esta nueva y vigorosa Espa?a. En otros t¨¦rminos, la reflexi¨®n marroqu¨ª no est¨¢ concentrada en una perspectiva de futuro; un futuro en el que la obligada opci¨®n del desarrollo, garant¨ªa de la estabilidad, es incompatible con la guerra, causa de la ruina.
La inalterabilidad por medios b¨¦licos del equilibrio cualitativo establecido entre la RASD y Marruecos, m¨¢s la misi¨®n del secretario general de la ONU y el di¨¢logo directo iniciado en Marraquech, en una coyuntura mundial positiva, son factores de peso que pueden incitar a los dirigentes marroqu¨ªes a esa necesaria reflexi¨®n para que emprendan de forma resuelta el camino de paz, que de lograrse aportar¨¢ a Marruecos los siguientes beneficios:
- El fin de una guerra devastadora, que ha destruido enormes potencialidades financieras y millares de vidas.
- Relaciones especiales y fruct¨ªferas entre la RASD y el reino de Marruecos, en el plano econ¨®mico y comercial.
- Garant¨ªas formales del Estado saharaui de no permitir que desde su territorio se atentet de una forma u otra contra la seguridad del Estado marroqu¨ª.
- Compromiso formal de la RASD de no albergar bases extranjeras en su territorio.
- Garant¨ªas de la RASI) de mantener relaciones respetuosas y equilibradas con todos sus vecinos.
Llegar a esto supone que las dos partes hayan trazado el cuadro de las relaciones futuras a trav¨¦s de lo que se ha venido llamando por los dirigentes saharauis "acuerdo pol¨ªtico global", que tiene al mismo tiempo el m¨¦rito de resolver los obst¨¢culos frente al refer¨¦ndum. Se tratar¨ªa, mutatis mutandis, de una especie de Evian marroqu¨ª-saharaui. Los franceses y los argelinos saben algo de esto.
Con toda evidencia, si el di¨¢logo directo, que se inici¨® el 4 de enero de 1989, sigue sufriendo las interrupciones unilaterales o interpretado por Marruecos de forma insistentemente incorrecta, las ofertas de paz saharauis ser¨¢n, como dijo Bol¨ªvar, "arar en el mar". Si tenemos presente, adem¨¢s de lo anterior, que existe una "deliberada obstrucci¨®n" del Gobierno marroqu¨ª a la misi¨®n de buenos oficios de la ONU y de la OUA, las conclusiones provisionales sobre las perspectivas de una paz a corto plazo no son nada halag¨¹e?as.
El Magreb ¨¢rabe
Las repercusiones directas de este cuadro se reflejan en el otro proceso. La construcci¨®n del Magreb ¨¢rabe se encuentra paralizada, debido a que subsiste todav¨ªa el error marroqu¨ª de pretender un Magreb sin y a costa de la RASD. La subsistencia de este vac¨ªo de sinceridad es lo que explica el poco camino recorrido por Marruecos en direcci¨®n a la paz con la RASI) y en direcci¨®n al sue?o magreb¨ª.
La soluci¨®n dada en 1975 al S¨¢hara Occidental por los acuerdos tripartidos de Madr¨ªd est¨¢ hoy m¨¢s que descartada. Las trompetas marroqu¨ªes que entonan la Hamada autonom¨ªa como soluci¨®n lo hacen, en realidad, hacia el aire. Las proposiciones conjuntas ONU-OUA aceptadas por Rabat establecen como soluci¨®n, a trav¨¦s del refer¨¦ndum, o la integraci¨®n a Marruecos o la independencia total del territorio. Interpolar o introducir una tercera opci¨®n, la autonom¨ªa, ser¨ªa falsear en "integraci¨®n o integraci¨®n" en lugar de "integraci¨®n o independencia".
La verdadera soluci¨®n es aquella que, siendo justa, pone fin a la causa del conflicto. ?sta no es otra diferente a la independencia del territorio, que es adem¨¢s la voluntad del pueblo saharaui. De ello ya fue testigo la ONU en 1975. Es tambi¨¦n la que ha recibido el respaldo internacional a trav¨¦s de los reconocimientos diplom¨¢ticos a la RASD o a trav¨¦s de ese consenso en los organismos internacionales. De todas formas, el refer¨¦ndum ser¨¢ quien dirima esta cuesti¨®n. No ha de ser cualquier refer¨¦ndurri, sino uno aut¨¦nticamente libre de toda presi¨®n militar o administrativa de la potencia octipante, que, siendo parte en el proceso, no puede pretender ser al mismo tiempo el juez. La visita de Hassan II a Espana plantea (le nuevo el debate sobre cu¨¢l ha de ser el rol de Espa?a en relaci¨®n al S¨¢hara Occidental y al Magreb.
El papel de Espa?a
Todos los enfoques coinciden en que el papel de Espa?a ha de inscribirse en el marco de la b¨²squeda de la paz. Aplicado al caso del S¨¢hara Occidental, y teniendo en cuenta tanto los factores morales y el balance global del conflicto como los hechos acaecidos; a partir de 1988 (misi¨®n del secretario general de la ONU, el encuentro de Marraquech), la coherencia con este objetivo proclarriado y defendido requiere una rr¨²nima revisi¨®n de la anterior doctrina, preocupada en establecer sobre todo la confianza con Marruecos. Se puede decir que la opini¨®n p¨²blica espa?ola est¨¢ madura para comprender lo siguiente:
1. Establecimiento de relaciones equilibradas y formales con los dos protagonistas. El reconocimiento de la RASD por m¨¢s de 70 pa¨ªses, el actual proceso en la ONU, m¨¢s el encuentro de Marraquech, facilitan una decisi¨®n m¨¢s esperada que anunciada. Existe sobre ella el precedente en el tratamierito dado al conflicto de Oriente Pr¨®ximo.
2. Incitar a Marruecos, por medios directos o indirectos, a cont¨ªnuar el di¨¢logo y la negociac¨ª¨®n directa.
3. Promover el consenso sobre esta posici¨®n, frente a ciertas posiciones r¨ªgidas e inhumanas, a nivel de la CE.
4. Acordar un sustancial apoyo humanitario, en el campo de la alimentaci¨®n, educaci¨®n, sanidad..., a las poblaciones saharauis que sufren las consecuencias de la guerra. Preciso es subrayar que la RASD es el ¨²nico pa¨ªs ¨¢rabe africano hispanohablante en esta regi¨®n estrat¨¦gica y vecina de Espa?a. Evidentemente, los saharauis no consideran que el margen de maniobra sea muy c¨®modo para el Gobierno espa?ol; pero lo que s¨ª creen es que existen posibilidades reales para una soluci¨®n justay definitiva del conflicto que deben ser aprov2chadas por la CE, y por Espa?a, teniendo en cuenta, como dijo una vez Ghandi, que "no hay caminos para la paz; la paz es el camino".
es miembro del Bur¨® Pol¨ªtico del Frente Polisario.
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