El Atl¨¦tico necesit¨® 85 minutos para doblegar al Sevilla
El Atl¨¦tico gan¨® de penalti, como no pod¨ªa ser menos. Dado el sistema que acostumbran a utilizar ambos equipos, el gol, cualquier gol, alcanza un valor incalculable. Al Atl¨¦tico, ese gol de Baltazar le sirve para muchas cosas, unas cuantificables -no perder la cabeza de la clasificaci¨®n- y otras intangibles -ganar convicci¨®n, establecer credibilidad- Ganar, adem¨¢s, a falta de cinco minutos para el final tiene su importancia cuando se trata de equipos que basan su actividad en afrontar cada partido como una operaci¨®n de amplio desgaste. Con goles postreros, como ayer o hace d¨ªas ante la Fiorentina, el Atl¨¦tico consigue convencerse de que puede ser superior al rival, de que el partido no se acaba, hasta que la victoria no es un hecho.El Atl¨¦tico-Sevilla ten¨ªa un doble atractivo: observar el juego de dos equipos punteros y presenciar qu¨¦ resultado pod¨ªa dar un choque de dos estilos similares, donde la atenci¨®n preferencial se centra en la temprana destrucci¨®n de cualquier acci¨®n encaminada hacia el gol. Con tales filosof¨ªas exist¨ªan amplias posibilidades de que el juego se atascase en 30 metros de terreno. As¨ª sucedi¨®, aunque mientras el Atl¨¦tico busc¨® soluciones al conflicto planteado, el Sevilla dio muestras de conformidad.
Trat¨® el equipo local, en primer lugar, de probar la red defensiva sevillista con balones largos, pero esa opci¨®n requer¨ªa una precisi¨®n de la que carece el conjunto rojiblanco en su retaguardia. Para estas cosas, ciertamente, bien les valdr¨ªa un Schuster. Luego, opt¨® por llevar el bal¨®n no por via a¨¦rea sino a trav¨¦s de mensajero. O sea, carteros habilidosos que lograsen atravesar obst¨¢culos y alcanzar alguna zona pr¨®xima al ¨¢rea. El principal protagonista de tal empe?o fue Manolo, quien se retras¨® una y cien veces al centro del campo a recibir la pelota soluci¨®n hasta cierto punto l¨®gica porque para eso se supone que sirve un extremo, para abrirse paso en zonas pobladas o estrechas. A Manolo le acompa?¨® a veces Futre, pero el bal¨®n lleg¨® pocas veces al ¨¢rea se villista.
Para el profrano, pues, el Atl¨¦tico-Sevilla apestaba a cerocerismo porque el bal¨®n terminar¨ªa rebotando de un muro a otro. Pero al profano hay que advertirle que las defensas que parecen primar en este campeonato no son tales t¨¢cticas de atrincheramiento sino un concepto m¨¢s inteligente de la protecci¨®n. Son defensas con dise?o, geom¨¦tricas y repletas de hombres pertrechados con instrucciones.
Como quiera que Sevilla y Atl¨¦tico gozan de sistemas bien ejecutados, el partido result¨® una confrontaci¨®n algo pesada -?aburrida quiz¨¢s?-, de cierto nivel y naturalmente escasa en goles y oportunidades. As¨ª las cosas, el Atl¨¦tico protest¨® airadamente un supuesto penalti a Futre en el minuto 29, consciente de que la ocasi¨®n ten¨ªa mucha trascendencia. Luego, Futre encontr¨® venganza en una acci¨®n afortunada. Baltazar marc¨® y sentenci¨® el duelo. Que el Atl¨¦tico marcara de penalti fue un premio simb¨®lico a la defensa sevillista. Defensa contra defensa, la cosa acab¨® en empate.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.