Hassan II, en Espa?a
LA PRIMERA visita oficial a Espa?a del rey de Marruecos, Hassan II, iniciada hoy despu¨¦s de una breve estancia privada en Sevilla, deber¨ªa cerrar toda una ¨¦poca de malentendidos y suspicacias entre las diplomacias de los dos pa¨ªses. El hecho de que tal visita se produzca al fin, tras sucesivos aplazamientos, es un indicio claro de que as¨ª va a ocurrir y que los contactos previstos con el rey Juan Carlos y con el presidente del Gobierno espa?ol van a servir para cimentar las complejas relaciones entre los dos pa¨ªses en la perspectiva de la pr¨®xima d¨¦cada. El rey marroqu¨ª ha resumido el principal objetivo de su viaje en estos t¨¦rminos: "Poner el reloj en hora ante el panorama de los a?os 1992 y 2000".Es notorio que en la mayor¨ªa de los problemas que afectan a los dos pa¨ªses el reloj, si no parado, s¨ª se hab¨ªa retrasado peligrosamente. Ponerlo en hora exige no s¨®lo buena voluntad y mucha inteligencia, sino, sobre todo, el hallazgo de un terreno de entendimiento en el que tengan engarce los intereses de los dos pa¨ªses. El contencioso hist¨®rico sobre Ceuta y Melilla trasciende, sin duda, el momento para situarse en una perspectiva de largo alcance. En todo caso, el rechazo expl¨ªcito del rey de Marruecos a toda actuaci¨®n b¨¦lica deja abiertas soluciones amistosas para el futuro en el marco de una inevitable profundizaci¨®n de las relaciones entre los dos pa¨ªses. Tanto Espa?a como Marruecos est¨¢n abocados a este proceso, dado que comparten una zona estrat¨¦gica sensible e importantes intereses econ¨®micos y pol¨ªticos. Por otra parte, Marruecos necesita aproximarse cada vez m¨¢s, econ¨®mica y pol¨ªticamente, a la Comunidad Europea (CE), y Espa?a es paso obligado en este camino. La presencia de un n¨²mero importante de emigrantes marroqu¨ªes en territorio espa?ol, y el paso constante a su trav¨¦s de los flujos de emigraci¨®n y de las principales exportaciones marroqu¨ªes a los restantes pa¨ªses de la CE, exigen medidas no s¨®lo pol¨ªticas, sino de clara dimensi¨®n econ¨®mica. Entre las posibles, aunque su viabilidad debe ser antes cuidadosamente estudiada, la consolidaci¨®n del proyecto de enlace fijo por el estrecho de Gibraltar, que facilite y fortalezca el nivel de comunicaci¨®n y de intercambio econ¨®mico, cultural y humano alcanzado entre los dos pa¨ªses.
Espa?a, por su parte, tiene sumo inter¨¦s en la estabilidad de Marruecos y en la paulatina integraci¨®n del Magreb ¨¢rabe. Desde esta perspectiva hay que entender la preocupaci¨®n de Espa?a por una soluci¨®n negociada y pac¨ªfica del conflicto del antiguo S¨¢hara espa?ol en el marco del refer¨¦ndum aprobado por la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU). Y desde esta misma ¨®ptica estar¨ªa plenamente justificado que Espa?a hiciera valer ante Hassan II su posici¨®n favorable al respeto de los derechos humanos en Marruecos como premisa ineludible de cualquier f¨®rmula de aproximaci¨®n de este pa¨ªs a la Comunidad Europea.
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