Casi un mon¨®logo

Arturo Fern¨¢ndez habla incesantemente, y ¨¦se es el gran ¨¦xito de esta comedia. La historieta es simple: el amor entre una puta y un pol¨ªtico, profesiones que la autora equipara; y compara, en detrimento de los pol¨ªticos, con gran regocijo de los espectadores -en el estreno abundaban los representantes de la verdadera alta comedia madrile?a-, que r¨ªen y aplauden francamente, complacidos.La purificaci¨®n del amor verdadero -el diputado es un gal¨¢n maduro, la chica es muy jovencita- habr¨¢ de pasar por el abandono de las dos profesiones dudosas y conducirlas hacia el legal matrimonio -no sin decir que la chica realmente no ha llevado a cabo ninguna de sus relaciones comerciales hasta el final desde que le conoci¨®, como una recuperaci¨®n modesta de la virginidad- y a un bailoteo final de alegr¨ªa.

Todo esto importa escasamente: lo que cuenta es el parloteo incesante de Arturo Fern¨¢ndez, sus gestos y sus movimientos; va coment¨¢ndolo todo, describiendo las situaciones esc¨¦nicas, y las de la actualidad, con un acento asturiano que es leve al principio, pero que va exagerando a medida que el p¨²blico lo recibe bien, como todos los ademanes y los efectos, y lo que a veces parecen sus propias improvisaciones.

Es un personaje de esos a los que no nos gustar¨ªa tener cerca en la vida diaria -un pesado, machac¨®n, ostentoso- pero que en el escenario funcionan.

Divo

Junto a este divo, Cristina Higueras poco puede lucir, aparte de su figura -que es muy suficiente-; y lo mismo le pasa a Carla Duval en sus dos intervenciones.El decorado de la obra es de un blanco deslumbrante por el ne¨®n, y la m¨²sica est¨¢ a un volumen excesivo, pero todo lo domina la voz de Arturo Fern¨¢ndez.

Muchas risas, desde el principio hasta el final. Muchos aplausos, a frases, a escenas; y ovaciones al terminar. La autora, Mar¨ªa Manuela Reina, tr¨¦mula, dirigi¨® a todos unas casi imperceptibles palabras de agradecimiento.