Todo empez¨® por un gallo de pelea
Ruiz Miguel se despide del toreo hoy en Las Ventas
Ten¨ªa Ruiz Miguel 16 a?os y no hab¨ªa ido a los toros jam¨¢s. A Ruiz Miguel lo que le apasionaba entonces eran los gallos de pelea, y por uno de ellos cambi¨® su vida. Veinticuatro a?os m¨¢s tarde, esa vida va a cambiar de nuevo. Esta tarde, tras estoquear seis toros de distintas ganader¨ªas ante el p¨²blico madrile?o de Las Ventas -el que lo elev¨® a la categor¨ªa de figura-, se cortar¨¢ la coleta y entrar¨¢ en una jubilaci¨®n dorada. La tiene merecida, despu¨¦s de haber lidiado, con profesionalidad y valor, m¨¢s de 2.000 toros en 1.080 corridas.
Ruiz Miguel era alba?il a sus 16 a?os y ten¨ªa un gallo de pelea que iba para campe¨®n del mundo, o eso cre¨ªa el. Un compa?ero de la obra ten¨ªa, otro gallo de pelea que tambi¨¦n Iba para campe¨®n del mundo. Los dos alba?iles ponderaban el poder¨ªo de sus respectivos gallos, y la discusi¨®n los llev¨® a trasvasar a sus personas el valor marchoso de los gallos respectivos. "T¨² no tienes lo que hay que tener para ponerte delante de un toro", le dijo a Ruiz Miguel el compa?ero alba?il, que era aficionado a la fiesta y lector de El Ruedo. "Qu¨¦ te: apuestas a que s¨ª?".Se apostaron los gallos. Hab¨ªa anunciado un festival en C¨¢diz, y all¨ª se fueron, desde San Fernando. Toreaban el festival ?lvaro Domecq, Antonio Ord¨®?ez, Emilio Oliva, el fallecido Paquirri y su hermano Riverita. Ya en el tencl¨ªdo, Ruiz Miguel, que no ten¨ªa ni idea de c¨®mo era el toreo, pregunt¨® a su amigo: "?Qu¨¦ hay que has¨¦?". Le contest¨®: "Quearse mu quieto".
Fue en el toro de Riverita, hierro de Curro Chica, recuerda Ruiz Miguel: "Salt¨¦ al ruedo y pude dar unos pases. Luego me agarraron los banderilleros y me llevaron al callej¨®n, donde intervinieron los guardias. Entonces intercedi¨® por m¨ª un aficionado que se llama Mart¨ªn de Mora, consigui¨® que no me detuvieran y adem¨¢s me regal¨® 20 duros". "No vea", a?ade Ruiz Miguel, "c¨®mo regresaba yo por esa carretera de San Fernando. ?Me cre¨ªa Joselito y Belmonte juntos! Y adem¨¢s, con 20 duros, un gallo nuevo y presumiendo delante de mi compa?ero, que hab¨ªa perdido la apuesta".
Ahora Ruiz Miguel evoca lo que han sido los 24 a?os de su vida torera. Y dice: "Creo que el azar me puso una tarea dif¨ªcil y la asum¨ª con mucha dignidad. Fue duro [porque todo, en el toreo, es duro], pero no me queda ninguna frustraci¨®n. Por el contrario, lo que siento es una inmensa alegr¨ªa. Pas¨¦ tiempos dificiles, hasta aquella tarde de 1973, en Madrid, cuando tore¨¦ el sobrero de Villagodio... [Igual que ruge un volc¨¢n, as¨ª rug¨ªa Las Ventas, entusiasmada con el toreo dominador y valiente,de Ruiz Miguel. Fue una tarde m¨¢gica.] Cuando despu¨¦s, en el hotel, me quitaba, el vestido de torear, ten¨ªa una sensaci¨®n distinta a cuantas hab¨ªa conocido y vi claramente que mi vida hab¨ªa empezado a cambiar".
El recuento de toda su biograf¨ªa torera, de sus alegr¨ªas y decepciones, de las cornadas, los peligros y los triunfos, de la categor¨ªa que ha llegado a alcanz ar en la fiesta, Ruiz Miguel lo resume con una sola palabra: felicidad. "No me quedan frustraciones. Soy feliz porque he podido hacer lo que me gusta y alcanzar metas importantes. Estos d¨ªas pienso muchas veces si tengo verdadero derecho a dejar la profesi¨®n, pues estoy fuerte, con ilusi¨®n y en plenitud art¨ªstica. Pero se impone el sentido com¨²n, porque no se debe tentar indefinidamente la suerte y, adem¨¢s, alguna vez habr¨ªa de cortar".
Nunca visti¨® Ruiz Miguel un terno blanco y oro, y lo har¨¢ hoy. Tiene decididos cinco brindis: al p¨²blico de Madrid, "a quien tanto debo"; a su apoderado, Pepe Lu¨ªs Segura, "que tanto me ha ayudado"; al doctor M¨¢ximo Garc¨ªa de la Torre, cirujano jefe de la enfermer¨ªa de Las Ventas, porque ha sido providencial para los toreros"; a Manuel Chopera, "porque es el empresario que m¨¢s veces me ha contratado", y a la cuadrilla, "por su fidelidad de tantos a?os". El que menos, Juan de Triana, lleva 16 con Ruiz Miguel; el picador Mart¨ªn Toro, 20. A partir de ahora los ver¨¢ menos. A partir de ahora, en cambio, ver¨¢ m¨¢s a sus hijos, Mar¨ªa Jes¨²s, de 11 a?os, y Francisco, de cinco, por quienes, en definitiva, ha luchado tanto. "La verdad", reconoce Ruiz Miguel, ,les que no he parado de luchar desde que me tir¨¦ de espont¨¢neo aquella tarde en C¨¢diz".
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