La iniciaitiva de Mubarak
EL PRESIDENTE egipcio, Hosni Mubarak, ratificado en su nueva legitimidad en el mundo ¨¢rabe, propuso recientemente un plan de 10 puntos para resolver la cuesti¨®n palestina. La iniciativa gira en tomo a la celebraci¨®n de comicios en los territorios ocupados. Se trata de encontrar la f¨®rmula que permita elegir en Gaza y Cisjordania a los palestinos que, seg¨²n quieren los israel¨ªes, sean los gestores de la autonom¨ªa limitada que preconiza Tel Aviv, o seg¨²n pretende la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), sean los negociadores que acudan a la mesa de la conferencia internacional para la soluci¨®n definitiva del, problema del Pr¨®ximo Oriente.Lo malo es que, por defecto o por exceso -en un momento en que tanto EE UU como la URS S o la CE parecen haberse quedado sin ideas con que propiciar la conferencia internacional sobre Oriente Pr¨®ximo-, ninguno de los antagonistas quiere admitir que la iniciativa de Mubarak tiene la virtud de la equidistancia. Para los palestinos, el plan no coadyuda suficientemente al establecimiento de un Estado independiente; para los israel¨ªes, eso es exactamente lo que puede llegar a hacer. Por el momento, por tanto, se dir¨ªa que el rais egipcio ha soltado una bomba de efectos similarmente desestabilizadores en ambos campos. En Israel ha agudizado las disensiones entre los dos miembros mayores de la coalici¨®n gubernamental, pues el plan egipcio es similar a iniciativas anteriores del Partido Laborista israel¨ª. Su l¨ªder, Sim¨®n Peres, envi¨® a su correligionario Rabin (ministro de Defensa) a El Cairo a entrevistarse con Mubarak y a manifestarle la conformidad de principio con la propuesta. Pero, como no pod¨ªa menos de suceder, aun coincidiendo en la necesidad de di¨¢logo entre palestinos e israel¨ªes, Rabin y Mubarak no llegaron a ponerse de acuerdo sobre la composici¨®n de la delegaci¨®n palestina que se unir¨ªa a la israel¨ª en un comit¨¦ de preparaci¨®n de las elecciones. Mubarak y Sim¨®n Peres se encuentran ahora en EE UU, con ocasi¨®n de la Asamblea General de la ONU; ambos se han entrevistado con el presidente Bush para recabar un apoyo con el que fortalecer los que les prestaran, d¨ªas atr¨¢s, Fran?ois Mitterrand -presidente comunitario en este semestre- y algunos de los Gobiernos europeos, entre ellos el espa?ol.
Los derechistas del Likud, por su parte, se oponen radicalmente al plan de Mubarak. No es s¨®lo que, a la hora de la verdad, Israel sea particularmente reticente a cualquier planteamiento que incluya reconocer el fen¨®meno palestino. Detr¨¢s de la negativa de Shamir, adem¨¢s, se esconde la radical oposici¨®n a aceptar que quienes resulten elegidos sean representantes de la OLP, y que as¨ª el Gobierno israel¨ª se vea forzado a sentarse a una mesa de negociaci¨®n con quienes considera implacables enemigos. La iniciativa egipcia no ha tenido mejor acogida en el campo palestino. Es cierto que varias personalidades de los territorios ocupados acudieron a El Cairo para que se les explicara con detalle la intenci¨®n del rais. Tambi¨¦n es cierto que Yasir Arafat, despu¨¦s de entrevistarse con el presidente egipcio, dio su visto bueno de principio. Pero, como es frecuente en las manifestaciones de Arafat, una cosa es su reacci¨®n con vistas al mundo, y otra, su reflejo, mucho m¨¢s reticente, con vistas a las propias filas. Por su parte, el Comit¨¦ Ejecutivo de la OLP se apresur¨® a rechazar el plan por considerarlo un calco del de Israel, y, por ende, exclusivamente beneficioso para ¨¦ste.
Estas complicaciones, sin embargo, aun sonando a terriblemente familiares en tanto que sublimaci¨®n de una enemistad aparentemente insuperable, surgen, paso a paso, en el camino de una nueva sensatez, fruto a su vez de iniciativas que siempre vale la pena explorar. Y para suerte de todos, la paz en Oriente Pr¨®ximo es tan inevitable como el paso del tiempo.
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