RTVE y 'La campana de Huesca'
He aqu¨ª una historia nunca contada: cuando un amigo y confidente de don Alfonso Guerra fue nombrado por don Felipe Gonz¨¢lez primer director general socialista del Ente P¨²blico RTVE organiz¨® en su despacho de Prado del Rey, meses antes ocupado por qui¨¦n esto firma, una muy singular ceremonia de la humillaci¨®n. Durante ella, en la desde?osa presencia de don Jos¨¦ Mar¨ªa Calvi?o, que ni siquiera saludaba a sus v¨ªctimas, numerosos miembros de la plantilla profesional de RTVE, periodistas en su mayor¨ªa, fueron firmando sucesivamente el enterado de unas notificaciones por las que se les comunicaba su cese en las tareas que hasta ese momento ejerc¨ªan en Televisi¨®n Espa?ola, en Radio Nacional de Espa?a, en Radiocadena Espa?ola o en el cuerpo central del propio Ente P¨²blico.Me han relatado este episodio varios de los que as¨ª, colectivamente, fueron destituidos, y recuerdo con especial viveza, como un homenaje a su recio car¨¢cter, la sobria y precisa referencia de aquella depuraci¨®n en fila india que me dio Pachi Bermeosolo, ahora prematuramente fallecido. Dirig¨ªa ¨¦l con buen tino la revista Tele-Radio desde antes de mi nombramiento, y en ese puesto sigui¨® conmigo porque era un buen t¨¦cnico en la honesta informaci¨®n, con quien, por cierto, no me un¨ªa ninguna amistad previa. Su horrible pecado fue quiz¨¢ el de haberse atrevido a dedicarme un afectuoso suelto de despedida cuando los ataques socialistas que sufr¨ª desde mi primer d¨ªa en RTVE y otras razones menores contribuyeron a mi dimisi¨®n ante el ¨²ltimo presidente de los gobiernos formados por UCD, los cuales no abusaron del monopolio televisivo para fines electorales.Siega,de cabezasAunque por fortuna incruento, pues la Edad Media qued¨® atr¨¢s, aquel episodio ofrece alguna similitud con la siega de nobles cabezas que nuestra his?oria conoce con el nombre de La campana de Huesca. Ese gran escritor que es Francisco Ayala la record¨® a?os atr¨¢s con sus connotaciones de oscuridad y alevos¨ªa. "El tajo", dice Ayala, "no se mont¨® en la plaza p¨²blica, sino en una gran cuadradel palacio...". Y luego cita la breve menci¨®n de aquella mortandad que conservan los anales toledanos: "Mataron las potestades de Huesca. Era 1136".
Las potestades decapitadas en Prado del Rey no eran los escasos miembros del comit¨¦ de direcci¨®n, cargos de l¨®gica confianza; eran miembros profesionales del Ente y sus sociedades que hab¨ªan sido seleccionados en sucesivos per¨ªodos, en su mayor¨ªa por directores generales designados despu¨¦s de promulgada. la Constituci¨®n y que nunca quisimos manipular los medios p¨²blicos de informaci¨®n con la desenvuelta frescura de estos a?os socialistas. Eran los cesados profesionales muy competentes, cuya masiva sustituci¨®n por gentes tra¨ªdas a menudo de fuera no hizo entonces derramar ni una l¨¢grima a quienes en estos d¨ªas se rasgan, como cocodrilos gimoteantes, las vestiduras de su supuesta castidad informadora. Son muchos de estos llorones los mismos que ocuparon aquellas vacantes, los que -con el carn¨¦ del PSOE a veces en la mano, a veces escondido, seg¨²n el ejemplo del nuevo director generalno s¨®lo se lucraron de un provecho que no hab¨ªan ganado con sus m¨¦ritos, sino que se aprestaron a servir a su partido ¨²nico con tal descaro que han terminado por agotar la benedictina paciencia de todos los dem¨¢s.
Por todo ello, la reacci¨®n suscitada por las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas, muy distintas entre s¨ª pero todas ellas hartas del abuso de cada d¨ªa, tiene como el m¨¢s penoso de sus aspectos la actitud de unas pocas docenas de empleados fijos de la plantilla de RTVE, que pretende ahora envolverse en la bandera de la profesionalidad porque as¨ª lo ha dispuesto, desde la propia pantalla, la consigna dada por el gran violador de esa misma profesionalidad. Cuando hasta un hombre limpio llamado Nicol¨¢s Redondo destaca la tergiversaci¨®n informativa que sus correfigionar¨ªos imponen y que ¨¦l mismo padece, no es necesario a?adir nada desde otros campamentos pol¨ªticos. Cabe s¨®lo dolerse de la conducta de quienes usan el socialismo deshuesado que padecemos para defender unos puestecitos de poder y, de paso, unos sabrosos pluses salariales.
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