Un tribunal franc¨¦s condena a una mujer de Mal¨ª por castrar a su hija
Dalla Fofana Traor¨¦, una joven de 26 a?os originaria de Mal¨ª, ha sido condenada en Par¨ªs a tres a?os de c¨¢rcel con suspensi¨®n de la pena por someter a la escisi¨®n a su hija Assa, a quien le fue seccionado el cl¨ªtoris una semana despu¨¦s de su nacimiento. El juicio, en el que han intervenido m¨¦dicos, etn¨®logos y organizaciones feministas, se ha convertido en un proceso a esta costumbre cultural que se practica en numerosos pa¨ªses africanos.
Dalla Fofana compareci¨® al juicio sin entender muy bien el delito del que se le acusaba: "Complicidad en violencias voluntarias a ni?os menores de 15 a?os con resultado de mutilaci¨®n". El caso ha provocado el primer debate judicial esobre la escisi¨®n en s¨ª misma, ya que, en el ¨²nico precedente existente hasta ahora en Francia, - donde veinte mil ni?as sufren la escisi¨®n cada a?o-, de ablaci¨®n del cl¨ªtoris hab¨ªa causado la muerte de la v¨ªctima y el delito entr¨® en el terreno del homicidio involuntario. En esa ocasi¨®n, el 28 de mayo de 1988, un s¨²bdito de Mal¨ª y sus dos esposas fueron condenados a la misma pena dictada ahora.Dalla Fofana, que no ha ido jam¨¢s a la escuela y no habla franc¨¦s, pese a llevar siete a?os en Par¨ªs, se cas¨® a los 14 a?os, en Mal¨ª, con Mahamet Traor¨¦, miembro, como ella, de la etnia soninke y de religi¨®n musulmana. En 1980, el marido emigr¨® a Francia, donde consigui¨® un empleo en el aeropuerto de Orly. Dos a?os despu¨¦s le sigui¨® Dalla Fofana, que, ya en Francia, dio a luz un hijo por a?o. La familia se fue hacinando en la miserable -y ¨²nica- habitaci¨®n que ocupaban en el distrito 18 de Par¨ªs.
Tradici¨®n
Assa, que cuenta ahora cinco a?os y medio, fue el tercer hijo de la pareja. Siete d¨ªas despu¨¦s de nacer, en junio de 1984, dos profesionales en la pr¨¢ctica de la escisi¨®n ofrecieron a la madre sus servicios por 300 francos. Dalla Fofana acept¨¦, "por la tradici¨®n" y para que la ni?a "encontrara marido". Assa, fue sometida a lo que la doctora Martine Airiot calific¨® en el juicio como "el peor de los dolores que una ni?a puede sentir" y que recordar¨¢ toda la vida. Indiferente a todo, la peque?a Assa asisti¨® al juicio, al lado de su padre.Tres semanas despu¨¦s de la intervenci¨®n, la ni?a, con algo de
fiebre, fue llevada por su madre al centro de protecci¨®n maternal
e infantil del barrio, donde se descubri¨® la escisi¨®n. La directora del centro, que fue quien denunci¨® los hechos al fiscal, declar¨® en la vista que la escisi¨®n es uno de los principales problemas
del distrito. Explic¨® que hab¨ªa intentado en vano solucionarlo con
la amenaza a las familias de que les ser¨ªan retirados los subsidios
si persist¨ªan en esa pr¨¢ctica.
El profundo arraigo de esta costumbre sirvi¨® como argumento para la defensa de Dalla Fofana. "No hay crimen ni delito si el procesado ha sido obligado por una fuerza a la. que no ha podido resistir", dijo el letrado defensor. La etn¨®loga belga Grace Winter asegur¨® que la costumbre no pierde su fuerza imperativa en Francia porque los soninkes no pretenden integrarse en la sociedad occidental, jam¨¢s cortan sus lazos con sus or¨ªgenes y s¨®lo emigran "para sorneterse a otra costumbre, la de que los m¨¢s j¨®venes vayan al extranjero para enviar dinero a la comunidad".
Por el contrario, el conocido cancer¨®logo L¨¦on Schwartzenberg apel¨® a los derechos humanos para condenar la "tortura" de la escisi¨®n. "En nombre de una pretendida tradici¨®n", dijo el testigo, "una mujer se ve mutilada y amputada del placer". La feminista Benoite Groult defendi¨® "la integridad de la mujer" y, advirti¨® del peligro de muerte que comporta esta pr¨¢ctica.
Las feministas han querido convertir el caso en un proceso ejemplar para hacer desaparecer la escisi¨®n de Francia
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