Gracia y desgracia de la escuela antigua
La presentaci¨®n en Madrid del Real Ballet sueco, a la que asistieron los reyes de Suecia y la infanta do?a Elena, se enmarca en los actos de celebraci¨®n de la Semana sueca, y en ella se han volcado generosamente empresas e instituciones de ese pa¨ªs. El Festival de Oto?o, que ha aprovechado el acontecimiento y lo presenta como espect¨¢culo asociado, podr¨ªa haber gestionado un marco m¨¢s adecuado a la importancia de esta compa?¨ªa con m¨¢s de 200 a?os de tradici¨®n, que se vio obligada a bailar en el escenario precioso, pero diminuto, irregular e inclinado del Nuevo Apolo un ballet como Las bodas de Aurora, de Petipa, que necesita espacio para desarrollar toda su esplendidez esc¨¦nica y coreogr¨¢fica.Quiz¨¢ esto fuera parte del motivo por el que el Ballet se mantuviera endeble de ejecuci¨®n y poco brillante. Las bodas fueron la reducci¨®n de una reducci¨®n de La bella durmiente. Sus endiabladas variaciones parec¨ªan un logro dif¨ªcil a las bailarinas, que s¨®lo rozaron el virtuosismo y la matizaci¨®n de gracia del gran core¨®grafo. Con su estilo, adquirido en muchos a?os de pr¨¢ctica, la colocaci¨®n y la forma cl¨¢sica fue manejada con toda naturalidad, pero tambi¨¦n con la poca preocupaci¨®n por la correcci¨®n de piernas propia de la escuela antigua. Faltaron los pass¨¦s, arabesques y attitudes altos, el vigor de rodillas y la amplitud de extensi¨®n y endehors que consigue la evoluci¨®n de la t¨¦cnica.
Real Ballet de Suecia
Las s¨ªlfides (Chopin-Fokin), La pavana del moro (Pourcell-Lim¨®n), Las bodas de Aurora (Chaikovski-Petipa).Teatro Nuevo Apolo. Madrid, 9 de octubre.
Las s¨ªlfides, que no necesitan t¨¦cnica sino estilo, fueron, en cambio, sublimes. Preciosas de l¨ªnea, moderadas en los movimientos, sin distorsi¨®n en los saltos ni amaneramiento en las poses. Aut¨¦nticas figuras de porcelana, congeladas en su expresi¨®n ang¨¦lica y distante. Realmente lo pretendido por Fokin: el ideal rom¨¢ntico entendido desde la distancia, abstra¨ªda la esencia. El bailar¨ªn, con una juventud que le imped¨ªa sobrepasar el ejercicio pulcro y temeroso, apoyaba la imagen del poeta, perdido e inseguro ante la belleza de la evocaci¨®n.
En La pavana del moro, de Jos¨¦ Lim¨®n, el tema de Otelo est¨¢ entretejido dentro de una danza cortesana. Esta oposici¨®n entre la fuerza del tema y la estructura espacial y musical proporciona a la coreograf¨ªa una locura que mantiene el magnetismo pero requiere unos int¨¦rpretes con energ¨ªa para poder describir lo caracter¨ªstico de este core¨®grafo de la modem dance.
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