El Bach ejemplar de Rostropovich

El ciclo musical del Festival de Oto?o alcanz¨® ayer tarde, en el Auditorio Nacional, una de sus cimas previstas: las suites n¨²meros 2, 3 y 5, de Bach, en la versi¨®n del m¨ªtico Mstislav Rostropovich. A finales de julio, en el teatro Carlos III del Escorial, la universidad y la Comunidad de Madrid ya celebraron una audici¨®n con el mismo programa que la de ahora (EL PA?S, 24 de julio) Pero lo que entonces tuvo un car¨¢cter de c¨¢mara, por las mismas dimensiones del teatrito cortesano, se ha convertido ahora en triunfo multitudinario. Las casi 2.000 personas que alberga el Auditorio Nacional sintieron la intensa emoci¨®n de un Bach perfecto en la t¨¦cnica y en la expresividad; un Bach en el que la cifra y el pulso se a¨²nan en una prodigiosa forma de equilibrio.Tras escuchar la Sarabande de la Suite n¨²mero 5 en do menor ese mensaje de profunda melancol¨ªa de vibraciones cordiales casi monteverdianas, nadie pensar¨ªa que estamos ante pentagramas cerebrales, ante la orden de la matem¨¢tica.Y otro tanto podrir¨ªa decirse del Preludio y la Sarabande de la Segunda suite o de la Allemande y Courante, de la Suite n¨²mero 3, y, a decir verdad, de cuanto interpret¨® Rostropovich, que, a las tres suites, a?adi¨®un par de propinas, l¨®gicamente de Bach, fervorosamente solicitadas.

Es una suerte enorme poder asistir a una experiencia musical como la del Bach de Rostropovich, en la que nos maravilla tanto la genialidad del gran Barroco como la del fabuloso transmisor. La belleza sonora, la hondura tr¨¦mula, a veces a punto de congoja, como el cantar largo, la planificaci¨®n polif¨®nica exacta, la gracia fascinante en los n¨²meros de galanter¨ªa y la visi¨®n total de cada una de las suites hacen de las versiones de Rostropovich lecci¨®n ejemplar e inolvidable..

Lecci¨®n de m¨²sica y lecci¨®n de humanidad. Tambi¨¦n, lecci¨®n de musicolog¨ªa y an¨¢lisis, pues cuanto se ha estudiado, pensado, razonado y escrito sobre el arte de Juan Sebastian Bach aparece soberanamente explicado, clarificado y apasionante en el violonchelo ¨²nico de Rostropovich. La reacci¨®n primera es de un sentimiento sincero de gratitud; para exteriorizarlo no tenemos otro gesto que el convencional del aplauso, que oblig¨® a Rostropovich a saludar una y otra vez despu¨¦s de cada interpretaci¨®n y al final del recital.