La plaza 'pes¨®' demasiado
"?Ese picooo!", gritaba un aficionado ronco, y otro, casi tan ronco como ¨¦l, le ped¨ªa que no gritara tanto, pues iba a asustar a los toreros. Abundan en Las Ventas los aficionado roncos. Es natural. En La Ventas, el que se calla, o es mudo o es un caso digno de estudio (y de encomio, desde luego), y as¨ª pasa que, a estas alturas de la temporada, la mayor¨ªa padece ronquera. Y luego est¨¢ la exigencia, el rigor, el conocimiento enciclop¨¦dico de la lidia que la afici¨®n vente?a tiene. L¨®gicamente, conocimiento enciclop¨¦dico, rigor, exigencia, ganas de alegar, ronquera, todo de una vez, le dan a la plaza un peso que resulta excesivo para coletudos inexpertos.Ese peso lo acusaron ayer los novilleros y cuanto m¨¢s se esforzaban por superarlo, m¨¢s se les notaba. Aunque, en realidad, no acababan de entende a la afici¨®n de Madrid. La aficci¨®n de Madrid no llega a ser tan feroche como parece. Ocurre que, a diferencia de otras plazas, donde corean continuos ol¨¦s all¨¢ penas cu¨¢l sea la calidad de las faenas, la afici¨®n de Madrid examina cada pase como si los toreros estuvieran opositando a Notar¨ªas. En una misma tanda se escucha el ?ol¨¦¨¦¨¦! largo y clamoroso, el ?¨®le! breve y rotundo, el ole sin convicci¨®n, el ?ooohl del desencanto, el "?Picooo!", el f¨ªuf¨ªufiii, agudizando el silbido con dos dedos en la boca, si procede.
Rojas / Martins, Ponce, C¨¢mara
Cinco novillos de Gabriel Rojas, bien presentados, c¨®modos de cabeza, flojos, que dieron juego; 2?, sobrero de Couto de Fornilhos, serio y con genio, en sustituci¨®n de otro sobrero, de Manuel ?lvarez, tan inv¨¢lido como el titular. Felipe Mertins: estocada ca¨ªda (aplausos y salida al tercio); estocada ca¨ªda (silencio). Enrique Ponce: pinchazo a toro arrancado, estocada ladeada y rueda de peones (silencio); estocada ca¨ªda y tres descabellos (silencio). Fernando C¨¢mara: dos pinchazos tirando la muleta, dos pinchazos sin tirarla y media (ovaci¨®n y salida al tercio); media (aplausos y saludos). Plaza de Las Ventas, 15 de octubre
Apoyo generoso
Lo que no es ¨®bice para que tenga su corazoncito la afici¨®n de Madrid, y ayer, sin ir m¨¢s lejos, le hac¨ªa ilusi¨®n que Fernando C¨¢mara saliera a hornbros, por tercera vez consecutiva Las Ventas, nada menos. De manera que le apoy¨® generosamente, mientras dio motivos. Los di¨® C¨¢mara en su primer novillo, por cierto un an¨ªmal noble y flojucho que no se protest¨®. As¨ª que el torero pod¨ªa explayar su arte, y lo explay¨® en dos excelentes tandas de naturales, en unos trincherazos hermos¨ªsimos, en el conjunto de la faena, que no pudo redondear porque por el pit¨®n derecho el novillo punteaba y adem¨¢s se quedaba corto.Mat¨® C¨¢mara a la ¨²ltima y dej¨® halag¨¹e?as perspectivas para su siguiente turno, en el que habr¨ªa de echar el resto. Lo ech¨®, no cabe duda. S¨®lo que estuvo m¨¢s pendiente del p¨²blico que de torear; m¨¢s de componer posturas que de instrumentar la faena adecuada. Y adem¨¢s, equivoc¨® las distancias, templaba poco, recurr¨ªa al piquito famoso. Ensayaba el trincherazo, aunque no viniera a cuento, y pues no ven¨ªa a cuento lo daba al vac¨ªo o le sal¨ªa un enganch¨®n. La afici¨®n madrile?a, ya af¨®nica perdida, comentaba en voz baja que no es eso, no es eso.
Lo del "?picooo!" se lo hab¨ªa gritado muchas veces a Enrique Ponce durante la faena al quinto. Ponce no entend¨ªa al novillo -tardo, y le ahogaba la embestida-, ni al p¨²blico -vista de ¨¢guila, y pretend¨ªa colarle el pico-. Al final lo entendi¨® todo, dio distancia, lig¨® tres naturales hondos cargando la suerte y se gan¨® otros tantos ol¨¦s rotundos y sinceros. El sobrero ten¨ªa genio, gazapeaba, y hubo de recurrir Ponce a un trasteo de castigo para fijar y, finalmente, cuadrar a aquel loco de la vida.
A Felipe Martins le pes¨® la plaza m¨¢s que a nadie: es franc¨¦s. Pero, franc¨¦s y todo, posee buena t¨¦cnica, que le permiti¨® ejecutar redondos cargando la suerte con rara naturalidad. Su primer novillo era ¨¢spero. Su segundo, bravo, y la gente se enamor¨® de ese novillo, al que Mejorcito administr¨® un puyazo soberano.
Estuvo muy por debajo de la nobleza del novillo y seguramente tambi¨¦n de sus propias posibilidades este Martins -franc¨¦s-, cohibido ante un p¨²blico que si mira con lupa cualquier faena, cuando hay en la plaza un toro noble tira de microscopio y de cada pase analiza hasta las entra?as. Con microscopio a mano es tremenda la afici¨®n de Madrid.
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