Primitivismo de Vanguardia
Este ¨²ltimo filme del cineasta norteamericano Jim Jarmusch, que roz¨® algunos de los grandes premios del pasado festival de Cannes, al final tuvo que conformarse all¨ª con una de las consolaciones, la dedicada a algo tan impreciso como "mejor contribuci¨®n art¨ªstica", cosa que significa todo y nada, es decir cualquier cosa, lo que disuena aplicado a una pel¨ªcula donde todo, incluido lo m¨¢s misterioso, es di¨¢fano. El propio Jarmusch y sus exegetas califican su peculiar estilo de minimalista. Tampoco se entiende bien este encasillamiento. M¨¢s preciso es calificar el cine de Jarmusch, y en especial Mystery tr¨¢in, que por ahora es donde alcanza una mayor proximidad entre lo que el cineasta busca y lo que encuentra, como cine primitivista, a causa del empleo por Jarmusch de un estilo calculadamente arcaico, con el que intenta una minuciosa y arriesgada aventura de cine de avanzadilla e incluso de vanguardia en el sofisticado cine norteamericano actual. Esta paradoja le sale a Jarmusch recta y sin el menor nudo en esa su rectitud. Sabe qu¨¦ quiere y, lo que es m¨¢s importante, sabe c¨®mo transmitirlo. La pel¨ªcula se compone de tres historias tituladas Lejos de Yokohama, Un fantasma y Perdidos en el espacio. Son tres argumentos lev¨ªsimos, escenificados en el arrabal de la ciudad sure?a de Memphis donde Elvis Presley se hizo cantante. El filme tiene como fondo las invisibles huellas que Presley dej¨® dispersas por all¨ª. La conjunci¨®n rec¨ªproca de estas tres historias gira alrededor de unos pocos elementos argumentales comunes y de un escenario tambi¨¦n com¨²n, que los entrelazan poco a poco con tanta iron¨ªa, habilidad y sutileza que apenas nos damos cuenta de ello. Creemos estar viendo tres filmes distintos, a?adido cada uno a los otros dos, hasta que nos percatamos de que todo es una sola y misma cosa, por cierto muy divertida y original. Es dif¨ªcil decir con palabras qu¨¦ cuentan en im¨¢genes esas tres historias convergentes. Contienen un humor oscuro, indefinido y casi indefinible, que las hace, discurrir, siendo muy obvias, por caminos inesperados, en el que las repeticiones de personajes y de situaciones previamente sabidas tienen la particularidad de no parecerlo nunca as¨ª, dando la impresi¨®n de que cada cosa que ocurre en la pantalla es un hallazgo, por mucho que esa cosa sea previamente conocida, ya vista con anterioridad.
Mystery train
Direcci¨®n y gui¨®n: Jim Jarmusch. Fotograf¨ªa: Bobby M¨²ller. M¨²sica: John Lurie. Estados Unidos, 1989. Int¨¦rpretes: Mashatosi Nagase, Youki Kudoh, Jay Hawkins, Cinque Lee, Nicoletta Braschi, Elizabeth Bracco, Joe Strummer, Rick Aviles, Steve Buscemi, Tom Waits. Cine Alphaville, en V. O. subtitulada.
Jugueteo
En la imposibilidad de repetir con palabras el sentido que da este cineasta a las im¨¢genes hay raz¨®n para deducir que Mystery train es cine en sentido muy puro, no traducible a otros lenguajes que no sean el espec¨ªficamente suyo. En esto interviene el c¨®mo se la arregla Jarmusch para contar la misma cosa haci¨¦ndole parecer cada vez distinta, la manera misteriosa que este cineasta tiene de desarrollar un mismo gag o una misma referencia de forma que cada vez que ocurre parece la primera vez que se ve, no siendo- as¨ª. Por ejemplo, el jugueteo con el espectador que Jarmusch organiza alrededor de los dos empleados del hotelucho donde transcurre la escueta acci¨®n de Mystery train es un delicioso hallazgo de variantes para una sola escena que se repite hasta tres veces con los mismos di¨¢logos, los mismos int¨¦rpretes e incluso con id¨¦nticas posiciones de c¨¢mara. Tiempos y espacios se conjugan y convergen en estas escenitas rituales, lo que da idea de que bajo la facilidad de sus re latos Jarmusch no escatima dificultades y que, bajo el endeble castillo de naipes a que se asemeja su tinglado, hay cemento armado, solidez de fondo.
Babelia
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