Hungr¨ªa, al galope
EL RITMO de la transici¨®n h¨²ngara hacia un sistema democr¨¢tico y pluralista bate r¨¦cords de velocidad. Hace dos semanas, el partido comunista se hizo el harakiri, decidi¨® cambiar de nombre y de ideolog¨ªa, convirti¨¦ndose en partido socialista y proclamando su deseo de acercarse a los partidos socialistas y socialdem¨®cratas de Europa occidental. Ahora es el Parlamento el que, por mayor¨ªa aplastante, ha modificado la Constituci¨®n para eliminar residuos de la etapa anterior y ha aprobado dos leyes fundamentales, una legalizando los partidos y otra creando el cargo de presidente de la Rep¨²blica, que ser¨¢ elegido por voto secreto y directo el pr¨®ximo mes de noviembre.Coinciden estas decisiones con el congreso del principal partido de oposici¨®n, el F¨®rum Democr¨¢tico, en el que se integran diversas corrientes centristas, pragm¨¢ticas, unidas por el objetivo de restablecer la democracia. Los sondeos le otorgan en tomo al 25%-30% de los votos, lo que le conceder¨ªa un papel esencial en el Gobierno que se constituya despu¨¦s de las elecciones generales de 1990, probablemente en coalici¨®n con el actual partido socialista. Para compensar ese protagonismo que se atribuye al F¨®rum Democr¨¢tico despu¨¦s de las elecciones de 1990, el partido socialista ha presentado a Poszgay, el reformista m¨¢s radical, como candidato a la presidencia de la Rep¨²blica. Tendr¨¢ como rivales a un candidato del F¨®rum Democr¨¢tico -poco conocido- y a otro de los comunistas aferrados al pasado. La elecci¨®n de Poszgay parece, pues, probable. Si en Polonia el presidente Jaruzelski, por flexible que sea, ha representado una transici¨®n en la continuidad, en Hungr¨ªa Poszgay llegar¨ªa a la presidencia como fruto de su lucha por transformar el sistema anterior.
Desde ahora, sin esperar a la nueva Constituci¨®n que elaborar¨¢ el Parlamento elegido el a?o pr¨®ximo, la Rep¨²blica h¨²ngara ha empezado a suprimir de su actual Constituci¨®n una serie de rasgos que la ¨ªdentificaban con los otros pa¨ªses del bloque sovi¨¦tico. De las enmiendas introducidas, la m¨¢s significativa es la que elimina un art¨ªculo otorgando al partido comunista "un papel dirigente" en el Estado. Pero suprimir ese art¨ªculo no garantiza que, en la pr¨¢ctica, el antiguo partido gobernante, hoy socialista, no siga gozando de privilegios. Reducirlos al m¨ªnimo es la principal condici¨®n que pone el F¨®rum para una futura colaboraci¨®n gubernamental.
El sector radical de Poszgay ha ganado una victoria importante en el Parlamento. A diferencia de lo ocurrido en el congreso del partido, el Parlamento ha votado por aplastante mayor¨ªa la supresi¨®n de las "organizaciones de partido" en los lugares de trabajo, lo que implica no s¨®lo las f¨¢bricas, sino los ministerios, el Ej¨¦rcito, etc¨¦tera. Se trata, desde luego, de un paso serio hacia la limpieza del juego democr¨¢tico.
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