El d¨¦ficit p¨²blico de Brasil se acerca al 10% de su producto interior bruto
Pocos d¨ªas antes de las primeras elecciones presidenciales directas en los ¨²ltimos 29 a?os, Brasil vive una tensa y peligrosa situaci¨®n econ¨®mica. Con la inflaci¨®n del 35% el pasado mes, se lleg¨® al borde de la explosi¨®n, y hasta ahora los electores no parecen confiar en ninguna de las recetas para combatir la crisis presentadas por los 22 candidatos.
La agobiante preocupaci¨®n por la inflaci¨®n y la deuda interna del Gobierno suplant¨® el debate sobre la deuda externa. Para evitar lo que ocurri¨® en Argentina, es decir, el ¨¦xodo hacia el oro y el d¨®lar, el Gobierno brasile?o emite papeles con tasas de remuneraci¨®n astron¨®micas.Se calcula que la deuda inmobiliaria interna ya llega a los 80.000 millones de d¨®lares, mientras la externa est¨¢ en los 108 millones de d¨®lares. El temor a las consecuencias de una probable, moratoria sobre el pago de la deuda interna es tan grande que ni siquiera los candidatos; con discursos econ¨®micos "m¨¢s radicales" hablan de ese asunto.
Igualmente los candidatos que se presentan como de izquierda reconocen, por otro lado, que una de las principales causas de la inflaci¨®n brasile?a es el monstruoso d¨¦ficit p¨²blico, que hoy se estima entre el 6% y el 10% del producto nacional. El Estado brasile?o financia no s¨®lo inversiones en todos los ramos de la econom¨ªa, sino que tambi¨¦n sostiene una magn¨ªfica casta de funcionarios p¨²blicos en m¨¢s de 500 empresas estatales, en un total de unos tres millones de personas.
Es gente que gana 20 veces m¨¢s que el promedio de sueldos nacionales y tiene 50 veces mejor asistencia y seguridad social. "Las empresas estatales brasile?as son empresas suecas, con seguridad social sueca, en un pa¨ªs de Tercer Mundo", dijo el diputado Delfin Neto, que se hizo famoso en todo el mundo en la d¨¦cada de los setenta, como uno de los art¨ªfices del llamado milagro econ¨®mico brasile?o, el per¨ªodo en el cual se crearon tantas empresas estatales.
Daida la capacidad de articulaci¨®n pol¨ªtica de los empleados de las empresas estatales y el corporativismo de gran parte de la sociedad brasile?a, gobernar contra los intereses de gigantescas empresas como el Banco do Brasil o la Petrogas es imposible. Pero el Gobierno del d¨¦bil presidente Jos¨¦ Sarney hizo la situaci¨®n todav¨ªa menos tolerable: por el hecho de que no consigue controlar los alt¨ªsimos sueldos de sus empleados, pero obliga a algunas de esas empresas estatales a operar con tarifas muy bajas y reales. El resultado es el constante endeudamiento p¨²blico financiado por los que pagan impuestos en Brasil.
Este tipo de situaci¨®n no es nuevo en ninguno de los grandes pa¨ªses latinoamericanos. Pero en contraste con M¨¦xico o Argentina, que realizaron sus ¨²ltimas elecciones presidenciales discutiendo planes duros de combate a la crisis, ninguno de los candidatos brasile?os parece dispuesto a pedir sudor y l¨¢grimas a sus potenciales electores.
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