Santa ?rsula
El domingo pasado fue Santa ?rsula, un nombre de pocas advocaciones y escasos milagros para la mayor¨ªa de ciudadanos. Y sin embargo cada a?o se espera que esta santa marginal se deshaga en prodigios multitudinarios, de esos que unen al beato y al cr¨¢pula en un abrazo de fundici¨®n. El milagro de ?rsula se espera cada a?o en Valls, esa ciudad crecida sobre las espaldas de Tarragona cuyas gentes esc¨¦pticas un buen d¨ªa quisieron palpar el cielo con sus propias manos y se empezaron a montar los unos encima de los otros en unas prodigiosas torres humanas. De eso hace ya muchas d¨¦cadas. Los Xiquets de Valls han creado escuela, han subido m¨¢s alto que ninguno y esperan al pen¨²ltimo domingo de octubre para el gran mano a mano de los dos equipos locales: la Colla Jove y la Colla Vella. Los vallenses est¨¢n convencidos que si de la discusi¨®n puede salir la luz, de la rivalidad. pueden salir castells m¨¢s altos. En 1981 alcanzaron los nueve pisos por primera vez en el siglo y aspiran a seguir subiendo, orgullosos de sentirse civiles atletas de lo in¨²til. El domingo pasado llegaron otra vez a lo m¨¢s alto. Y todo Valls fue un estruendo de emociones intransferibles, como las de Armstrong en la Luna o la de Curie ante el radio.Un d¨ªa despu¨¦s, a bordo de una fr¨¢gil avioneta, el panorama de Valls era distinto. A 1.000 metros, el planeta es redondo y diminuto y todo cae inexorablemente cerca de todo. A poqu¨ªsimos kil¨®metros, la central nuclear de Vandell¨®s hab¨ªa sacado fuego por sus hocicos y parec¨ªa un drag¨®n dormido junto a un mar perplejo. ?Cu¨¢nta agon¨ªa invisible se agolpa en los palacios del ¨¢tomo! Vista desde el aire, Vandell¨®s 1 es una caja de sorpresas que los dioses de la muerte dejaron abandonada ah¨ª cuando empezaron a huir de la raz¨®n del hombre. Ahora, nuestra propia sinraz¨®n los invita a que regresen el d¨ªa menos pensado. Y cuando esto suceda, ni los xiquets de Valls llegar¨¢n a tiempo de construir burladeros en el cielo.
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