El idealismo razonado de Celibidache

El segundo programa de la Filarm¨®nica de M¨²nich con Sergiu Celibidache despert¨® tanta expectaci¨®n como el primero y no menor entusiasmo, lo que desde el punto de vista de la actitud del p¨²blico constituye para el gran maestro un triunfo superior. Sobre Bruckner s¨®lo unos pocos tienen, o creen tener, criterio propio; en cambio, sobre Verdi, Strauss o Brahins, sobre La fuerza del destino, Don Juan o la Sinfon¨ªa en do menor, todos poseen, o creen poseer, su visi¨®n particular, influida por la escucha frecuente, directa o grabada, de estos pentagramas.Celibidache no se ci?e, por supuesto, a modelo alguno, sino que responde a su an¨¢lisis personal de los pentagramas. Personal no quiere decir, hay que subrayarlo, caprichoso, sino firmeza en la actitud contrastada, afianzada, meditada y vivida durante d¨¦cadas. Sucede que Celibidache contradice no la verdad, sino su deformaci¨®n, que tantas veces la sustituye.

Su comprensi¨®n de La fuerza del destino rompe con las convenciones y rutinas para hacer de la obertura una verdadera s¨ªntesis instrumental de un argumento oper¨ªstico que se torna, antes de que las voces retomen los temas en el transcurso de la representaci¨®n, en significativo hecho teatral.

De ah¨ª que ciertos ariosos canten largamente, en contraste con otros pasajes de m¨¢s inquietante acci¨®n. Ese juego de las ideas/ personajes y de las ideas / afectos qued¨® hermosamente expl¨ªcito en una interpretaci¨®n incomparable.

La gran t¨¦cnica narrativa de Ricardo Strauss parte, como comentara Debussy, "de un pensamiento por im¨¢genes coloreadas" y un desarrollo arquitectural "por evoluci¨®n de colores r¨ªtmicos".

En esto reside la m¨¢s genial originalidad del gran sinfonista poem¨¢tico, que supo sustituir el orden dram¨¢tico por el narrativo, la estrofa por el p¨¢rrafo, la norma (tantas veces horma) por la potencia vital, la confesi¨®n ¨ªntima de sus antecesores rom¨¢nticos por la casi impertinente autobiograf¨ªa.

Celibidache nos hizo habitar los pentagramas de Don Juan desde un idealismo razonado, sorpresivo y magn¨ªfico, como si el maestro quisiera alcanzar la fantas¨ªa por la v¨ªa del puro teorema.

Perfecci¨®n

No se comporta de distinto modo ante Brahms, aun cuando los supuestos sean diferentes. Ni en el hamburgu¨¦s ni en Bruckner hay exceso de peso y densidad; tal afirmaron durante mucho tiempo los t¨®picos al uso.Todo lo contrario: se nos impone, con refinada perfecci¨®n, la transparencia sonora y la movilidad din¨¢mica, y las consecuencias son de un fabuloso lirismo resultante en los movimientos centrales o de una arquitectura potent¨ªsima en los tiempos extremos, porque cuanto sucede en el discurso y sus formas queda explicado y relacionado con perfecci¨®n.

?sta es la palabra clave para el arte de Celibidache: perfecci¨®n en todo momento, en todo autor, en toda obra, en todas las medidas de la m¨²sica como fen¨®meno inteligente y afectivo. Insistir sobre la calidad de los filarm¨®nicos o las medidas del ¨¦xito me parece in¨²til cuando la audiencia en bloque se sinti¨®, despu¨¦s de este concierto, m¨¢s que vencida, convencida.