La verdad es ...
La verdad es que no s¨¦ bien si quiero morirme. No lo quisiera, creo. Tengo decidido -lo he repetido muchas veces - llegar hasta el a?o 2015. Mas hay d¨ªas en que pienso que es una exageraci¨®n y hasta una soberana tonter¨ªa, porque ?qu¨¦ saco yo con llegar hasta ese a?o del nuevo siglo? ?Escribir otros cuantos libros, esperar que algunos pocos poetas m¨¢s j¨®venes, unos archiarchinov¨ªsimos publiquen seguramente unos cuantos libros peores que los m¨ªos, o casi peores? Pero no, no se trata de eso. Se trata de vivir m¨¢s y ver qu¨¦ pasa, qu¨¦ va sucediendo durante todo ese tiempo. El amor. ?Subsistir¨¢ el amor igualmente durante todo ese tiempo? ?No se envejecer¨¢? ?Ser¨¢n a¨²n m¨¢s blancos los cabellos? ?Pensar¨¦ de nuevo pasar el mar, como el conde Olinos? ?Comenzar¨¢ de nuevo el tiempo en que se comience a pensar en la celebraci¨®n de un nuevo centenario, el sexto, del descubrimiento de Am¨¦rica, del gran encontronazo a cristazo limpio, que as¨ª fue y a ratos sigue si¨¦ndolo?Ven ya del fondo de tu cueva oscura, sin palomas, las gruesas palomas asesinas y asesinables. Tan s¨®lo quiero gorriones, pajarillos ¨¢giles y flexibles. Amor. No te canses ni te duermas cuando no conviene. Las palomas todo lo ensucian y lo cargan. Derriban las esculturas de las torres, de las altas terrazas y balcones. De los gorrioncillos s¨®lo quiero sus p¨ªos d¨¦biles y repetidos. Porque yo no s¨¦ ya si t¨² me quieres y tus labios se caen y hay que bajar al suelo para subirlos a su sitio. Hermosa m¨ªa, hermana de los cedros, del ventalle que te ci?e los hombros y jalea resbalando sobre tus pechos. No s¨¦ escribir ya, quiz¨¢ lo est¨¦ empezando a notar yo mismo. Es triste ir pisando un siglo que a uno ya no le pertenece. No es f¨¢cil llenar tres p¨¢ginas sin ton ni son. ?Ad¨®nde ir sin saber ad¨®nde ir? Te estoy acariciando, pero tan s¨®lo son las piernas y los pechos del aire lo que encuentro. Cuando Louis Aragon escrib¨ªa El co?o de Irene sab¨ªa bien lo que estaba haciendo, lo que tocaba por las calles oscuras o en los cuartos con s¨¢banas frescas y temblorosas. Nancy Cunard era bella y pasaba muchos d¨ªas de ca?oneo en Madrid con nosotros. Salv¨® a mucha gente nuestra de los campos de concentraci¨®n de Francia. Vivi¨® bastante tiempo despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial y luego se muri¨®. El viento se me viene encima y me dobla y me voltea y hace rodar por el suelo.
Ya no me gustan las aceitunas verdes, prefiero las negras, medio rotas y chorreadas, ahora que est¨¢n agonizando los caballos y se mueren sedientos al borde de los r¨ªos y olvidan el bailar trenzado las patas y cay¨¦ndose y encerrando en sus ojos jirones de nubes y retazos azules de los cielos.
Hermana, hermana m¨ªa, morirte antes que yo. Yo he alcanzado ya los 87. Desde luego vivir¨¦ m¨¢s que t¨², llegando a esa edad se?alada en que s¨®lo contempl¨¦ los gorriones, eliminando a las palomas que les hacen la guerra, expuls¨¢ndolos violentamente del barandal de mi terraza.
Y a todo esto Radio-Hora marca la hora exacta: las cinco y 10 minutos de la madrugada. Para Sagitario. Te ver¨¢s absorbido por el trabajo, dada tu manera de ser. Las dos de la noche en la Rep¨²blica Argentina. Doce grados de temperatura en Francisco Silvela. Santo del d¨ªa: Jacobo... Seguramente el santo de mi gran amigo Jacobo Muchnik. Muchos est¨¢n esperando la c¨¢rcel. Y ganar las elecciones. Me siento herido en un costado. Es la noche de los inconvenientes, ahora que la Academia de la Lengua va a reformar la ll (elle). No me he enterado bien. Paco Vaca se ha marchado a Argentina con deseos de encontrar obras m¨ªas para la celebraci¨®n de mi cumplea?os. Me encuentro llorando en la cama de mi madre. Tengo unos pocos meses. No tengo ganas de nacer de nuevo, de crecer y llegar a los 87 a?os, volviendo a ser lo que he sido. ?Qui¨¦n tiene la culpa? Es idiota y triste lo que me pasa. Vientos montaraces en la terraza. Yo nunca he ganado la loter¨ªa. Pero estoy muy bien econ¨®micamente. Puedo comer galletas y beber hasta un trago de mi odiada coca-cola. Si llego hasta el 2015 quiz¨¢ para entonces ingrese en la Academia de la Lengua. Pero seguramente no me encontrar¨¦ entonces con los acad¨¦micos de ahora, algunos buenos amigos m¨ªos. Me hubiera gustado mucho conocer a Barbieri, ordenador de las bell¨ªsimas canciones musicales que tanto influyeron en mi primera poes¨ªa. Todav¨ªa me gusta mucho hacer canciones, letras para ser musicadas.
Quisiera verte para entonces, que vivieras el mismo tiempo que yo. No creo que sea dif¨ªcil. En verdad que estoy triste. "Se volaron las tan j¨®venes piernas de Altair, levantando / su dulce golondrina azul mojada / de palabras transidas de susurros / que estaban en lo hondo, impulsadoras / de un alto vuelo sin destino, ahora en este instante, / que derrumbadamente escucho / con voz que no es la suya, no brotada / de la garganta de su golondrina / sino de aquella otra con lengua y dientes repetidos / hasta matarme al fin y desaparecerme".
?Ah! Y a prop¨®sito, considero oportuno terminar mi cap¨ªtulo con esta sextina real:
No te quiero ofender ni aminorarte,
Camilo Jos¨¦ Cela, en tu persona.
Admiro tu Cipote de Archidona con La familia de Pascual Duarte.
Si pudiera, el Cervantes te dar¨ªa,
y un gran co?o este enfado borrar¨ªa.
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